Verano con niños: la importancia del consumo de agua

Empezamos nuestro Especial Verano con niños con una recomendación que no podéis pasar por alto en verano: la importancia del consumo de agua.

¿Por qué es tan importante que los pequeños beban suficiente agua, especialmente en verano? Porque el calor hace que aumente la temperatura corporal, la cual se regula mediante el sudor. Cuando los niños (y los adultos) sudan eliminan agua por los poros, por tanto es necesario reponer esa pérdida para evitar la deshidratación.

La deshidratación es la pérdida excesiva de líquidos del cuerpo. Los bebés y los niños pequeños son más propensos a sufrirla debido a que el porcentaje de agua de su cuerpo es mayor y su equilibrio es más débil. Aún están en maduración los centros reguladores de la sed, y tienen una mayor dificultad para afrontar la necesidad de agua.

Por tanto, es fundamental mantenerlos constantemente hidratados, incluso antes de que tengan sed, pues sentir sed es una señal de que la concentración de los líquidos corporales ya es anormal. Entre un uno y un dos por ciento del agua corporal ya se ha perdido cuando sentimos la necesidad de beber agua.

Al beber agua, la concentración de minerales en sangre vuelve a la normalidad. El agua es un componente indispensable en todos los tejidos corporales, el cuerpo humano está compuesto por un 70 por ciento de agua, entre un 85 y 95 por ciento en el caso de los bebés, por tanto debemos mantenerlos siempre a niveles de hidratación saludables.

Cuánta agua debe tomar un niño

La cantidad de agua diaria que debe beber un niño es de entre 50-60 ml por cada kilo de peso, es decir medio litro de agua para un bebé de 10 kilos, por ejemplo.

Por la rapidez con la que pierden agua los niños, la ración es proporcionalmente más elevada que la recomendada para adultos, a quienes se les aconseja beber 35 ml por kilo de peso, entre 8 y 10 vasos diarios.

Para mantener una adecuada hidratación, los expertos recomiendan dar agua, zumos o lácteos cada dos horas a los niños de entre 0 y 3 años.

La importancia del agua

En verano es especialmente importante el consumo de agua porque hace calor y se pierden líquidos más fácilmente, pero el agua no es sólo necesaria para saciar la sed, sino que tiene un rol vital en la dieta infantil y también en el funcionamiento del cuerpo humano.

Interviene en los procesos fisiológicos de la digestión, facilitándola, por eso es tan importante para evitar el estreñimiento, una afección bastante habitual entre los más pequeños.

Además, el agua en la sangre ayuda a transportar nutrientes y energía a nuestro cuerpo. El agua también es la encargada de filtrar productos de desecho de las células, los cuales luego son eliminados a través de la orina.

Ayuda a regular la temperatura corporal, gracias a ella se mantiene la temperatura corporal adecuada a través de complejos mecanismos como la evaporación y la sudoración.

Los bebés amamantados no necesitan agua extra

Es muy habitual ofrecer agua a los bebés amamantados, sin embargo no hay que darles agua.

La leche materna está compuesta por un 88 por ciento de agua, y por sí misma, ofrecida a demanda, satisface todas las necesidades nutricionales del bebé de menos de seis meses que es alimentado exclusivamente con leche materna.

En el caso de los bebés de más de seis meses que son amamantados y han iniciado la alimentación complementaria, tampoco es necesario darles agua, ya que la leche materna, junto con el líquido de las frutas y las verduras es suficiente para cubrir las necesidades diarias.

Identificar los síntomas de deshidratación

A partir del año aproximadamente, el bebé puede decirnos "agua" o más adelante "tengo sed", pero como ya hemos dicho antes es recomendable ofrecerles agua cada dos horas para asegurarnos de que las reservas de agua del organismo están cubiertas.

De todas formas, es interesante saber reconocer los síntomas de la deshidratación para actuar en consecuencia. En los niños deshidratados podemos observar:

  • Pérdida de alrededor del 5% de su peso sin motivo aparente.

  • Fontanelas hundidas.

  • Orina menos frecuente y de color oscuro.

  • Deposiciones muy secas y duras.

  • Piel muy seca y pálida, ojos hundidos y boca reseca.

  • Cansancio generalizado.

Fotos | lindseygee y (be·holder) away for awhile en Flickr En Bebés ymás | Precauciones de verano: la deshidratación del bebé

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