Un embarazo normal dura aproximadamente nueve meses (unas 40 semanas). Cuando el bebé nace antes de las 37 semanas de gestación, hablamos de prematuridad. Si nacen por debajo de las 32 semanas hablamos de grandes prematuros y por debajo de la 28 de prematuridad extrema.
La prematuridad es un problema importante en nuestro medio, pues se calcula que en nuestro país uno de cada 10 bebés nace prematuro.
Nacer antes de tiempo implica que el cuerpo no está suficientemente preparado para la vida extrauterina y estos bebés son más propensos a sufrir problemas, y estos son más numerosos y más graves cuanto mayor es la prematuridad.
1. Problemas neurológicos
La inmadurez cerebral debida a la prematuridad y las situaciones en las que el cerebro no recibe suficiente oxígeno pueden afectar al adecuado desarrollo neurológico de estos bebés. Los prematuros tienen además mayor probabilidad de sufrir una hemorragia intraventricular o un infarto hemorrágico.
Los problemas neurológicos de los prematuros puede ser motores (parálisis cerebral), retraso del desarrollo, alteraciones en el cociente intelectual y alteraciones del comportamiento (por ejemplo, trastorno de déficit de atención e hiperactivdad).
Estos bebés suelen tener un desarrollo psicomotor acorde a su edad corregida y no a su edad cronológica durante los primeros 2 años de vida. Muchos de estos bebés, además, necesitan atención temprana (estimulación, fisioterapia, logopedia…).
2. Problemas digestivos
El aparato digestivo de los recién nacidos prematuros también es inmaduro. Hasta aproximadamente las 32 semanas de edad gestacional no desarrollan los reflejos de succión y deglución, por lo que tienen que comer a través de sonda nasogástrica. Además, estos bebés sufren con frecuencia reflujo gastroesofágico, con regurgitaciones y/o vómitos.
Por otro lado, los bebés prematuros tienen riesgo de sufrir enterocolitis necrotizante (a menor edad gestacional, mayor riesgo). La enterocolitis necrotizante es una inflamación del intestino que puede llegar a dañar las paredes y, en ocasiones, precisar cirugía. Es la patología intestinal más grave y más frecuente de los prematuros. La lactancia materna es el factor protector más importante frente a la enterocolitis necrotizante.
3. Problemas respiratorios
Los pulmones y el sistema respiratorio de los recién nacidos pretérmino no están completamente desarrollados.
En concreto, suelen tener falta de surfactante, un líquido que permite que se realice un adecuado intercambio gaseoso a nivel de los alveolos al mantenerlos abiertos. Esta falta de surfactante origina la enfermedad de membrana hialina. Para prevenirlo, pueden administrarse a la madre corticoides prenatalmente. Si ya está instaurada la enfermedad, estos bebés necesitarán soporte respiratorio y administración de surfactante.
Otro problema frecuente en los prematuros son las pausas de apnea; a veces, estos bebés “se olvidan” de respirar, porque el centro que regula la respiración, localizado en el cerebro, también es inmaduro. Para solucionarlo puede pautarse un medicamento (cafeína), además de una serie de medidas generales (controlar la posición del cuerpo, la temperatura… En algunos casos, necesitan soporte respiratorio.
4. Termorregulación
Los bebés prematuros no son capaces de regular bien su temperatura. Además, apenas han tenido tiempo para acumular grasa que les proteja del frío. Las condiciones del medio externo no son las mismas que las del útero de su madre, por lo que necesitan permanecer en incubadora, donde la temperatura y la humedad son más idóneas.
Cuando realizan piel con piel también son capaces de regular su temperatura; de hecho, en recién nacidos prematuros sin signos de alarma, se recomienda piel con piel inmediatamente tras el parto.
5. Ductus arterioso persistente
El corazón del feto es diferente del de niño y adulto. Dentro de la tripa, los pulmones no funcionan, ya que es la placenta la que se encarga de la oxigenación. Por ello, el corazón tiene una estructura un poco diferente. En concreto, existe un vaso llamado ductus arterioso que conecta la arteria pulmonar con la aorta y permite que llegue sangre oxigenada a todo el cuerpo.
Tras el nacimiento, los pulmones comienzan a funcionar y el ductus, que ya no es necesario, suele desaparecer. Si se queda abierto (algo que sucede con mayor frecuencia en prematuros), puede ocasionar problemas. En el caso de que sea necesario cerrarlo, puede hacerse mediante un fármaco o mediante cirugía.
6. Visión y audición
Cuando un bebé nace antes de tiempo, su ojo no está completamente desarrollado. El crecimiento de los vasos sanguíneos del bebé fuera del útero puede ser desordenado y alterado, apareciendo la llamada retinopatía de la prematuridad. Éste es un problema relativamente frecuente por lo que es fundamental que los bebés prematuros tengan controles oftalmológicos desde el nacimiento.
En cuando a la audición, los prematuros tienen mayor riesgo de pérdida de audición. Por ello, los controles auditivos son también fundamentales, para detectar precozmente posibles alteraciones y poner tratamiento cuanto antes.
7. Anemia de la prematuridad
Los glóbulos rojos de los bebés prematuros “viven” menos que los de los bebés que nacen a término. Además, a estos bebés es frecuente que se les realicen analíticas de sangre (especialmente si están ingresados y muy enfermos) y pueden sufrir hemorragias, lo que contribuye a agravar la anemia. Para evitarlo, se les pauta hierro y, en determinadas ocasiones, puedes necesitar una trasfusión de sangre.
8. Crecimiento
Los recién nacidos prematuros tienen, en general, menores depósitos de todos lo nutrientes, por lo que pueden necesitar aportes extra. Además, muchos de ellos han crecido menos de lo esperado durante el embarazo y necesitarán mayores aportes para logar un mayor crecimiento.
Tanto el desarrollo psicomotor como el crecimiento de los prematuros debe valorarse, durante el primer año/primeros 2 años de acuerdo a su edad gestacional corregida, es decir, como si hubiesen nacido cuando les tocaba (cuando su madre cumplía las 40 semanas de embarazo).
9. Las infecciones
El sistema inmune de los bebés prematuros es inmaduro, y esto hace que tengas más riesgo de sufrir una infección, así como de que ésta sea más grave. Por ello, es fundamental extremar las precauciones durante sus primeros meses de vida: higiene frecuente de manos, mascarilla si estamos enfermos, evitar visitar sitios con aglomeraciones y recibir excesivas visitas en casa. Además de esto, la leche materna y la vacunación han demostrado tener un papel protector frente a algunas infecciones.