Hace unos meses os hablamos de una curiosa e innovadora investigación relacionada con las bacterias con que se contamina un bebé al nacer. Al parecer, para un bebé no es lo mismo parir por vía vaginal que mediante cesárea, porque la flora intestinal que se adquiere es muy diferente en ambas situaciones.
En la investigación de la que os hablé se consideró la posibilidad de ayudar a los bebés que nacen por cesárea a tener una microbiota similar a la de los nacidos mediante parto vaginal con una simple práctica: pasar una gasa metida en la vagina de la madre por la cara del bebé, de modo que pudiera ayudar al sistema inmunitario del bebé.
Ante el aumento de demanda de esta práctica en los hospitales algunos profesionales se han negado a ello argumentando que no está probado que sea útil y que se pone al bebé en riesgo de sufrir infecciones no deseadas: "Lo siento, pero no pasaré la gasa de su vagina por la cara de su bebé".
Podría ser peligroso para los bebés
Según leemos en Voz Populi, el investigador Aubrey Cunnington publicó en el British Medical Journal una editorial con la intención de concienciar a padres y profesionales sanitarios (la medida se ha hecho muy popular en Reino Unido y EE.UU.) de que se trata de una práctica cuya eficacia aún no está probada y que supone un peligro para el bebé.
La demanda de este procedimiento ha aumentado entre las mujeres que acuden a los hospitales de Reino Unido, pero esto ha superado la vigilancia y conocimiento de los profesionales. De momento estamos muy lejos de tener pruebas para recomendar esta práctica. Simplemente no hay evidencia que sugiera sus beneficios y podría conllevar riesgos potenciales.
Al hablar de los riesgos se refiere a que a través de la gasa metida en la vagina de la madre se transmita alguna bacteria o virus al bebé produciéndole una infección no deseada. El microorganismo más peligroso es el estreptococo del tipo B, que también es peligroso en los casos de parto vaginal, y por el que en España se realiza un cribado a las mujeres antes del parto por si pudieran necesitar de tratamiento antibiótico.
Según Cunnington, si una mujer tuviera la bacteria debería recibir el mismo tratamiento profiláctico a pesar de parir por cesárea y los médicos a cargo del bebé deberían ser informados de que se ha llevado a cabo dicha maniobra, para que se trate al bebé del mismo modo que los bebés que nacen por vía vaginal.
Y es que en algunos países, como Reino Unido, no se realiza la prueba para saber si la mujer tiene el estreptococo presente en su vagina.
Pero no solo se refiere a esta bacteria, pues habla también de la gonorrea, la chlamydia o el herpes, enfermedades que pueden ser transferidas a través de la gasa:
Un colega tuvo que intervenir cuando una madre con herpes genital, que había sido sometida a cesárea, estaba a punto de poner en marcha el procedimiento. Limpiar al bebé con la gasa podría haberle transferido el virus del herpes.
El beneficio de hacerlo tampoco está claro
Tal y como expliqué en el otro artículo, los investigadores vieron que los bebés a los que se les había realizado esta práctica consiguieron tener una microbiota intestinal, anal y en la piel, muy similar a la de los bebés nacidos por vía vaginal.
Sin embargo, añadieron que aún no es estaban claras las consecuencias para la salud a largo plazo que este método podría provocar, al no estar cuantificado cuál sería el beneficio de restaurar las bacterias que no reciben al nacer por cesárea.
Ante esta duda, Cunnington advierte en su artículo de que con esta práctica están haciendo algo con riesgos potenciales sin que haya un beneficio probado. Además, considera lo siguiente:
Intentar la lactancia materna y evitar los antibióticos innecesarios podría ser más relevante para las bacterias del intestino del bebé que preocuparse de transferir el fluido vaginal mediante una gasa.
Y entonces, ¿qué es mejor?
Es la pregunta del millón, pero es muy difícil de responder porque, como dicen los investigadores, aún no se sabe cuál es el beneficio de hacerlo. Se sabe que los bebés nacidos por cesárea a los que se les pasa la gasa vaginal sí consiguen tener una flora intestinal similar a la de los niños que nacen vía vaginal, pero no está cuantificado el beneficio.
Si se supiera que esto disminuye claramente el riesgo de alergias o enfermedades inmunes podría afirmarse que es mejor hacerlo que no hacerlo: entonces habría que hacer el cultivo para saber si la mujer tiene el estreptococo B en la vagina y, en tal caso, administrar antibiótico previo a la cesárea y a la introducción de la gasa en la vagina de la mujer. Además, evitar efectuar la práctica en caso de que la mujer tenga alguna de las enfermedades comentadas, si el contagio no puede prevenirse de ninguna manera (el que una mujer tenga herpes genital no quiere decir que las que no lo tienen no deban hacerlo).
Si por contra se supiera que el beneficio es muy bajo comparado con el riesgo entonces habría que sopesar una cosa con la otra, es decir, valorar el riesgo-beneficio de la práctica y actuar en consecuencia.
Mientras tanto, yo no sería tan tajante como Cunnington: si la madre está informada de los riesgos y los posibles beneficios y si las pruebas muestran que no hay riesgo de transmisión vaginal de ninguna enfermedad grave, ¿por qué no ofrecer al bebé la oportunidad de nacer por cesárea como si hubiera tenido un parto vaginal?
Por lo demás, completamente de acuerdo en lo que dice: la lactancia materna y evitar los antibióticos sí se ha visto que son dos factores que tienen mucho que ver con la flora del bebé.
Fotos | iStock
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