Mi madre suele decir una frase muy sabia, que el embarazo dura nueve meses y que la recuperación, lo mismo.
Creo que tiene toda la razón, nadie se recupera en 40 días. Sin embrago, también se queda corta, pues los especialistas están barajando un año como período del puerperio. En Canadá, por ejemplo, ya se considera un postparto de doce meses.
Los cambios tanto físicos, hormonales, como emocionales que sufre la mujer durante el embarazo y el parto necesitan su tiempo para acomodarse y volver a la normalidad. Y las que hemos sido madres sabemos muy bien que todos esos factores no se equilibran en apenas mes y medio.
La cuarentena (período de 40 días) puede considerarse como los días inmediatamente después del parto, en el que el útero vuelve a su posición normal, se produce pérdida de sangre y en el que se recomienda no mantener relaciones sexuales. Sin embargo, el posparto se extiende más allá. Y no sólo en aspectos físicos, sino también en el aspecto psicológico.
La madre necesita tiempo para que el sistema hormonal se normalice, pero además, y especialmente si es primeriza, necesita al menos un par de meses para adaptarse a la maternidad y a estar pendiente de un bebé las 24 horas. Y eso por nombrar sólo algunos de los cambios que se producen y que van volviendo a la normalidad a lo largo de un año.
La lactancia, según lo veo yo, también forma parte del postparto, y en algunos casos se extiende varios meses, un año o más en el que la mujer vive todavía una etapa particular.
Por supuesto, estoy cien por cien de acuerdo con esta nueva concepción del período postparto, en el que las mujeres experimentamos además de cambios físicos, un torbellino de emociones contradictorias, que requieren de un tiempo mayor a 40 días para asimilarse.
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