Ahora que ya hemos conseguido definir ‘qué es el bullying’, y a pesar de que no se ha generado suficiente conciencia social hacia el tema, por lo menos es posible hablar abiertamente.
Pero ¿qué ocurre cuando uno de nuestros hijos acosa al otro? (entiendo que esto pasa más frecuentemente en familias con dos niños, porque de haber más, es posible una regulación, e incluso que terceras y cuartas partes intervengan).
Para los padres no es difícil esconder el problema (ocurre generalmente dentro de casa), y al fin y al cabo todos los hermanos se pelean…
¿Todos?, bueno, podemos aceptar que todos los hermanos tienen diferencias, pero de ahí a que uno hostigue al otro sistemáticamente hay un abismo.
Y ¿no impactaría eso en ‘la víctima’?, pues claro que sí, y ya no hablo físicamente (que también ocurre), sino de la huella emocional. Porque el acosado confía en el otro (¿no somos hermanos?), y lo hace incondicionalmente, además de que la víctima suela apoyar al agresor siempre, y no se siente correspondida.
Justo ayer me decía un amigo de mi hijo: ‘es que yo querría tener un hermano mayor normal’, ¿normal, qué quieres decir con eso?, ‘pues un hermano que me defendiera y no me estuviera siempre atacando'.
La Academia Americana de Pediatría, ha publicado en Pediatrics, un estudio en que se evalúa la incidencia de agresiones verbales y físicas entre hermanos, y su impacto en la salud mental.
En total, un 32 % de los participantes en el estudio aseguró que experimentó por lo menos un tipo de bullying entre hermanos en el último año, en algunos casos leves y otros más graves
La salud mental de los niños también se evaluó. Los resultados demuestran que la agresión física o verbal reiterada entre hermanos está asociada a una peor salud mental.
De hecho, según el estudio, los niños que han experimentado formas leves y graves de bullying entre hermanos sufren angustia, algo que puede pasar desapercibido.
Cabe mencionar que el papel de los padres es prevenir, intervenir, y – si es necesario – solicitar ayuda externa. Nunca ampararnos en que los hermanos nunca se llevaron bien, o que ‘son cosas de niños’.
Signos de alarma
Que uno de los hermanos siempre sea el agresor y el otro la víctima.
Que existan signos de agresión que tienen como objetivo dejar al otro hermano humillado y derrotado.
Los autores del estudio concluyen que los padres deben prevenir y detener un posible maltrato entre hermanos en casa y no considerarlo como un problema menor e incluso beneficioso.
Imagen | Sharon Mollerus Via | FAROS Más información | Pediatrics En Peques y Más | ¿A quién quieres más? o la pugna por la atención de mamá, Cuando el hijo único se convierte en hermano mayor