Cuando pensamos en alguien con autismo muchas veces pensamos en alguien con un talento o habilidades únicas, como una capacidad artística innata o una memoria impresionante. También podemos pensar en una persona con buena cabeza para la ingeniería y las matemática o que presta más atención a los detalles.
Esto se debe a que, a pesar de todas las historias negativas sobre una posible “epidemia de autismo”, la mayoría somos capaces de reconocer que las personas con condiciones autistas suelen tener toda una serie de habilidades y talentos muy valorables, tanto a nivel técnico como social.
La ciencia también ha demostrado que un alto número de personas que no han sido diagnosticadas con autismo tienen rasgos autistas. Aunque muchas de estas personas no hayan sido diagnosticadas oficialmente, sí que podrían dar positivo si realizaran las pruebas pertinentes y el hecho de que no sean conscientes de estos rasgos y lleven una vida normal hace que muchas de sus particularidades sean a menudo una ventaja.
Los orígenes del autismo
Cuando hablamos del espectro autista nos referimos a que todos somos “un poco autistas” y encajamos de alguna forma con alguno de los rasgos del autismo.
Gracias a la investigación genética, ya sabemos que el autismo y los rasgos autistas han sido parte de lo que nos hace humanos desde hace mucho tiempo.
La investigación ha demostrado que algunos genes clave del autismo son parte de una herencia compartida con el mono, anterior a la “división” que acabó suponiendo la lenta evolución hasta el ser humano y que ocurrió cuando nuestros antepasados simios se diferenciaron de otros simios que siguen existiendo a día de hoy. Otros genes del autismo son más recientes en términos evolutivos, aunque no dejan de tener más de 100.000 años de antigüedad.
La ciencia también ha demostrado que el autismo, en su mayor parte, es altamente hereditario. Aunque un tercio de los casos de autismo se puede atribuir a la aparición aleatoria de “errores genéticos” o mutaciones espontáneas, en algunas familias se concentran altas tasas de autismo y para muchas de estas familias esa pizca de autismo puede tener algunas ventajas.
Todo esto sugiere que el autismo existe por una razón y, tal y como demostramos en nuestro reciente libro y en nuestro artículo especializado, nuestros antepasados con autismo jugaron un papel importante en sus grupos sociales a través de la evolución humana debido a sus habilidades y talentos excepcionales.
Genes antiguos
Si nos remontamos a miles de años atrás, las personas que muestran rasgos autistas no sólo eran aceptadas socialmente, sino que podrían haber sido muy respetadas.
Muchas personas con autismo tienen una capacidad de memoria excepcional, mayor percepción de la visión, el gusto y el olfato, y, en algunos casos, una mejor comprensión de los sistemas naturales, tales como el comportamiento animal. La incorporación de algunas de estas habilidades en una comunidad habría jugado un papel vital en el desarrollo de especialistas y es muy probable que estos especialistas a su vez fueran de vital importancia para la supervivencia del grupo.
Un estudio antropológico de los pastores de renos afirmaba que:
El extraordinario abuelo tenía conocimientos detallados sobre el parentesco, la historia clínica y los estados de ánimo de cada uno de los 2.600 animales del rebaño.
Estaba más cómodo en compañía de renos que de seres humanos y solía distanciarse de los demás, incluso cocinando por su cuenta. Su hijo trabajaba como pastor y en los verano a este le acompañaban sus propios hijos, los adolescentes Zhenya y Sergei.
Rasgos autistas en el arte
Se pueden encontrar más pruebas en los rasgos comunes que existen entre algunas pinturas del arte rupestre y los artistas autistas con más talento. La cueva de Chauvet, en el sur de Francia, contiene algunas de las pinturas rupestres figurativas mejor conservadas del mundo.
Las pinturas muestran un realismo excepcional, gran capacidad de memoria, atención a los detalles y un enfoque por las partes en vez de por el conjunto total.
Se trata de rasgos autistas que también se pueden encontrar en artistas con talento que no tienen por qué tener autismo pero que son mucho más comunes en artistas autistas.
Reescribiendo la historia
Pero por desgracia, a pesar de los hechos y las pruebas arqueológicas, los relatos sobre los orígenes de la humanidad han tardado en ponerse al día. Pocas veces se ha tenido en cuenta la diversidad en las reconstrucciones de los orígenes humanos y les ha llevado a los investigadores mucho tiempo ir más allá de la imagen de un hombre que evoluciona a partir de una forma simiesca que es lo que normalmente solemos asociar con la evolución.
Solo recientemente se ha reconocido el papel clave de las mujeres en nuestro pasado evolutivo y la narrativa hasta entonces tendía a centrarse en el papel de los hombres. Así que no es de extrañar que incluir el autismo (algo que para muchos sigue siendo un “trastorno”) sea algo controvertido.
Este es el principal motivo por el que los argumentos acerca de la inclusión del autismo y la forma en que debe haber influido en la evolución se hayan puesto en ridículo.
Pero dado lo que sabemos, es el momento de revisar el papel del autismo en la evolución humana. Michael Fitzgerald, el primer doctor en psiquiatría infantil y adolescente en Irlanda especializado en el trastorno del espectro autista, afirmaba sin escrúpulos en una entrevista en 2006 que:
Toda la evolución humana se vio impulsada por el síndrome de Asperger con rasgos de autismo y por las personas autistas. Los seres humanos todavía estarían sentados en cavernas chapurreando entre ellos si no fuera por el autismo.
Aunque yo no iría tan lejos, estoy de acuerdo en que sin esa “dirección marcada por el autismo” en nuestras comunidades humanas probablemente no estaríamos donde estamos hoy.
Autora: Penny Spikins, Profesora titular de la arqueología de los Orígenes Humanos de la Universidad de York.
Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí.
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