Cuando el bebé nace y es separado de la placenta queda con un trocito de cordón umbilical que poco a poco debe secarse, momificarse, para finalmente caer. Es un proceso que dura unos 7 a 10 días que, por norma general no genera mayores contratiempos, pero que en ocasiones se complica si se produce una infección del cordón, más conocida como onfalitis.
En el primer mundo no es un problema mayor, porque tenemos tratamientos para tratar dichas infecciones (es peligroso, ojo, y hay que acudir al hospital urgentemente, pero tenemos antibióticos). Sin embargo, en los países pobres se calcula que afecta a entre 55 y 197 por cada 1.000 nacidos vivos, siendo en muchas ocasiones mortal, y sobre todo para ellos es de máxima utilidad conocer cuál es el mejor método para curar el ombligo del bebé.
Pues bien, hasta la fecha se consideraba que una de las mejores maneras era mantenerlo limpio y seco, o en todo caso aplicar algún tipo de antiséptico como hacemos en España (alcohol de 70º), y ahora un estudio abre la puerta a un método que de primeras nos suena a todos muy raro pero que podría ser la mejor solución: curar el cordón con leche materna.
El cuidado normal del cordón umbilical
Y digo normal porque es el que se considera habitual, la recomendación actual. Según una revisión de estudios realizada por la OMS en 2004, en que se incluyeron 22 estudios con 8.959 bebés, vieron que era indiferente cómo se curara el ombligo al comparar el uso de antiséptico con el cuidado del cordón con agua y manteniéndolo seco.
Vamos, que aquellos padres que no hicieron nada más que mantener el cordón del bebé limpio y seco tuvieron el mismo pronóstico (el mismo número de infecciones de cordón en el bebé) que aquellos que lo curaron con antiséptico o con algún placebo.
Ante esta evidencia, y viendo que otros estudios asocian el uso de antiséptico con un mayor tiempo de espera hasta la caída (parece que tarda más días en caer), se sugirió que no se hiciera nada en particular con el cordón más allá de mantenerlo limpio y seco, recomendando el uso de antiséptico en aquellos lugares donde el riesgo de infección bacteriana fuera alto (poca higiene, mala alimentación, etc.).
Es decir, que parece que lo estamos haciendo al revés: donde no hace falta el antiséptico lo utilizamos y allí donde haría falta probablemente no lo usen porque no los tienen.
¿Qué otros métodos utilizan?
Así que para saber qué hacer en los países donde las onfalitis son más peligrosas, investigadores de El Cairo han llevado a cabo un estudio, primero para saber qué métodos se llegan a utilizar de manera tradicional para curar el cordón de los bebés y luego ver si el que en teoría podría parecer útil, la leche materna, es efectivo.
Pues bien, vieron que por transmisión popular se usa: agua con un paño caliente, agua y jabón, mantequilla, aceite de cocinar, aceite de oliva, alcohol, polvos de seda (similar al talco), leche materna, aceite de alcanfor, una venda sobre el ombligo, violeta de genciana, solución yodada y agua normal, y decidieron comparar el que se supone que es el mejor método (que el cordón esté limpio y seco) con la aplicación de leche materna.
Así, hicieron dos grupos de mujeres, con sus respectivos bebés, a las que se les enseñó cómo curar el cordón de sus bebés una vez nacieran. A las que debían mantenerlo limpio y seco les explicaron que lo revisaran tres veces al día y al cambiar el pañal, y que si estaba limpio y seco no tenían que hacer nada, pero que si en algún momento lo veían sucio o había orina o heces, entonces tenían que limpiarlo bien con gasas de algodón con agua estéril para que no quedaran restos y después con otra gasa secarlo bien. Asimismo, dejar el pañal doblado hacia abajo para que le diera el aire y no quedara nunca húmedo.
A las que tenían que curarlo con leche materna les explicaron que tenían que lavarse las manos antes de extraerse leche y que lo único que tenían que conseguir era que salieran entre 4 y 6 gotas de calostro o leche materna para aplicar al cordón del bebé. Luego tenían que esperar a que se secara y finalmente dejar el pañal también doblado hacia abajo. Lo hicieron desde las 4 horas de nacidos sus bebés, tres veces al día, hasta dos días después de que se hubiera caído el cordón.
¿Y qué vieron?
Al comparar el uso de calostro y leche materna (cuando el calostro pasa a leche materna en el momento en que sube la leche) con el que se considera el mejor método para curar el cordón del bebé, que es mantenerlo limpio y seco, vieron que:
- A los bebés que se les había curado el cordón con leche materna se les cayó, de media, a los 4,2 días, mientras que a los otros se les cayó, de media, a los 7,12 días.
- A los bebés que se les había curado con leche materna les sangró el cordón (ya sabéis que es normal que sangre un poquito, alguna gotita de sangre, en algún momento) 1,28 días de media tras la caída, mientras que a los otros les sangró una media de 3,38 días más.
- A los bebés que se les había curado con leche materna se les vio secreciones en el cordón (a veces manchan un poco de secreción que no tiene mal olor) 1,88 días de medía tras la caída, mientras que a los otros fue durante 2,18 días de media: en este caso, la diferencia no se consideró significativa.
- A la hora de analizar las muestras de cordón de los bebés, las diferencias no fueron demasiado significativas, hallándose Staphylococcus Epidermises en casi todas las muestras de cordón (es normal) en los dos grupos, y el doble de casos (4% vs 2% de los niños) de Staphylococcus aureus en los cordones de los padres que debían mantenerlo limpio y seco. Otros estudios comparando estas intervenciones parecen mostrar más diferencias, dejando en peor lugar la intervención de la cura con agua estéril en caso de ver el cordón sucio.
¿Cómo es posible?
Según leemos en la propia introducción del estudio, los investigadores se basaron en la hipótesis de que la leche humana contiene grandes cantidades de anticuerpos de IgA, que parecen tener un efecto preventivo sobre infecciones de la piel. Además, la leche materna tiene efectos antibacteriales y antivirales que pueden ayudar mucho a nivel tópico. Por otro lado, contiene dos clases de los principales factores de crecimiento muscular, que promueven la reparación de cartílagos y la cicatrización de heridas (recordad que es un gran método para tratar los eccemas de la piel atópica).
Por todo ello, y otras posibles propiedades, la aplicación sobre el cordón puede ayudar a evitar sustancias patógenas y ayudar a una momificación más rápida, que provoque una caída temprana del cordón, disminuyendo en consecuencia el riesgo de infección, ya que cuanto antes cae, menores son las probabilidades de que se infecte.
Por cierto, decir que la mención a este estudio la he visto en la página de Facebook del Comité de Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría.
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