La manera que tenemos de educar, o estilo de crianza, influye en el desarrollo psicológico y emocional de nuestros hijos. Y es que su bienestar, su autoestima y la manera que tienen de vincularse, se construye a base de la educación, del amor, los límites, las normas, el apoyo...
Y, en definitiva, con todos aquellos elementos que incluimos en el día a día en su educación.
Pero, ¿qué más sabemos de los estilos de crianza? ¿Existen diferentes tipos de estilos? ¿Qué impacto tienen estos estilos en el desarrollo de los niños? ¡Te lo contamos!
¿Qué son los estilos de crianza?
El estilo de crianza, también llamado estilo parental, es el modo de criar y educar; también se define como "la construcción psicológica que representan las estrategias que los padres utilizan en la crianza del niño".
Pero encontramos más definiciones; el Dr. John Gotean define este concepto como “la forma que tienen los progenitores de reaccionar y responder a las emociones de sus hijos”.
Se trata de un patrón de actuación que como padres y madres llevamos a cabo en la crianza, y que engloba una serie de conductas, emociones, actitudes y pensamientos como padres y madres, que proyectamos en la educación de los niños.
La forma de educar tiene un gran impacto en el desarrollo, autoestima y comportamiento de los niños. Por ello es importante atender al estilo educativo que tenemos para ver qué podemos mejorar, fomentando un estilo de crianza positivo que contribuya al bienestar del menor.
¿Por qué son importantes los estilos de crianza y qué impacto tienen en el desarrollo de los niños?
Todo lo que sucede a nuestro alrededor tiene un impacto en nosotros, especialmente durante la infancia. Así, el estilo de crianza, y la manera en la que los padres cuidan, protegen e interactúan con sus hijos, es otro elemento del medio que tiene un impacto sobre los mismos.
De hecho, configura la base de su desarrollo social y emocional, y esto tiene un impacto directo en el bienestar actual y futuro del niño. En función de cómo educamos, y del apego que vamos sintiendo e instaurando con nuestra criatura, nuestro hijo se sentirá de una determinada forma, ya sea con sí mismo y con los demás.
Y a su vez, esta forma de sentir condiciona (y construye) su autoestima y la forma que tiene de vincularse con los demás, eso es, de construir relaciones sociales y afectivas.
Tipos de estilos de crianza
Aunque cada padre y madre tiene su propia forma de educar, y lo normal es que en nuestra educación mezclemos diferentes estilos educativos, podemos hablar, a grandes rasgos, de cuatro estilos de crianza:
Estilo educativo autoritario
Este estilo educativo se basa en la exigencia y la inflexibilidad. Normalmente hablamos de padres que establecen normas y límites estrictos y que no tienen en cuenta la opinión de sus hijos.
Si las normas no se cumplen de forma exacta, se aplica el castigo. Hablamos de padres supervisores, y a menudo controladores; sus hijos tienen que hacer lo que ellos digan.
Pueden incluso llegar a emplear la violencia física; además, no escuchan a sus hijos, son poco empáticos y su prioridad es que sus hijos sigan las reglas que ellos establezcan. Dialogar con ellos es complicado, y no generan un vínculo afectivo sano con sus hijos.
Estilo educativo permisivo
En este caso, hablamos de un estilo de crianza en el que los padres son muy afectivos, pero no establecen ni normas ni límites (y si los establecen, estos son poco claros o incoherentes).
No exigen a sus hijos comportamientos adecuados. Así, pasamos de un extremo (el autoritarismo) a otro (la permisividad extrema). Los niños son educados a través de caprichos, cediendo y cumpliendo sus exigencias para evitar enfados o pataletas, por ejemplo.
Estilo educativo democrático
El estilo democrático sería el ideal si queremos fomentar un desarrollo sano en nuestros hijos y una buena autoestima. En este sentido, es el que tiene un impacto más positivo y saludable en su desarrollo, así como en la relación afectiva que construyen con nosotros.
Pero, ¿en qué se basa? Básicamente, en la construcción y el fomento de una relación cálida, cercana, empática, respetuosa y amable, de padres a hijos. Los padres que siguen este estilo de crianza establecen normas y límites claros, justos y coherentes.
Son padres firmes a la hora de cumplir las normas, pero sin dejar de ser flexibles y tolerantes. Además, ofrecen amor, cariño y cuidado, y escuchan y comprenden las opiniones y los sentimientos de sus hijos.
Estilo educativo negligente
Este estilo de crianza es negativo para el desarrollo de los niños, ya que se caracteriza por la ausencia de límites y en casos extremos, por el maltrato. La afectividad hacia los hijos está ausente.
A veces son niños que se crían por terceros (por ejemplo, los abuelos, los tíos...). En otras palabras; los padres no están implicados en la crianza de los niños y muestran desinterés en su desarrollo y educación.
La importancia de la crianza respetuosa
Está claro que cada uno de nosotros irá aprendiendo y desarrollando su propia forma de educar. Sin embargo, debemos tener claro que para que esta educación tenga un impacto positivo en nuestros hijos, debe ser una educación respetuosa, basada en la comprensión, el amor, el respeto y la reciprocidad.
La crianza respetuosa implica que los padres consideren a sus hijos una persona con los mismos derechos que el adulto; se basa en una relación de amor que se va afianzando sobre las bases del respeto y los límites no punitivos.
Es decir, límites flexibles y justos, que no impliquen castigos o sanciones.
Es una crianza donde predomina el reforzamiento positivo; de hecho, se ha demostrado que este resulta muy adecuado para fomentar las conductas positivas, una autoestima sana y fuerte y un desarrollo psicológico sano.
Además, es una forma de enseñanza que permitirá al niño aprender de forma libre y explorar su entorno sin miedo.