Cuando una pareja se queda embarazada (bueno, la que se queda es la mujer, claro), es habitual pensar en cómo será el bebé, a quién se parecerá, como serán sus ojos, su boquita, su nariz, etc.
Lo cierto es que responder a esta pregunta es bastante difícil, ya que son muchísimas las posibles combinaciones de ADN que pueden darse. Por poner cifras, se dice que una pareja puede llegar a tener 70 billones de bebés diferentes, casi nada.
Sin embargo hay parejas en que los genes de uno de los dos tienden a ser más dominantes y por lo tanto los niños se parecen más a él (o a ella). Un claro ejemplo puede ser la familia Borbón, que con todos mis respetos, son todos iguales o la mía misma, que sé que son mis hijos porque confío en mi mujer, que si no…
Voy a hablar un poco más del tema para conocer algunas curiosidades sobre el funcionamiento del entramado genético.
Cada persona recibe genes de su madre y de su padre en una proporción de 50/50 y por lo tanto recibe herencia genética de sus abuelos en proporción 25/25/25/25.
Dentro de toda esa cantidad de genes, hay una parte que sí se manifiesta y otra que se hereda pero no es visible y que puede transmitirse a generaciones posteriores.
Dicho de otro modo. Tu hijo puede parecerse condenadamente a tu mujer, pero puede transmitir a sus hijos parte de ese 50% que lleva tuyo (me temo que sólo un 25%, como he dicho) y que éstos genes se manifiesten en tus nietos, pareciéndose más a ti tus nietos que tus propios hijos (es la única esperanza que me queda).
Es por esta razón que muchas veces dos padres con los ojos marrones tienen un hijo con los ojos azules como el abuelo (es bueno en estos casos que el padre esté informado de esta posibilidad, por si acaso le entran las dudas…).
Mucha gente dice que “es lógico, porque los genes se saltan una generación”. Esto no es un fenómeno que suceda realmente, sino que se trata de genes que en un hijo no se han manifestado y por casualidad sí lo hacen en el nieto.
Seguro que más de una vez os habréis preguntado por qué con la cantidad de gente que hay en el mundo, y teniendo todos características tan comunes como dos ojos, una boca, una nariz y dos cejas somos tan diferentes (los únicos que son iguales a otro ser son los gemelos univitelinos).
La respuesta es que el proceso de selección genética que se produce cuando un óvulo y un espermatozoide se unen es totalmente imprevisible, por la cantidad de genes que entran en juego (unos 30.000 por parte del padre y otros tantos por parte de la madre). Son tantos, que incluso cuando tuviéramos 10 hijos, todos serían diferentes.
En definitiva, es prácticamente imposible responder a la pregunta: ¿a quién se parecerá mi bebé? De hecho, no tiene mucho sentido cuestionárselo antes de nacer porque una vez tengas a tu bebé en brazos te darás cuenta de que ni siquiera viéndolo la gente se pone de acuerdo.
La familia de la madre verá cientos de similitudes a la madre, a sus familiares y si me apuras hasta al tío que ni siquiera tiene relación de consanguinidad.
La familia del padre, otro tanto, “clavadito el niño al padre" y con los gestos del abuelo Manuel, que en paz descanse.
A todos los futuros papás y a todas las futuras mamás: os deseo suerte en este sentido (y paciencia, que la vais a necesitar).
Foto | La Opinión de Zamora
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