El síntoma principal es una reducción de la consistencia y aumento de la frecuencia o volumen de las deposiciones que persiste más de dos semanas.
El niño hace caca varias veces al día con una consistencia variable. Puede hacer una caca dura y a la siguiente deposición, blanda, incluso con ambas consistencias durante una misma deposición.
Disculpen que sea tan específica, pero a lo padres nos sirve de mucho reconocer exactamente cómo son las cacas de nuestros hijos.
Otra característica de la DCI es la presencia de moco en las cacas así como restos de alimento sin digerir.
La diferencia con otras enfermedades que comparten estos síntomas como puede ser la enfermedad celíaca es que la nutrición del niño es la adecuada, su estado general es satisfactorio y tiene una talla y un peso normal para su edad; sin embargo a veces se ve comprometida por la dieta que imponemos los padres.
Suele darse en niños que presentan gran apetito, incluso en algunos casos el niño está por encima del percentil 50. Un dato que me parece importante resaltar es que algunos autores relacionan a la DCI con antecedentes de cólicos del lactante (mi niña ha tenido bastantes) o estreñimiento, así como alteraciones digestivas similares en hermanos y padres con colon irritable.
¿Qué hacer ante estos síntomas? No dejar de consultar al pediatra, ya que la diarrea pudiera ser la causa de alguna alteración intestinal como intolerancia a la lactosa, malabsorción de glucosa, enfermedad celíaca o presentar alguna infección intestinal.
Si el bebé todavía toma el pecho, no hay que suprimir la lactancia materna, en niños algo mayores, no introducir alimentos nuevos, retirar los zumos de fruta envasados que contienen demasiada azúcar y no variar la dieta normal del niño, siempre que ésta sea equilibrada. Tampoco hay que hacer dietas restrictivas en calorías ni que excluyan la grasa.
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