En esta preciosa foto que hemos tomado de la página de Facebook del Santuario de perezosos en Costa Rica vemos a un adorable bebé perezoso que se aferra a un oso de peluche tras haber perdido a su mamá. Asha, que así es como lo bautizaron, fue encontrado en las playas de Puerto Viejo por una pareja de veraneantes. Se había caído de un árbol y no había rastro de su madre. Tras esperar varias horas a que apareciera, decidieron llevaron al santuario.
El bebé quedó huérfano, y a falta de su madre, se abraza a una madre sustituta peludita, agradable y calentita... lo más parecida a mamá posible. Y, ¿por qué os cuento esto? Porque al ver la imagen enseguida he recordado la teoría de la madre suave, que es exactamente lo que hace este bebé perezoso. Una teoría que es importante para entender las necesidades de los bebés mamíferos, incluidos los humanos, y de la que os hablaré a continuación.
¿Qué es la teoría de la madre suave?
Hace siete años investigué sobre esta teoría y os hablé de ella en el blog. Pero hagamos un poco de memoria.
Es una teoría muy interesante y muy reveladora acerca de la importancia del apego durante los primeros años de vida. Ha sido desarrollada en la década de los '60 por el psicólogo estadounidense Harry Harlow, famoso por sus estudios relacionados con la crianza y la privación afectiva realizados con macacos.
Uno de sus trabajos más conocidos es el que confirma la llamada “teoría de la madre suave” o de la madre subrogada, una investigación basada en el comportamiento de las crías de monos rhesus.
La investigación consistió en separar a las crías de mono de su madre biológica y sustituirla por dos madres artificiales: una fabricada con una red metálica provista de un biberón y la otra confeccionada en felpa y sin alimento.
¿Cuál de las dos madres creéis que prefirieron las crías? Solamente cuando sentían hambre iban a saciar su necesidad con el alimento que les proporcionaba la mona de metal, pero todo el resto del tiempo permanecían junto al calor y la suave textura que les proporcionada la mamá de felpa. Incluso les servía de protección, ya que se acercaban a ella para cobijarse cuando algo les asustaba. No se acercaban a la madre que les proporcionaba comida, sino a aquella que les proporcionaba seguridad.
Cuando las crías eran trasladadas a un nuevo hábitat se aferraban a la madre de felpa hasta que se sentían seguros de salir a explorar por sus propios medios, volviendo siempre a la madre “suave” para buscar reparo. En cambio, cuando las crías eran trasladadas a un nuevo hábitat sin su madre actuaban muy diferente: comenzaban a gritar, a llorar, se chupaban el dedo y buscaban a su “objeto suave” por todas partes.
Cuando se reunían nuevamente con su madre se aferraban a ella sin atreverse a dejarla, lo cual revela que la necesidad de protección está por encima de la necesidad de explorar.
¿Qué nos dice este estudio? Por empezar, que la necesidad de contacto es instintiva y básica en los bebés. Luego, que la necesidad de afecto, protección y seguridad que proporciona una madre es superior a la necesidad de alimento. El alimento es importante y necesario, pero no lo es más que el afecto. Nos revela sobre todo la importancia esencial del apego materno durante los primeros años de vida para criar hijos seguros de sí mismos, sanos e independientes.
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