La pandemia por COVID-19 que comenzó hace ya dos años ha traído muchas cosas y, entre ellas un aumento de sarna. Existen ya artículos que objetivan un aumento de casos de sarna a las pocas semanas de comenzar la pandemia, tanto en España como en otros países.
Se habla de una epidemia dentro de una pandemia. Parece que, por un lado, el confinamiento ha hecho que aumenten los contagios intrafamiliares (hemos estado mucho tiempo en casa todos juntos); por otro, el miedo a acudir a hospitales y centros médicos ha hecho que se consulte más tarde por otros problemas que, en principio, parecen menos graves, pero que son tremendamente molestos y disminuyen la calidad de vida.
¿Qué es la sarna?
La sarna o escabiosis es una infección producida por un ácaro, Sarcoptes scabiei variedad hominis. Estos parásitos son difíciles de ver a simple vista ya que miden menos de medio milímetro y tienen un color blanquecino-transparente.
Se transmite principalmente a través del contacto directo con la piel y más raramente a través de sábanas, toallas u otros objetos.
El contagio suele producirse en la familia o grupos de convivencia cerrados, ya que se precisa un contacto prolongado e íntimo. Se introduce en la capa más superficial de la piel, donde vive, alimentándose del estrato córneo de la epidermis, y se reproduce. Fuera del ser humano sobrevive tan sólo 2 ó 3 días.
¿A quién afecta? ¿Cómo se contagia?
Aunque muchos relacionan la sarna con una falta de higiene o bajo nivel socio económico, la sarna puede afectar a personas de cualquier edad, raza, sexo y condiciones de higiene y en cualquier país.
Es cierto que existe mayor riesgo de contraer la infección si se pasan periodos prolongados con personas infectadas, si se vive en condiciones de hacinamiento o en lugares poco ventilados.
La mayoría de los brotes tienen lugar dentro de la misma familia y también son más frecuentes en lugares donde hay una estrecha convivencia (cuarteles, centros sociosanitarios, cárceles...).
Cuando más se contagia es por la noche y se necesita un contacto bastante estrecho, estar muy pegaditos. En el cole es más difícil, en las guarderías sí puede contagiarse más fácilmente.
¿Cuáles son los síntomas de la sarna?
El tiempo entre el contagio y la aparición de los síntomas varía entre 2 a 6 semanas. El síntoma principal es el picor, que aparece y/o se intensifica por las noches. De hecho, el término escabiosis proviene del latín scabere, que significa rascar.
El picor de predominio nocturno se debe a que es por la noche cuando las hembras excavan sus surcos bajo la piel. Es habitual que haya varios miembros de la familia con los mismos síntomas.
Las lesiones iniciales de la piel suelen ser pequeños granitos o manchas rojas. Posteriormente aparecen costras y lesiones de rascado. La lesión más típica de la sarna es el surco acarino, unas líneas sobreelevadas de unos pocos milímetros de longitud que corresponden a los surcos excavados por el ácaro.
Al final muchas veces podemos ver una pequeña vesícula, llamada vesícula perlada o perla escabiótica que corresponde al lugar donde se encuentra la hembra.
En algunas ocasiones estas lesiones de la piel pueden sobreinfectarse.
Los lugares más habituales de aparición de las lesiones son los pliegues, donde la piel es más fina y el ácaro penetra más fácilmente: entre los dedos, muñecas, codos, glúteos, genitales…
Con el tiempo e incluso tras haber realizado el tratamiento, pueden aparecer lesiones nodulares, llamadas nódulos postescabióticos debidas a una reacción de hipersensibilidad.
¿Cómo se diagnostica la sarna en niños?
El diagnóstico puede realizarse de manera clínica en muchos casos. La anamnesis (los síntomas que cuenta el niño y/o la familia, los antecedentes de convivientes con los mismos síntomas) y la exploración física con lesiones en la piel compatibles son con frecuencia suficientes para diagnosticar una sarna. Los surcos acarinos pueden teñirse con una gota de tinta china para verse mejor.
