Cuando yo era bebé a mi madre le recomendaban que me pusiera a dormir boca abajo, pero claro, todavía no había evidencias de que supusiera un riesgo de muerte súbita. Dicho sea de paso, 30 años atrás la incidencia del síndrome era mucho menor.
Desde que se ha comenzado a recomendar poner a dormir a los bebés boca arriba (a principios de los ’90) ha reducido notablemente (en un 50%) el número de casos de muerte súbita del lactante (SMSL). La postura al dormir es uno de los factores relacionados con el síndrome pero no el único. El tabaquismo materno, por ejemplo, está demostrando tener una fuerte influencia, quizá mayor que la postura.
Hay evidencias científicas de que esta posición reduce el riesgo de que el bebé padezca episodios de apnea del sueño, es decir breves interrupciones de la respiración durante el sueño, dado que favorece el paso del aire.
Pero dormir boca arriba también está demostrando tener su consecuencia negativa. Predispone a que el bebé sufra plagiocefalia posicional, deformidad en la cabeza del bebé caracterizada por el achatamiento de la parte trasera y una asimetría craneal. Los casos han aumentado un 14%, lo cual está preocupando a los servicios de neurocirugía pediátrica abarrotados por este tipo de consultas.
Aunque la postura “de espalda” sigue siendo la postura recomendada por los pediatras, se aconseja alternarla colocando al bebé tumbado sobre ambos lados para evitar que el cráneo se deforme. Como ya sabéis, el cráneo del recién nacido es todavía fácilmente moldeable.
El lema es que “la plagiocefalia se puede tratar mientras que la muerte súbita no". Totalmente de acuerdo, pero la plagiocefalia puede acarrear trastornos y suponer un riesgo neurológico. Para tratarla se le coloca al bebé un casco moldeador, que además de incómodo es caro y no lo cubre la Seguridad Social.
La prevención de la plagiocefalia es muy sencilla. La clave está en repartir el tiempo que el bebé duerme en las tres posiciones. Un rato boca arriba, otro sobre el lado derecho y otro sobre el lado izquierdo. No hay que utilizar siempre la misma forma de acostar al bebé, tanto en las siestas como de noche. Se pueden aprovechar los despertares nocturnos para ir cambiándolo de posición.
Otro factor importante y muy recomendable es que cuando el bebé está despierto y con ganas de jugar se lo coloque boca abajo, apoyado sobre su tripita (por ejemplo, sobre una manta de juegos) para fortalecer la musculatura de la espalda y desarrollar sus capacidades motoras.
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