Son recuerdos imborrables que tengo guardados en mi memoria. Momentos que aunque no siempre hayan sido fáciles, me han hecho sentir inmensamente feliz, me han hecho darme cuenta que ser madre es lo que más quería en la vida. Lo que más disfruto y me hace sentir plena.
La maternidad no es un camino de rosas. Hay miedos, dudas, preocupaciones, cansancio, mucho cansancio, pero también hay momentos de tanta felicidad que hasta se han difíciles de describir. En el Día de la Madre quiero recopilar todos esos sentimientos en mis mejores 21 momentos como madre.
Para quienes no me conozcáis, soy madre de tres niñas (de 11, 9 y 6 años) a las que aquí voy a llamar “la primera”, “la segunda” y “la tercera” para que no os lieis con los nombres.
1. Mi primer test de embarazo positivo
Bueno, ¿qué decir de este momento? Tras desearla durante mucho tiempo y haber sufrido un aborto espontáneo meses atrás, ese test positivo me devolvió a la vida. Fuera el miedo a no tener hijos. Había llegado lo que más esperaba en la vida. Mi chiquita ya creía dentro mío. Me sentí feliz, feliz y acompañada.
2. Mi segundo test de embarazo positivo
No me lo esperaba tan rápido, hace apenas un mes que habíamos decidido ir a por el hermanito, o hermanita, y esta vez llegó enseguida. Casi sin tiempo para reaccionar, y en ese momento con muchas dudas sobre si podría amar de la misma forma a otro hijo. Luego me di cuenta que el amor no se divide, se multiplica.
3. Una decisión crucial
En el primer trimestre de embarazo de la segunda el test del triple-screening arrojó un resultado negativo, con altas probabilidades de que mi bebé tuviera un anomalía en el cromosoma 21. Miedo, mucho miedo. Me recomendaron la amniocentesis, pero decidí no hacérmela.
En ese momento, pese al miedo que sentía decidí que si mi bebé venía con un cromosoma de más sería bienvenida. Una decisión crucial que hoy recuerdo como uno de mis mejores momentos como madre. No fue así, pero si hubiese sido, hoy sería la feliz madre de una hermosa niña con Síndrome de Down.
4. Mi tercer test de embarazo positivo
No lo esperábamos, para nada. Con lo agotada que estaba con dos niñas pequeñas (2 y 4 años) y aunque tenía ganas de tener más hijos, ni me lo había planteado. Pero la más loquita de la familia ya crecía dentro de mí para venir a alegrarnos la vida a todos.
5. El nacimiento de la primera
Podría unificar los tres partos, pero cada uno ha sido tan especial y lo recuerdo tan bien que sería restarles importancia. Sin duda, han sido los tres momentos más inolvidables y plenos de mi vida.
De la primera, tengo la imagen de ella allí envuelta en una cunita al lado mío (todavía no era consciente de la importancia del piel con piel). Era tan pequeña, estaba tranquila, me mirada con un ojito, el otro todavía no lo había abierto. Un mirada que nos conectó para siempre. Todo valió la pena.
6. El nacimiento de la segunda
La imagen de la segunda es la de nada más salir de mí. Llorando. A los gritos (siempre fue muy llorona), toda roja e hinchada. Mucho pelo. Negro. Esta vez yo era más consciente del proceso. La pusieron en mi pecho y enseguida se tranquilizó. Lo sigue haciendo cuando llora.
7. El nacimiento de la tercera
El parto de la tercera lo disfruté. Disfruté cada momento sintiéndome confiada y tranquila. Con ella sí, desde que nació me la puse al pecho y ahí quedamos unidas para siempre. No quise que la bañaran. Sólo se la llevaron para una breve revisión y me la devolvieron.
8. Ahora somos tres
Recuerdo la llegada a casa con la primera como muy desconcertante. Estaba feliz, pero una voz interior mío decía, ¿y ahora? ¿qué hacemos con este bebé?
Era eso. Desconcierto. Acostumbrarme a una personita que me necesitaba las 24 horas. Los primeros días me duchaba dos o tres veces por día para tener unos minutos sólo para mí.
9. El primer paseo con la primera
Dos días después de dar a luz dimos nuestro primer paseo. Era agosto, por la mañana que es cuando está más fresco. Necesitaba salir de casa. Me sentía tan poderosa llevando a mi bebé pegada a mi pecho. La llevaba en un portabebé, que por ser la primer vez que lo usaba, me costó media hora colocarme.
