En la medicina y en lo que a niños se refiere, dos y dos no siempre son cuatro, pero sí muchas veces. Los que tenemos más de un hijo y más de dos, solemos vivir con preocupación la enfermedad de los hermanos pequeños porque, en parte, nos sorprende que enfermen más que el mayor.
Hay padres que no lo entienden, que se preocupan, que piensan que su hijo pequeño es más débil o frágil. Sin embargo, la razón es más que obvia: el segundo hijo, nada más nacer, ya va a la "guardería".
La guardería, ese sitio donde los niños cogen muchas enfermedades
Imagina un sitio relativamente cerrado donde puedas juntar a muchos niños, varias horas al día, con sus virus y bacterias. Sí, ese sitio suele ser la guardería o escuela infantil, y es un lugar donde los niños son pequeñitos, tienen sistemas inmunitarios muy inmaduros todavía y son muy capaces de contagiarse de sus compañeros, casi con solo mirarse. Pues bien, para un bebé recién nacido su hermano mayor es, a pequeña escala, su guardería particular, muchas veces cargada de virus.
Si el mayor aún es pequeño y no va a la guardería ni al cole, mejor por el pequeño, porque estará seguramente más sano. Pero si ya ha empezado el colegio o va a la guardería, o si simplemente pasa tiempo con otros niños pequeños en lugares cerrados, o es un niño de mucho contacto con otros niños, el riesgo para el mayor se incrementa y, en consecuencia, también el riesgo del pequeño de enfermar.
Dos meses y ya empezó con su primer antibiótico
Nuestro primer hijo creo que tenía dos o tres años cuando tomó antibiótico por primera vez. Quizás tenía cuatro o cinco años cuando le pusimos ventolín (el inhalador) en la cámara y, en general, ha gozado de una muy buena salud. Claro, hasta los 3 años y medio no empezó en el colegio, así que hasta entonces no tuvo muchas oportunidades para que le contagiaran y, mientras tanto, su sistema inmunitario iba madurando y mejorando día a día.
Nuestro segundo hijo, en cambio, sufrió su primera otitis con un par de meses, y el pediatra le recetó ya su primer antibiótico, dejando ir la frase que hoy os reproduzco, porque se me quedó grabada en la memoria: "Claro, es que éste ya va a la guardería". A los 6 o 7 meses sufrió su primera bronquitis y tuvimos que ponerle el mencionado inhalador, antes incluso que a su hermano mayor, que por entonces tenía solo un poco de tos y mocos, nada serio.
El tercero, pobrete, también se llevó su ración de antibiótico con menos de dos meses, aunque en este caso fue una infección de orina y no podemos echar la culpa a los mayores, pero el primer año fue un poco caótico en cuanto a laringitis y posteriores bronquitis, peor incluso que con el segundo.
¿Y los padres, también?
No sé cómo lo viven los padres a nivel de contagios y enfermedades, pero yo desde que estoy en pediatría y tengo hijos paso unos inviernos que dan miedo. No sólo me pongo enfermo más que nunca, sino que cuando me pongo, me dura hasta el hartazgo. Será que me llegan virus infantiles salvajes y, de tanto rodearme con niños, mi cuerpo ya actúa como el de ellos, pillándolos todos.
Calma y paciencia
Lo que quiero explicar, en esencia, es que no desesperéis si los hijos que siguen al primero enferman más. Él tuvo la suerte (al menos para esto, es una suerte) de ser el primero y de no tener un hermano que le pudiera traer enfermedades, así que tiene una excusa para gozar de buena salud. Los siguientes, llegan ya con niño en casa, así que es normal que enfermen más. Calma, paciencia, porque crecerán igualmente, sus defensas irán aumentando con el tiempo y, poco a poco, tendrán un mejor estado de salud.
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