En los años 70 las tasas de cesárea en los hospitales rondaba el 5%. A partir de ese momento esa tasa empezó a aumentar, llegando al 15% en los años 80, a cerca del 20% ya en el 2001 y situándose en un 21,88% en el 2011, en los centros públicos, y en un 30% en los privados. Pareciera que los números se han estancado, pero no es del todo así, pues en años anteriores se han dado cifras superiores al 22%.
El caso es que, juntando las cifras de los hospitales públicos con los privados, nos damos cuenta de que una de cada cinco mujeres (el 24'9%) no da a luz por vía vaginal, cuando se estima que tan solo una de cada diez mujeres tendría que dar a luz mediante cesárea.
En otros países las tasas pueden llegar a ser mucho más altas, y en algunos centros, los peores, llegan casi al 50% de cesáreas. Imaginad que viene una persona del pasado, de hace 50 años, y le explicamos que hoy en día hay lugares donde solo una de cada dos, o una de cada tres mujeres, es capaz de dar a luz de manera normal.
La OMS estima que la tasa de cesáreas debería ser del 10 al 15%
Bien, en realidad, la OMS considera que en los países desarrollados el número de cesáreas debería estar entre un 5 y un 10% de los partos, aunque llegan a considerar aceptable el llegar al 15%. Esta variabilidad en las cifras responde a que en la actualidad las mujeres tienen a los hijos más mayores y a que el peso de los recién nacidos, en promedio, parece haber aumentado.
Si hablamos de un 10-15% estamos diciendo que hay cada año un montón, muchas, muchísimas mujeres que están dando a luz por cesárea sin que sean en realidad necesarias. Una cesárea es más cara para la sanidad que un parto normal y, además, genera más gasto porque las complicaciones son mayores. ¿Que hablar de dinero suena fatal? Pues no hablemos de ello: dar a luz por cesárea hace que haya más riesgo de muerte o de problemas en la mujer, hay más riesgo para el bebé y se ponen en riesgo los futuros embarazos.
Si se hacen será porque son necesarias, ¿no?
Hemos dicho que ahora se hacen seguramente más cesáreas porque la edad al tener el primer hijo ha aumentado, porque los bebés parece que pesan más y también por un tercer factor: ahora hay más partos en proporción del primer hijo y menos de segundos y terceros hijos. Si antiguamente había por ejemplo 500 partos, y la mitad eran del segundo o tercer hijo, el porcentaje de cesáreas era seguro inferior que ahora, que puede haber 300 partos, pero la mayoría de mujeres que dan a luz a su primer bebé (los segundos y terceros partos, como sabéis, suelen ser más fáciles).
Esto nos hace pensar que parece más lógico hablar de una cifra cercana al 15% y más lejana al 10%. ¿O no? Porque si se hacen hasta un 22% de cesáreas o un 30% en la privada, ¿no será porque son necesarias?
La realidad es que no. Al parecer, los protocolos cambian mucho entre centros y comunidades y parece ser que según las indicaciones reales de cesárea, el 10% es correcto. El resto de las cesáreas se hacen porque el parto no progresa, porque el parto anterior fue cesárea, porque el niño viene de nalgas, porque es prematuro, porque son gemelos, etc., causas que en muchos centros se atienden con un parto vaginal y en otros con una cesárea.
Esta diferencia clara la pudimos ver hace algo más de un año, cuando publicamos el mapa de cesáreas en España según comunidades autónomas. En el País Vasco, la tasa de cesáreas era del 12,6%. En Extremadura, del 27,4%. ¿Es que son tan diferentes las mujeres en el norte de España? No creo, porque los vecinos cántabros llegaron al 18,9%. Será entonces que todo depende de los centros sanitarios, de sus protocolos y de las decisiones, quizás, de cada profesional. Sin llegar al 10%, si toda España se equiparara al 12,6% del País Vasco seríamos un país modelo en este sentido.
Mi hijo nació por cesárea, y si no es por eso no sé si lo cuenta
Cuando hablo de cesáreas siempre hay quien me acaba diciendo que si no es por la cesárea que le hicieron, no sabe si su hijo lo habría contado. Yo respondo lo mismo: mi primer hijo nació por cesárea, aunque yo no sé qué habría pasado si no hubiera nacido así, ni me lo planteo. ¿Hizo falta? Pues puede ser, no lo sé. Consideraron que sí y los dos, asustados, aceptamos. Para eso son las cesáreas, para ayudar en los partos complicados y para salvar la vida del bebé y de la madre si surge una urgencia.
Ahora bien, si no existe tal urgencia o indicación, no hay sentido ni razón para practicar una cesárea porque conlleva riesgos. Lo primero es que al bebé lo separan de la madre nada más nacer. Esto dificulta la lactancia porque muchos niños, cuando llegan al pecho, se cogen mal, y tanto la madre como el bebé se pierden su ratito de piel con piel, de cariño y contacto continuo.
La recuperación es peor que dando a luz de manera vaginal, porque el dolor permanece más tiempo, hasta el punto que hay mujeres que tienen hasta dificultades para coger a sus bebés. El riesgo de hemorragia es también mayor, necesitándose a veces de transfusión sanguínea. Se estima también que el 10% de las mujeres quedan con daños en el útero, daños que pueden molestar en el futuro, de cara a futuros embarazos.
Cerca del 15% de las mujeres, a veces incluso más, sufre infecciones tras la intervención. Una de cada tres sufre complicaciones como fiebre, hemorragias, daños en el tracto urinario, parálisis en la vejiga, etc.
Si hablamos de los bebés, se sabe que tienen más riesgo de tener dificultades respiratorias (sus pulmones no se estrujan como al pasar por el canal del parto y nacen con demasiado líquido amniótico en los pulmones), tienen de media menores puntuaciones en el test de Apgar y hay un mayor número de bebés que son ingresados en cuidados intensivos.
El deseo de dar a luz
Súmale a todo ello el deseo de la mayoría de madres de dar a luz por vía vaginal. Cuando he podido hablar con madres que primero tuvieron cesárea y luego dieron a luz, llegan a suspirar diciendo que "uff, al menos he podido vivir lo que es parir", como si tuvieran un sentimiento interno que les dijera que aún no son madres del todo, o que son menos madre porque a su hijo "se lo sacaron".
Si la cesárea era necesaria, no hay más que hablar, se ha de vivir con ello y superarlo. Pero saber que muchas se hacen sin necesidad y que muchas mujeres se sienten así cuando todo sería diferente si hubieran tenido un parto normal, aumenta la necesidad de que los profesionales de todo el estado se fijen un poco, como digo, en cómo lo hacen en el País Vasco.
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