Cuando nace el bebé, lo analizamos de arriba a abajo para comprobar que tiene todo en su sitio y una de la cosas que primero miramos son sus orejas. Si son grandes, pequeñas, prominentes, simétricas, alineadas…
En un 60 por ciento de los casos el problema salta a la vista inmediatamente después del nacimiento: el bebé tiene orejas de soplillo. También conocidas como orejas en asa, despegadas o aladas.
En otros casos, las orejas se van despegando a medida que el niño crece. Los padres notan que es una separación exagerada y que las orejas no están en armonía con el resto de la cara.
De todas formas, no todas las orejas que a los papás les parecen despegadas son consideradas una malformación congénita. En realidad no es una malformación, pues la oreja está bien formada en sus estructuras, sino una deformidad, puesto que en los últimos meses de embarazo la oreja no completó su posición normal.
¿Pero qué se considera una deformidad y qué no?
Las orejas de soplillo son el problema estético más frecuente en la infancia. Se debe a que falta o escaso desarrollo de uno de los pliegues de la oreja llamado antihélix, produciendo una excesiva profundidad de la concha de la oreja. En la mayoría de los casos se da en ambas orejas.
Una oreja despegada es aquella cuya parte libre, es decir la parte superior lateral, tiene una separación de más de dos centímetros de la cabeza.
La apariencia alada de las orejas no perjudica en absoluto la audición, pero en muchos casos afecta la autoestima del pequeño quien a partir de cierta edad, alrededor de los cinco o seis años ya empieza a tener noción de su apariencia física.
En algunos casos, las orejas de soplillo tienden a hacerse más discretas a medida que el niño crece, ya sea porque la cabeza va creciendo y se disimula la deformidad, o porque el pelo ayuda a disimularlas.
Efectos psicológicos
En algunos casos la deformidad es demasiado notoria y esto empieza a ser un complejo para el niño que se convierte en motivo de burla o mofa por parte de sus compañeros. A nadie le gusta que se rían de sus defectos ni que le llamen “Dumbo”, “orejotas”, “Mickey Mouse” o “Pepe soplillo”
Algunos niños lo toman con normalidad, pero otros pueden verse realmente afectados a causa de sus orejas prominentes.
El efecto de no estar a gusto con su propia imagen repercute en su vida diaria. Afecta su forma de relacionarse con otros niños, su autoestima e incluso puede acarrear problemas escolares, de concentración y estrés.
Cuando el problema pasa a ser un trauma, hay que buscar una solución por el bienestar del pequeño. Se puede optar por someter al niño a una operación de cirugía estética.
Los especialistas aconsejan que se le exponga al niño la posibilidad y que sea el propio niño quien pida ser operado así se siente partícipe de la decisión.
Soluciones a las orejas de soplillo
- La otoplastia
La otoplastia es la operación de cirugía estética destinada a corregir las deformidades de las orejas. Es la cirugía reparadora más demandada entre los menores de edad. Siete de cada diez personas que se operan de las orejas son niños.
La operación dura dos horas y se lleva a cabo mediante sedación y anestesia local. Es una intervención sencilla, de bajo riesgo, es definitiva y su recuperación es muy rápida, pero implica someter a un niño a una operación quirúrgica. Se deberá evaluar en cada caso por parte del niño, los padres y el pediatra si compensa en función del resultado.
La edad más adecuada para hacer una otoplastia es a partir de los seis o siete años, cuando las orejas ya han adquirido su forma definitiva.
- Soluciones no quirúrgicas
También existen métodos no quirúrgicos para la corrección de las orejas separadas. Otostick Bebé es un corrector estético, indicado para usar en bebés a partir de los tres meses, que consiste en dos láminas de silicona transparentes, que se fijan a la cabeza y a la oreja con adhesivos hipoalergénicos.
Según un estudio publicado en 2016 en la Revista de Atención Primaria de la Asociación Española de Pediatría, "el uso de Otostick Bebé durante 12 meses se considera un método eficaz para la corrección de las orejas despegadas y puede ser una alternativa a la cirugía antes de que puedan surgir problemas psicológicos".
También existe una solución conocida como Earfold. Consiste en un implante metálico recubierto en oro que se coloca por debajo de la piel en la parte superior de la oreja mediante una pequeña incisión. Se lo conoce como la otoplastia sin cirugía y se realiza en adultos y niños y niñas mayores de siete u ocho años.
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