Los padres dan su versión de los hechos e indican que el error fue del médico que realizó la prescripción y no sabemos si decir que "lo más gordo", es que después de que el pequeño falleciera, modificó la hoja de la prescripción para que se reflejara la coma que no había escrito, tenía que administrar 16,5 mg en lugar de los 165 mg de doxorrubicina que el pequeño recibió, lo que le causó la muerte. El médico ha sido sancionado con un expediente, algo que indudablemente resulta muy leve teniendo en cuenta que ha muerto un niño a consecuencia del error. Somos humanos y los errores se asocian a nosotros, todo el mundo comete errores, a pesar de las consecuencias, si son involuntarios pueden incluso llegar a comprenderse, pero lo que no se comprende es que no se reconozca el error y que incluso se intente engañar conscientemente para esquivar las responsabilidades, esto si merece ser castigado. La sanidad valenciana todavía no se ha pronunciado frente a este hecho y de momento se espera la resolución judicial.
A pesar del gran respeto y admiración que podamos sentir por todo el personal sanitario y la labor que realiza, hechos como este dañan a los verdaderos profesionales, no hacen más que acrecentar el temor de los padres frente a las actuaciones médicas y más cuando los errores médicos no se reconocen.
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