"No te metas al agua que te puede dar un corte de digestión": derribando el mito de que los niños tienen que esperar dos horas después de comer para bañarse

Seguramente, de pequeños os habrán dicho muchas veces "no te puedes bañar después de comer, tienes que esperar dos horas". Y vosotros se lo decís ahora a vuestros hijos mientras ellos esperan esos 120 interminables minutos después de haber dado el último bocado, ya sea en la playa o en la piscina.

Pasado ese tiempo, y tras responder unas cuántas veces a "cuánto falta", papá o mamá dan luz verde al permitido chapuzón, pero ¿realmente es necesario que los niños esperen dos horas después de comer para evitar un corte de digestión o es un mito?

Qué es (y qué no es) un corte de digestión

El corte de digestión como tal, no existe, pues la digestión no se interrumpe en ningún momento. El mal llamado corte de digestión es en realidad un síndrome de inmersión o síncope por hidrocución, que ocurre cuando se produce una alteración brusca de los reflejos al contacto con el agua, pudiendo provocar una pérdida de conocimiento o, en los casos más graves, una parada cardiaca.

Al introducirse en el agua de forma brusca, con la piel caliente por haber estado al sol, y al tomar contacto con el agua del mar o de la piscina (sobretodo si está muy fría), se produce un reflejo de inmersión extremo.

Cuando nos sumergimos debajo del agua, el organismo reacciona para adaptarse al medio subacuático disminuyendo la frecuencia cardiaca y una constricción de los vasos sanguíneos más superficiales para garantizar que el cerebro tenga un mayor aporte de oxígeno.

Los niños, al igual que los ancianos, son más propensos a estas descompensaciones, pues sus mecanismos de reflejos son más lentos.

La hidrocución se produce a causa de este reflejo de inmersión extremo, no por haber ingerido antes comida. Sin embargo, si se ha comido recientemente, la digestión puede favorecer que se desencadene ya que el cerebro recibe menos oxígeno durante este proceso. Y de ahí el error de llamarlo "corte de digestión".

Sin embargo, “es raro que un niño haga comidas copiosas en verano, por lo que la prohibición del baño en las dos o tres horas después de comer no tiene sentido. Sobre todo, si el agua no está especialmente fría. Podría ser peor, si en esa espera el niño está jugando al sol y luego se tira de golpe al agua”, señala la Dra. María Jesús Esparza, portavoz de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap).

También es más probable que ocurra el síncope por hidrocución tras haber practicado ejercicio intenso o haber bebido alcohol, en el caso de los adultos.

Síntomas de hidrocución (mal llamado corte de digestión)

Lo que sucede cuando se produce una hidrocución es que el cerebro corre el riesgo de recibir menor flujo de sangre y por ende, de oxígeno, lo que ocasionaría mareos, nauseas, palidez, visión borrosa, escalofrías, vómitos y pérdida de conocimiento. Y si esto sucede dentro del agua, mayor riesgo de ahogamiento.

El peligro de hidrocución aumenta si la comida ha sido muy abundante, -pues el proceso de digestión requiere mayor aporte de oxígeno-, si el agua está muy fría y si la piel está muy caliente. No es frecuente que ocurra, pero hay algunas medidas de precaución que podemos tomar.

Cómo evitar riesgos

Conociendo esto, no tiene sentido que hagamos esperar dos horas a los niños para poder bañarse, pero sí lo tiene que usemos el sentido común.

Es decir, hay varios factores que debemos tener en cuenta, como si la comida ha sido copiosa, que tendría más sentido esperar, o si ha sido ligera, que no haría falta si tenemos precaución, como por ejemplo:

  • No meterse al agua del mar o de la piscina de forma brusca: meterse de a poquito para bajar poco a poco la temperatura corporal y que el organismo se vaya acostumbrando al cambio.
  • Si el niño ha estado expuesto al sol y notamos su piel muy caliente, hay que bajarle la temperatura corporal, refrescando primero brazos y piernas, cabeza, cuello y meterse poco a poco. Puede jugar primero donde el agua no cubre antes de meterse por completo.
  • Si la comida ha sido copiosa (lo cual no es habitual ni recomendable en verano), es preferible esperar y no zambullirse directamente.
  • Si la comida ha sido ligera y frugal, como suelen ser las comidas en verano, puede bañarse después de comer sin esperar, metiéndose poco a poco.
  • ¡Cuidado! Si el niño ha estado haciendo tiempo jugando bajo el sol y luego se tira de cabeza al agua corre el mismo riesgo de sufrir un síncope por hidrocución. Recordemos que no sucede por comer antes, sino por el choque brusco de temperaturas al contacto con el agua.
  • Y por último, nunca le quites los ojos de encima a un niño dentro del agua, aunque ya sepa nadar. Así, ante el menor síntoma de que algo va mal, puedes reaccionar cuanto antes.

Foto portada | Pexels

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