Diversos estudios a lo largo de los años han demostrado que tener una mascota, además de proporcionar compañía y una bonita amistad, tiene múltiples beneficios para la salud física y emocional de los niños.
Un estudio reciente, encontró que tener un gato como mascota ayuda a los niveles de ansiedad y mejorar las habilidades sociales en los niños con autismo. Te compartimos los resultados.
El estudio
Publicado en la revista Pediatric Nursing, el estudio dio seguimiento por 18 meses a familias que tenían niños con autismo de entre 6 y 14 años de edad, con la finalidad de analizar cómo influía la adopción de un gato en sus hogares.
Antes de realizar el proceso de adopción, se examinó a cada gato seleccionado utilizando el perfil de temperamento felino, para asegurarse de que fueran tranquilos y armonizaran bien con la familia.
Previo a la llegada de los gatos, se dio seguimiento a cada familia por 18 semanas, para después adoptar un gato y nuevamente darles seguimiento por 18 semanas. A través de encuestas, se midieron las habilidades sociales y la ansiedad en los niños con autismo, así como el vínculo entre padres e hijos.
Las familias no solo informaron un vínculo instantáneo entre su hijo con autismo y su nuevo gato, sino que el vínculo se mantuvo fuerte a lo largo del tiempo y la ansiedad del niño disminuyó con el tiempo, así como ciertos problemas de comportamiento como la hiperactividad o falta de atención.
La doctora Gretchen Carlisle, autora principal del estudio, explica que los gatos, al ser tranquilos, son una mascota apropiada y reconfortante para los niños con autismo, especialmente para aquellos que pueden tener problemas sensoriales o ser sensibles a ruidos fuertes.
En conclusión, el estudio encontró que introducir un gato en la familia podría tener un impacto positivo en los niños con Trastorno del Espectro Autista (TEA) y sus padres.
Foto | Pixabay
Vía | EurekAlert
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