En los últimos dos meses mi hija mediana ya ha faltado al cole varias veces por culpa de los virus catarrales. Congestión nasal, tos y estornudos, décimas de fiebre, inapetencia... Seguro que a todos nos suenan estos síntomas, y es que los catarros son la principal causa de absentismo escolar en nuestro país.
Según los especialistas, los niños pequeños se resfrian entre 6 y 12 veces al año durante los primeros cuatro o cinco años de vida y ante este dato nos preguntamos, ¿podemos hacer algo para evitarlo?
Desgraciadamente no existen medidas que podamos seguir y que eviten al 100% que nuestros hijos se resfríen, pero sí podemos tratar de minimizar los riesgos de contagio siguiendo los siguientes consejos:
1. Ventilar diariamente
Una de las principales medidas que debemos adoptar es la ventilación de nuestra casa, tanto en verano como en invierno y de forma diaria. Unos pocos minutos bastarán para que el aire se renueve y nos deshagamos de virus indeseados presentes en el ambiente.
Recordemos que los virus aprovechan el calor y la falta de ventilación y renovación del aire para actuar, por lo que los espacios cerrados y no ventilados son los verdaderos caldos de cultivo de los virus respiratorios, tan habituales en esta época del año.
2. Taparse nariz y boca cuando salgamos a la calle
Los virus van pasando del tracto respiratorio de una persona al de otra persona de manera directa (al hablar, estornudar, toser, etc.) o de manera indirecta, a través de las manos, si tocamos superficies donde están los virus y nos las llevamos a la boca o la nariz.
Esos virus se quedan en nuestras mucosas y la probabilidad de que prosperen y nos hagan enfermerar es mayor si estamos expuestos al frío, ya que cuando las temperaturas son bajas, los cilios (pequeñas vellocidades) y las mucosas nasales (el sistema de defensa natural que tenemos en la nariz), pierden movilidad facilitando el paso de microorganismos.
Por ello, si en época de frío nos tapamos bien la nariz y la boca cuando salimos a la calle podríamos minimizar, en parte, el riesgo de resfriarnos.
3. Pasar más tiempo al aire libre
Podría parecernos una contradicción hablar de que el frío favorece la entrada de virus en el organismo y en cambio aconsejar pasar más tiempo al aire libre. Pero no lo es pues, como hemos visto, la concentración de virus se produce en entornos cerrados y no ventilados que luego prosperan al estar en contacto con el frío.
Por tanto, si nuestros hijos están bien de salud, abriguémosles y favorezcamos que pasen más tiempo jugando y paseando al aire libre, en lugar de estar en entornos cerrados y hacinados. ¡Tomemos ejemplo de los países nórdicos!
4. Lavado de manos
Tal y como hemos visto más arriba, una de las formas de propagación de los virus es a través del contacto de superficies contaminadas, de ahí que sea fundamental inculcar a nuestros hijos la importancia de lavarse las manos.
Todos, adultos y niños, deberíamos lavarnos las manos con frecuencia al menos durante 20 segundos, prestando especial atención a la limpieza entre los dedos y bajo las uñas, y hacerlo sobre todo después de ir al baño y antes de comer o de manipular alimentos.
Después debemos secarnos muy bien, evitando secadores y toallas de felpa. Es preferible usar toallas de papel desechables, aunque si tuviéramos que recurrir a las toallas de tela deberíamos cambiarla con mucha frecuencia.
5. Lavado frecuente de sus juguetes y chupetes
Al igual que debemos lavarnos las manos varias veces al día, también los juguetes y chupetes de nuestros hijos deben tener una correcta higiene. Limpiémoslos con frecuencia con un trapo con agua y jabón, o con soluciones desinfectantes. También podemos lavarlos en la lavadora en el caso de los peluches.
Chupetes, tacitas, botellas y biberones no deben ser compartidos nunca por otros peques, aunque esto es algo que sabemos que puede ser muy difícil de llevar a cabo en guarderías y colegios.
6. Desechar pañuelos higiénicos tras un primer uso
Tal y como hemos visto con las toallas de papel, debemos hacer lo mismo con los pañuelos; estos deben ser desechables y no de tela, tirarlos tras el primer uso y no compartirlos con nadie.
Y es que a veces podemos caer en el error de limpiar la naricita a nuestro peque y volver a guardar el pañuelo de papel en nuestro bolsillo o incluso utilizarlo de nuevo para limpiar a su hermano. Esta mala práctica es una forma muy fácil y rápida de contagio.
7. Limpiarle los mocos, si molestan
Como ya hemos visto en varias ocasiones, los mocos no son malos ya que constituyen una barrera defensiva para la entrada de virus y microorganismos. Por ello no es necesario obsesionarnos con la limpieza de la naricita de nuestros peques, salvo que veamos que los mocos le incomodan a la hora de dormir o comer, en cuyo caso podemos ayudarnos de suero para despejar sus vías respiratorias.
8. Taparnos la nariz y la boca al estornudar o toser
Como hemos visto, los virus se transmiten del tracto respiratorio de una persona enferma al de otra a través de las secreciones salivares. Por lo que toser y estornudar sin tapanos la boca es una potente fuente de contagio.
Por eso es importante taparse la boca y la nariz cuando vayamos a toser o a estornudar, pero hacerlo siempre con el antebrazo en lugar de con la mano, ya que si nos tapamos con la mano dejaremos los virus impregnados en la superficie que toquemos a continuación.
Sin embargo, un reciente estudio acaba de demostrar que este sencillo gesto que siempre habíamos pensado que podía evitar muchos virus, no es eficaz en los casos de gripe ya que esta enfermedad se transmite con el simple hecho de respirar.
9. Correcta alimentación e hidratación
En general, una alimentación saludable con un aporte adecuado de nutrientes, es la mejor forma de mejorar las defensas, al igual que alargar el mayor tiempo posible la lactancia materna.
La vitamina C no evita que nos resfriemos pero nos ayuda a reforzar el sistema inmunológico. Por tanto, una dieta equilibrada y variada y un correcto aporte de vitamina C pueden convertirse en un magnífico escudo protector.
10. ¿Y si en casa hay algún enfermo?
Sabemos que en un núcleo familiar, aislar a la persona enferma para que no contagie al resto de miembros de la familia puede ser muy difícil de llevar a cabo, sobre todo cuando hablamos de niños.
Así que si nuestro hijo enferma y en casa hay más hermanos -especialmente si estos son bebés- lo único que podemos hacer es evitar que compartan cubiertos o vasos y lavarnos todos las manos con frecuencia. Tampoco debemos llevarle al colegio o a la guardería para evitar que otros niños se contagien.
Si somos nosotros los que estamos acatarrados, extrememos las medidas de higiene antes de manipular la comida de nuestros peques y tratemos de descansar lo máximo posible, ya que el reposo hará que nos sintamos mejor.
11. Ojo con la medicación
Recordemos, una vez más, que no hay que utilizar antibióticos para curar los resfriados por dos motivos:
Los catarros y la gripe son enfermedades de origen vírico, y los antibióticos no sirven para curar los virus
Por otro lado, los antibióticos pueden producir en el cuerpo efectos indeseables como diarrea, candidiasis en vagina o boca...
Por tanto, hidratación, reposo, buena alimentación y en caso de que el pediatra lo recomiende, recurrir a los antitérmicos para mitigiar el malestar o los efectos que pueda causar la fiebre.
Y ya por último recuerda, además, que la vacunación frente a la gripe sigue siendo una buena medida para protegerse frente a este tipo de virus. Consulta más información en este artículo.
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