Durante los meses fríos, los niños pueden coger un catarro tras otro, y enganchar catarro con laringitis, con otitis y con bronquiolitis (entre otras -itis). Así que, cualquier remedio que pueda ser susceptible de mejorar en algo los síntomas, merece la pena ser probado. Y aquí estarían los humidificadores. Algunos padres (y profesionales) los recomiendan muchos, otros sólo puntualmente. Vamos a analizarlo desde la evidencia.
¿Qué son los humidificadores?
Los humidificadores son aparatos que dan humedad a un ambiente. Están formados por un reservorio donde se acumula el agua y un sistema que permite liberarla en forma de vapor.
Existen diferentes tipos de humificadores, en función de si liberan vapor frío o caliente; los eléctricos son los más comunes y son vaporizadores de agua caliente; los ultrasónicos, en cambio, liberan vapor a temperatura ambiente.
Se estima que una humedad de entre el 40 y el 60% es lo ideal.
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¿Previenen o alivian los síntomas de los catarros?
Uno de los objetivos teóricos de los humidificadores es evitar la sequedad del ambiente para que el moco en los catarros sea más fluido y se movilice mejor (cuando se quedan secos cuesta más echarlos). Sin embargo, no hay estudios que demuestren que los humidificadores mejoran los síntomas de los catarros. Es más, aumentar demasiado la humedad ambiente podría incluso ser contraproducente, según algunos estudios.
En 2017, Cochrane publicó una revisión sobre el tema, recogiendo datos de 6 estudios, con un total de 387 pacientes sobre la inhalación de vapor caliente como tratamiento de un catarro. Aunque no encontraron empeoramiento de los síntomas, tampoco hay evidencia de que mejorasen.
¿En qué situaciones NO son en absoluto recomendables los humidificadores?
Los niños que tiene asma o rinitis alérgica no deben usar humidificador. Una excesiva humedad del aire favorece el crecimiento de hongos y ácaros del polvo, responsables de gran parte de las crisis de rinitis y asma alérgicas. Además, los reservorios pueden contener aeroalérgenos (sustancias del aire que ocasionan una crisis de asma o rinitis alérgica). Tampoco se recomienda su uso en infecciones de vías aéreas inferiores (neumonías).
En el caso de niños sanos con catarro, motivo principal de usar un humidificador, no parece que añadir humedad a un ambiente estándar (humedad 40-60%) aporte beneficios sobre los síntomas de la enfermedad. De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) no recomienda usarlos en los catarros.
¿En qué situaciones pueden ser beneficiosos?
Desde mi punto de vista, sólo cuando el aire ambiente esté muy seco (ya que el humidificador añade humedad al ambiente). La humedad ideal está entre un 40 y un 60%. Si es inferior al 40%, podría estar indicado usar un humidificador. Podemos medirla con un pequeño aparato llamado higrómetro.
El ambiente seco puede dificultar que fluya el moco; de hecho, la Asociación Americana de Pediatría sí recomienda los humidificadores para aliviar la congestión nasal.
La sequedad del ambiente también puede ocasionar que la nariz sangre con facilidad (epistaxis o hemorragias nasales); en estos casos también nos beneficiaríamos de un humidificador.
Por último, una de las posibles razones para el empeoramiento de las dermatitis atópicas en invierno es la mayor sequedad del aire ambiente por el uso de la calefacción. En estos casos, también podría ser beneficioso usar un humidificador.
En el caso de las infecciones respiratorias, es importante remarcar que usar un humidificador no hará que el catarro o la laringitis o la bronquiolitis duren menos o los síntomas más leves. Sólo logrará mantener nuestras mucosas bien hidratadas en ambientes muy secos. Cuando respiramos, la mucosa del aparato respiratorio se encarga de filtrar, calentar y humidificar el aire. Si el aire del ambiente es excesivamente seco, con el humidificador conseguiremos facilitar este proceso.
¿Usar un humidificador tiene riesgos?
Sí. Los de aire caliente pueden producir quemaduras. Los que producen vapor frío, pueden producir broncoespasmos y/o infecciones respiratorias o daño pulmonar si se acumulan hongos y bacterias en su reservorio (especialmente cuando no se limpian bien)
La Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria recomienda usar los humidificadores ultrasónicos en vez de los eléctricos para evitar quemaduras.
¿Cómo usar el humidificador?
En el caso de necesitar un humidificador, es importante que sigamos ciertos cuidados. La Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria nos da algunas pautas:
- Usarlo sólo cuando sea necesario y para aportar la humedad adecuada para el ambiente concreto.
- Cambiar diariamente el agua del reservorio. Es preferible usar agua destilada.
- Limpiar cada 3 días siguiendo las instrucciones del fabricante. Vaciar el reservorio y limpiarlo a fondo con un cepillo. Secar bien todas las partes.
- Mantener los vaporizadores calientes fuera del alcance de los niños para prevenir quemaduras.
- Evitar que las superficies de alrededor del aparato estén húmedas o mojadas. Si esto ocurre, disminuir el volumen de humidificación. Si no es posible, usar el dispositivo intermitentemente.
Resumiendo, no tengo humidificador, ¿me compro uno?
Salvo que el ambiente en vuestra casa sea excesivamente seco, no es necesario (y aún si lo fuese hay otras alternativas). Aunque en teoría a mayor humedad, más fluidos son los mocos, no parece que humidificar de más el ambiente mejore los síntomas catarrales.
Además, los humificadores no están exentos de riesgos (quemaduras, infecciones) y en algunos casos como el asma o las neumonías pueden ser contraproducentes. Podrían ser de utilidad en el caso de epistaxis o brotes de dermatitis atópica por sequedad excesiva del ambiente.
Si necesitamos aumentar la humedad del ambiente pero no disponemos de humidificador ni queremos comprar uno, una alternativa es poner un humidificador de radiador o colocar un recipiente con agua debajo de los radiadores para así añadir algo de humedad al ambiente.