Hace algunos años me encontré con la jefa de estudios de un colegio, intentaba yo obtener información para decidir en qué centro escolarizaría a mis hijos, así que fundamentalmente me interesaban los aspectos pedagógicos y de control de conflictos.
Sin embargo, por algún motivo, mi interlocutora empezó a hablarme de las salidas escolares y me contó que desde primero de Primaria los niños hacen una excursión de fin de curso durante la que se quedan a dormir dos noches fuera de casa. Parecía un poco alarmada de que llegada esa edad (6 / 7 años) algunos peques no hubieran dormido nunca fuera de casa.
Al margen de que no me parece nada descabellado que niños de tan corta edad no hayan pasado ninguna noche fuera, creo que la experiencia (abuelos, tíos, un amigo, etc.) puede ser muy emocionante, nuestros hijos deben estar preparados para la ocasión, sin importar la edad. Y por otra parte los padres debemos contar con la información suficiente que nos de tranquilidad. Para algunos niños lejos de ser una experiencia divertida, es un hecho que les puede generar angustia.
Miedo a dormir fuera de casa
Sentir un poco de ansiedad ante esa situación es normal, aunque hay niños que sufren un miedo excesivo, tanto que se traducirá en síntomas físicos (dolor de estómago, manos frías y sudorosas, dolores de cabeza, náuseas, etc.).
Obviamente no es obligado pasar una noche fuera de casa, y muchos niños pueden continuar viviendo sin ello, al menos mientras son pequeños, el dilema se presenta a veces cuando el temor les pueda llegar a impedir de un campamento o excursión, y ellos se sienten mal al compararse con otros.
Por otra parte es más sencillo quedarse con los abuelos si hay confianza, que ir con los amiguitos o en una salida de la escuela.
El papel de la familia
Si se ha planeado un fin de semana en casa de un amigo, o la excursión del cole es de más de un día, debemos permitir que nuestros hijos expresen todo lo que les preocupa.
En caso de que sean incapaces de expresarse podemos obtener más información facilitando que se ‘sitúen’ en la experiencia antes de vivirla: averiguar cómo se desenvolverán es fácil si elaboramos preguntas que empiecen con ‘¿Y si…?’ (¿y si deseas volver a casa? ¿qué harás? ¿y si no te gusta el postre que te da la madre de tu amigo? ¿cómo se lo dirás?). De esta forma el niño o niña puede darse cuenta anticipadamente de sus puntos fuertes y débiles, sentirse más seguro sabiendo exactamente qué hacer, o cambiar de opinión (sin que esto tenga ninguna repercusión negativa).
El niño debe estar bien informado acerca de dónde dormirá (si va a casa amigo), y otras actividades paralelas que se han planeado. Si se trata de un campamento se le debe contar cuántos días estará, qué niños irán, si los padres van a visitarles en algún momento, y quienes son los monitores. Un consejo general es centrar nuestros comentarios en los aspectos más placenteros de la experiencia, aunque no vamos a obviar cómo se sienten.
Como padres debemos evitar consolar excesivamente a los niños, en caso de niños angustiados no sirve de nada aseverar que van a estar bien, porque ignoramos sus emociones y desconfiaran de nosotros
Debemos tener en cuenta
Nuestro hijo debe estar preparado para la convivencia: saber pedir las cosas, no sufrir enuresis nocturna, ser capaz de expresar su malestar.
Tener confianza absoluta con los padres del amigo en cuya casa dormirá, o disponer de toda la información necesaria acerca de la casa de colonias dónde van a pasar tres días los niños: ¿cómo actúan si un niño enferma?, ¿existen menús adaptados para circunstancias especiales?, ¿los padres pueden llamar para pedir información?
No dudéis en hacer una lista con todo lo que queráis saber, e ir a entrevistaros con la tutora del colegio (si es que es una excursión escolar), o llamar por teléfono / enviar un correo electrónico, a los responsables del campamento.
Dormirán fuera cuando estén preparados para ello
No tiene sentido obligar a los niños a que duerman fuera de casa bajo ningún pretexto, hay muchos peques que pasan todas las noches en su habitación hasta que tienen 12 años, y después son personas autónomas e independientes, entre ellos algunos son capaces de hacer cursos en el extranjero con sólo 14 años sin presentar ningún problema. Esto ocurre porque se respetan los ritmos de los peques y se les permite expresarse, y sobre todo escoger.
Mi propia experiencia (como la de muchos de vosotros, supongo) es de una niña que paso sus primeras noches fuera de casa a partir de los 10 años, se trataba de una especie de ‘macro fiestas de pijama’ tras la celebración del fin de verano en la que todos los niños con los que convivía tres meses, además de algún que otro invitado, dormíamos sin demasiado orden sobre colchones, y nos pisábamos unos a otros cada vez que uno quería salir de la habitación. Cada año dormíamos en casa de uno de nosotros, estableciendo rotaciones.
A partir de ahí todo fue más fácil, durante mi adolescencia pasaba con bastante frecuencia noches en casa de dos amigas o de unos tíos, creo que todo ocurrió cuando tuve la madurez suficiente, no antes. Por eso sé que no se debe forzar a los niños, ni compararlos con otros que sí que aceptan el hecho con más facilidad, por eso mismo, mis hijos dormirán fuera de casa cuando ellos estén preparados.
Imagen | woodleywonderworks En Peques y Más | La primera noche fuera, Quédate a dormir