10. Mejor con mamá
La segunda recién nacida, la mayor dos años. Mis ojeras llegaban al suelo, no podía con mi alma y decidí apuntar a la mayor unas horas a la guarde. Pero no se quedaba contenta. Lloraba cada vez que la dejaba. Yo también. Ella sufría y yo igual. Me daba mucha pena.
Al tercer día fui a llevarla y otra vez se quedaba llorando. No lo puede aguantar. Entre a clase, la cogí de la mano y me la lleve a casa. No volvió ese año. Fue la alumna más fugaz de la guardería.
11. Todas princesas, ella pirata
La mayor tenía 5 años, el último de preescolar. Era Carnaval, todos los niños podían ir al cole disfrazados de lo que quisieran. A esa edad todas las niñas iban de princesas, con sus tacones y sus coronas. La mía iba de pirata, con su parche y su tatuaje de calavera. Me sentí tan orgullosa.
12. ¿Otra hermanita?
Cuando les dijimos a la segunda que venía otro bebé en camino tuvo una reacción tan bonita… Es la más dulce de las tres. Me acarició la tripa y le hablaba al bebé. “Seguro que es una hermanita”. Y así fue.
13. Cuando conocieron a su hermanita menor
Meses después, la primera y segunda vinieron al hospital a conocer a la tercera. No se puede explicar lo que siente una madre en ese momento. Creo que no cabe tanto amor en el cuerpo. La miraban, la besaba, le contaban los deditos… Un momento para no olvidar.
14. Mi flor más bonita
La tercera. La más loca y expresiva. Canta, baila, es pura energía. Toda una artista. Una obra de teatro en el cole en la que hacía de flor al llegar la primavera. Tan comestible que creía que me derretía de amor, hasta lloré de emoción. Ya sé, soy muy llorona.
15. Ver y sentir el mar por primera vez
La primera tenía año y medio cuando conoció el mar. Su carita, su emoción ante la inmensidad, el primer contacto de sus pies redonditos con las olas que iban y venían. Estaba tan feliz.
16. Cuatro cachorritas
Llevaban meses, ¿qué digo? años, pidiendo un perro. Los padres somos muy perrunos y ellas también. Era cuestión de tiempo que sucediera, pero el día que llegó la perrita a casa no voy a olvidarlo jamás. Las caras de felicidad de las tres era un poema. ¿Es nuestra? ¿se queda para siempre? Mis cuatro cachorritas.
17. “Fiebre, casita”
Mañana de semana como cualquier otra. Las despierto a las tres para ir al cole y la más pequeña, que tendría tres añitos (recién empezaba el cole) estaba claro que no quería ir a clase. Con su mejor cara de pollito mojado se toca la frente y me dice “Mamá, yo fiebre, casita”. Me conquistó. Ese día se quedó, claro.
18. Achuchones en la cama
No es un momento puntual, es uno que procuramos hacer con frecuencia, especialmente los fines de semana. Los momentos de chuchones en la cama con las tres forma parte sin duda de mis momentos inolvidables como madre. Me llenan el alma. Mientras dure lo seguiré haciendo, hasta que los pichones decidan volar.
19. Nuestros bailes
Otra de las cosas de las que mas disfrutamos hacer las cuatro, además de los achuchones en la cama, es bailar. Ponemos música a tope y nos sacudimos como locas. Nos encanta. Nos liberamos. Cantamos. Momentos inolvidables que también intentaré que duren todo lo posible.
20. Nuestras charlas
Me empiezo a dar cuenta que disfruto mucho de las charlas con mis hijas mayores, sobre todo con la primera. Está madurando, a las puertas de la pubertad y las charlas con ella son más profundas, más de igual a igual. Viene una etapa complicada, y creo que nuestras charlas nos ayudarán a resguardarnos en el vendaval de la adolescencia.
21. Camino a la independencia
El último momento que os quiero contar es reciente. Hace una semana, la primera, que ya tiene 11 y medio pidió ir sola por primera vez andando desde el colegio a la casa de una amiga. Iban juntas, unas 7-8 calles. Con mi mejor cara de superada le dije, “por supuesto, me parece genial que empieces a ir sola por la calle si te sientes preparada”. Pero os cuento una confidencia: las seguí con el coche sin que se dieran cuenta cual detective secreto. ¡Cómo cuesta soltarlos!
Estos son apenas algunos momentos, los más importantes. O tal vez los primeros que me han venido a la memoria, que la tengo bastante maltrecha últimamente, con lo cual si están allí es porque han sido muy importantes. Brindo por todos los momentos especiales con los hijos, por esos que insisten en quedarse en nuestra memoria, y por todos los buenos momentos que vendrán. ¡Feliz Día, mamás!