En caso de duda, puede visualizarse el ácaro o sus huevos o excrementos en un raspado de piel al microscopio. También pueden visualizarse mediante dermatoscopio manual o videodermatoscopio. En raras ocasiones es necesario analizar una biopsia de alguna de las lesiones.
Tanto los síntomas de la sarna (el picor), como algunas de sus lesiones (granitos, lesiones de rascado, costras, vesículas…) son comunes a muchas enfermedades de la piel lo que puede hacer que, en ocasiones, el diagnóstico se retrase.
¿Cómo se trata la sarna?
El tratamiento tiene dos pilares fundamentales: por un lado, eliminar el ácaro tanto de la piel del niño como de sábanas, toallas y otros objetos; por otro lado, mejorar los síntomas del paciente.
Para eliminar el ácaro de la piel el tratamiento más habitual es una crema escabicida (que mata al parásito); en nuestro medio solemos emplear permetrina. Se aplica una fina capa por toda la piel desde el cuello para abajo. En los lactantes y menores de 2 años debemos aplicarlo también por el cuero cabelludo. Es importante hacer especial hincapié en los pliegues y debajo de las uñas (es recomendable cortarlas antes de iniciar el tratamiento). Debemos dejar actuar a la crema al menos 8 ó 12 horas (toda la noche) y bañaremos o ducharemos al niño después, a la mañana siguiente.
Como la crema no mata los huevos, debemos repetir el tratamiento en 7-10 días, que es el tiempo que tardan las larvas en salir de los huevos.
Otra opción de tratamiento es la Ivermectina oral, que en nuestro país no se comercializa (podemos encontrarla como medicamento extranjero). Es especialmente útil cuando fracasa el tratamiento con crema, en instituciones, sarnas muy extensas u otro tipo de sarnas (como la sarna noruega) y cuando el tratamiento con crema no puede ser llevado a cabo.
Es importantísimo, al igual que sucede en otras parasitosis como las lombrices, que todos los convivientes reciban el tratamiento a la vez, aunque estén asintomáticos; ya que pueden estar en fase de incubación y de no tratarse perpetuaría la infección en la familia o grupo.
Para eliminar el parásito de toallas, sábanas y objetos, debemos lavarlos con agua caliente (al menos 60º) y secarlos y/o plancharlos posteriormente a altas temperaturas. Lo que no pueda ser lavado deberemos guardarlo en una bolsa cerrada durante tres días (algunos autores amplían este plazo hasta una semana).
En cuanto a los síntomas, puede ser necesario un medicamento para disminuir el picor (un antihistamínico) y corticoide en algunas lesiones. Si existe sobreinfección, será necesario también un antibiótico (en crema o por boca en función de la gravedad y extensión).
Tras el tratamiento, puede persistir el picor hasta 3-4 semanas sin que sea síntoma de persistencia del parásito. De igual manera, las lesiones de la piel pueden tardar hasta 4 semanas en desaparecer por completo.
En cuanto al riesgo de contagio, 24 horas tras la aplicación del tratamiento se estima que es mínimo y el niño o niña puede acudir al colegio.
¿Por qué la pandemia por COVID ha traído un aumento de sarna?
Al poco tiempo de comenzar la pandemia, se objetivó un aumento de los casos de sarna. Probablemente Turquía fue el primero en publicarlo, y se ha notificado también en otros países como Italia o España.
En nuestro país, se lleva viendo un aumento de incidencia desde 2014, que se ha exacerbado notablemente con la pandemia.
Este aumento parece deberse al mayor contacto y más prolongado en las familias al tener que permanecer todos en casa largos periodos de tiempo. De hecho, hasta el 80% de los pacientes diagnosticados de sarna durante el confinamiento, según un estudio, convivía con alguna o algunas personas que también sufrían sarna.
Además, el miedo a acudir a centros hospitalarios y el colapso de estos ha hecho que se tardase más en consultar y el diagnóstico se ha hecho más tarde, lo que ha propiciado a su vez un mayor número de contagio y un estado más avanzado de las lesiones.
Fotos |Depositphotos, iStockphoto y Wikimedia Commons
En Bebés y más | Dermatitis atópica: todas las claves para conocer mejor esta enfermedad de la piel