Puede que el 'corte de digestión' sea una leyenda, pero la hidrocución no lo es, ¿quieres saber más?

¿Con cuál de estas afirmaciones te quedas?: ‘niños, no podéis bañaros hasta que no hagáis la digestión’, o ‘si te metes a la piscina justo después de merendar no te puede pasar nada’.

Se podría decir que ninguna de ellas responde a una explicación correcta de la hidrocución (mal llamada ‘corte de digestión’).

Porque cuando alguien sufre una hidrocución, lo que le está pasando es que las temperaturas de su cuerpo y del agua ‘han chocado’, originando procesos que se inician con la modificación brusca tras cambiar el reposo por una actividad nada moderada (saltar a la piscina o nadar)
La cultura popular ha perpetuado la leyenda de las dos horas de espera antes de bañarnos, sin embargo el riesgo es muy bajito si tras una comida ligera los niños se introducen poco a poco en un agua que no esté demasiado fría. Más peligroso sería estar muy acalorados (con o sin comida por en medio), y sin dar tiempo a que el organismo se estabilice, ponerse a nadar en un lago de agua helada.

Si se ha venido llamando corte de digestión, es porque durante la misma (la digestión), se eleva la concentración de sangre en el aparato digestivo, y en consecuencia el resto del organismo recibe menos cantidad. Se dice que si durante la digestión se produce algún sobresalto emocional, esta se puede interrumpir (para reanudarse después no sin alguna molestia); y es aquí donde muchos confunden el tal sobresalto, con un chapuzón.

Porque enseñar a los peques a ser prudentes es una cosa, y confundirlos otra. En otras palabras: es cierto que tras una comida muy copiosa será mejor reposar (el cuerpo nos avisa provocando somnolencia), pero en circunstancias normales, no tiene que ver la digestión con bañarse, a no ser que nos olvidemos de adecuar la temperatura corporal (metiéndonos poco a poco, y mojando estratégicamente algunas partes, empezando por la cabeza).

Desde el Hospital Universitario Nuestra Señora de la Candelaria (Canarias) nos recuerdan que ‘puede sucederle a cualquier persona, independientemente de la edad'; no obstante, se debe prestar especial atención a los niños ya que en verano son quienes más disfrutan a todas horas al aire libre, exponiéndose en muchos casos a largas horas de sol y a jugar en el agua de playas o piscinas, sin ser conscientes de los riesgos que corren.

¿Sabes reconocer una hidrocución?

La hidrocución provoca una súbita disminución de la frecuencia cardiaca por el reflejo de inmersión en el agua que, junto al proceso de digestión también impide un riego sanguíneo suficiente al cerebro, dando lugar, en el mejor de los casos, a palidez, mareos y vómitos y, en el peor, a una pérdida del conocimiento o síncope, con el consiguiente peligro de que si la persona se encuentra en el agua y no está acompañada, pude sufrir un ahogamiento.

Aunque las probabilidades de que una persona sufra una arritmia grave o una parada cardiaca súbita son bajas, están siempre presentes y dependerán de factores asociados a la persona (edad, temperatura corporal, cantidad de alimentos ingeridos...) así como de los ambientales (temperatura del agua).

Objetivo: evitar el riesgo de hidrocución

Los profesionales sanitarios recomiendan introducirse poco a poco en el agua ¡nunca zambullirse de forma brusca! - especialmente si se ha realizado ejercicio físico intenso - , se ha permanecido al sol durante mucho tiempo y/o el agua está fría, para que el cuerpo se vaya aclimatando a la nueva temperatura.

Lo que sucede cuando se realiza la digestión es que los vasos del aparato digestivo se dilatan para favorecer este proceso y como consecuencia de ello, otras zonas del cuerpo, como por ejemplo el cerebro, reciben una menor cantidad de sangre. No es casualidad que tras ingestas abundantes dé somnolencia o cueste concentrarse, al actuar a través de intermediaros en el cerebro inhibiendo el estado de alerta, porque el aparato digestivo tiene preferencia en esos momentos

El doctor Pedro Laynez, del servicio de Medicina Interna del Hospital mencionado, sí que subraya ‘la espera’ tras ingerir alimentos. Pero otros profesionales como Domínguez Muñoz de la Fundación Española del aparato digestivo, reiteraba el año pasado que el cuadro, tiene que ver más con el cambio de temperatura que con la comida; y a pesar de ello recomienda precaución porque es más probable que después de comer pueda producirse el mal llamado ‘corte de digestión’, precisamente porque la acumulación de sangre en el aparato digestivo, provoca una reacción cardiovascular que conlleva mareo o pérdida de conocimiento.

Ante una hidrocución: ¡actúa!

Se debe sacar al afectado fuera del agua (siempre que no exista peligro para nosotros). Si se presentan síntomas leves y no hay pérdida de consciencia, se respetará el reposo digestivo. Si ocurre un cuadro de gravedad, con náuseas y vómitos, lo mejor es acudir a un centro de salud o servicio de urgencias hospitalarias. Y si estuviera inconsciente, intentar maniobras de reanimación, mientras de pide ayuda, en este caso nunca se debería dejar al afectado sólo.

En la relación que implica inmersiones y niños debemos tener mucho cuidado, por aquí siempre hablamos de los ahogamientos, pero es necesario tener en cuenta también otros riesgos, como este de la hidrocución. Y si nos tenemos que fiar de los especialistas, también debemos hacerlo de nuestro sentido común (¡que no falte jamás!).

Imágenes | David Joyce, vastateparksstaff En Peques y Más | Entrevista a Alberto García Sanz, director de la Escuela Española de Salvamento y Socorrismo (y II): vigilancia y protección de los niños, actuación en caso de accidente

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