Imagínense pasar del calentito vientre de mamá a una fría incubadora en una sala de cuidados intensivos. ¡Menuda diferencia! Por eso, lo menos que se puede hacer es proporcionarle al bebé, además de los cuidados médicos necesarios, un ambiente acogedor y un trato más sensibilizado.
Algunas medidas como reducir la manipulación del bebé, evitar la sobreexposición a la luz y el ruido, y mejorar las posturas del niño dentro de la incubadora para alargar los períodos de descanso se recogen en el programa sobre el cuidado de los bebés prematuros NIDCAP (Newborn Individualized Developmental Care and Assessment Program).
A propósito de las posturas para favorecer el descanso del niño dentro de la incubadora, hoy mismo Eva nos comenta sobre el uso de hamacas en Colombia que les ayuda a relajarse y a dormir más profundamente acelerando su recuperación.
Este tipo de técnicas más “humanizadas", así como también el método Madre Canguro del que hemos hablado varias veces, ayudan a mejorar la función cerebral del prematuro y su desarrollo neurológico disminuyendo los días de asistencia respiratoria y, a la larga, su permanencia en el hospital.
La imposición estricta de horarios para que los padres visiten a su hijo es absolutamente contraria al trato humanizado del prematuro. Está comprobado que no hay como el contacto piel con piel (volvemos al método canguro) que ayuda a los pequeños a establecer un vínculo afectivo con sus padres, además de reducir el dolor, las alteraciones fisiológicas y el riesgo de enfermedad. Por supuesto, todo esto beneficia enormemente al bebé y reduce la angustia de los padres.
Así que aquellos que inventaron la camarita web para que los padres visiten a su bebé a través de internet podrían ir sumándose menos a la tecnología y más a los cuidados humanizados.
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