¿Por qué son peligrosas para los niños las piezas con imanes de los juguetes?

Parece que los juguetes magnéticos estén más controlados desde que en las cajas se indica el peligro para la salud que suponen las piezas imantadas.

Sin embargo esta advertencia no es suficiente si los padres no somos capaces de supervisar el juego de los niños, y más aún, si no les transmitimos la prudencia que se debe tener al manipular esferas, tiras y bastones que tengan imán.

Si no fuera por una noticia que surgió hace un año, me aventurar a asegurar que pese a la edad indicada en los envases (cinco, seis, ocho años), este tipo de juguetes no son aptos hasta los 10 años. Ya sabéis: los más pequeños juegan a experimentar y utilizan la boca para ello, cuando son más grandecitos pueden descuidarse y meterse una bola imantada en la boca. Hay también peques que se aburren y se ponen nerviosos y como consecuencia se llevan objetos pequeños a los labios.

En la noticia de que os hablo, el Washington Post, relataba algunos casos de niños de 10 años de Fairfax County (Virginia) que debido a una práctica ‘de moda’, sufrieron hospitalizaciones por ingerir pequeñas esferas de rodamientos magnéticas. Por lo visto los niños colocaban una debajo de la punta de la lengua, y otra en la parte superior, simulando así tener un piercing. Lo mismo hacían en la nariz.

Estas bolitas tienen unos 5 milímetros de diámetro y son comercializadas como juguetes de escritorio para adultos (nunca para niños). Sin embargo las esferas, bastones, letras magnéticas, y otros juegos, también tienen imanes, siendo algunas de las piezas fáciles de tragar si se ponen en la boca (recordemos que la tira de las letras puede soltarse fácilmente).

¿Qué ocurre cuándo dos o más imanes son tragados?

Pues que pueden atraerse entre sí dentro del estómago o intestinos, provocando lesiones graves como perforaciones, obstrucción intestinal, envenenamiento de la sangre e incluso la muerte.

Normalmente una sola pieza no tendría por qué ocasionar problemas tan importantes (a no ser que vaya a parar a la tráquea), ya que discurriría por el sistema digestivo, pero de todas formas a ninguno nos gusta que nuestros hijos se metan por la boca o la nariz objetos extraños.

Cuando los niños son bebés estamos muy pendientes de ellos, pero relajamos nuestra supervisión al crecer, lo cual es normal puesto que poco a poco van necesitando sus propios espacios. Por lo tanto yo recomendaría no tener a la vista ni al alcance de los niños juguetes con imanes, ni esferas magnéticas, así como otros objetos muy peligrosos al ingerirse (pilas de botón, por ejemplo).

Así podemos estar tranquilos, y al mismo tiempo no les agobiamos en exceso con recomendaciones innecesarias si el espacio de juego es seguro.

En casa hay dos juegos magnéticos que sólo se sacan si alguno de los adultos nos vamos a sentar con ellos. Y nunca he obviado explicarles por qué si se ingieren los imanes pueden ser peligrosos para la salud.

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