Al parecer, el principal motivo es la excesiva protección que los mayores tenemos para con los pequeños, este hecho ha propiciado que nuestros hijos normalmente lean cuentos con finales felices. El experto nos indica que esta actuación se denomina "trivialización literaria" y sus consecuencias pueden resultar negativas para los niños haciendo que se formen con mayor vulnerabilidad frente a la vida. La mayoría de los padres sabemos lo dura que puede ser la vida y la cantidad de problemas a los que nos enfrentamos cada día, de hecho, en ocasiones da la impresión de que impere la ley de la selva o del más fuerte, y pretendemos retrasar lo máximo posible el conocimiento de la vida real nuestros hijos. Según el experto, es necesario que los niños tengan acceso a los dos planteamientos del final de un cuento, el feliz y el fatal, de este modo adquieren mayor conciencia de que pueden darse dos tipos de desenlace. Un ejemplo es un suspenso, algo negativo que puede traumatizar seriamente a un niño y más cuando cree que la vida te da siempre una segunda oportunidad, algo que en muchas ocasiones aparece en los cuentos.
Cuentos como La Caperucita Roja ofrecían en su forma original un desenlace desgraciado, con el tiempo ha sido modificado y ha ofrecido una visión muy distinta, el profesor Alberto Ruíz indica que muchos cuentos han sido modificados especialmente en pro de los intereses económicos de algunas empresas. Hoy parece que las cosas cambian y algunas editoriales retoman las historias originales con desenlaces no tan afortunados mostrando un poco más lo que pudiera ser la realidad.
¿Qué opináis?, ¿es mejor ofrecer a los niños historias con finales felices o con finales inciertos?, en nuestra opinión la segunda opción es la mejor, además, como prueba podemos aportar que los niños que han vivido la realidad de la vida son siempre más maduros y más conscientes de determinadas situaciones.
Vía | Hoy Más información | Universidad de Extremadura Más información | Altillo (Cuentos infantiles tal y como eran en realidad)