En pocos días nuestros hijos estarán oficialmente de vacaciones. Atrás habrán quedado los madrugones y las tardes de deberes y estudio, que han sido especialmente intensas en estas últimas semanas con motivo del cierre de curso.
Como punto final al año académico que termina, los niños recibirán sus calificaciones o boletines de notas, y una vez más creemos importante reflexionar acerca de lo que esto puede suponer para ellos si los padres no gestionamos el momento de forma positiva.
En otras ocasiones hemos hablado sobre por qué castigar a los niños por las notas que traen no es efectivo ni les va ayudar a mejorar, y hoy queremos hacer lo propio con los premios.
¿Es recomendable premiar a los niños por sus notas? ¿Qué pros y contras tiene esta práctica tan arraigada entre las familias?
Premiar por las notas: una práctica muy habitual
Premiar a los hijos por las notas que traen es una práctica habitual desde hace años. De hecho, recuerdo que siendo niña la mayoría de mis amigos recibían premios por su rendimiento académico cuando finalizaba el curso, como bicicletas o patines nuevos, el juguete de moda en ese momento o unas entradas para un espectáculo, entre otros.
También hoy en día se sigue premiando a los niños por sus notas, e incluso hay muchos padres que deciden ir más allá y 'tiran la casa por la ventana', obsequiando a sus hijos con viajes sorprendentes como reconocimiento por sus calificaciones.
Suele ser más fácil entender que los castigos no son una forma educativa de enseñar a los niños las consecuencias de sus actos, pero cuando hablamos de premios no sucede lo mismo. Y es que la idea de premiar por llevar a cabo una tarea, comportarse "correctamente" o sacar buenas notas no parece algo negativo. Al contrario, ¿en qué podría perjudicar el hecho de reconocer una buena conducta con un premio material?
Quizá por ello los padres caemos con frecuencia en el error de premiar a nuestros hijos cuando creemos que han hecho las cosas bien; en este caso, cuando se han esforzado y consideramos que su calificaciones han sido buenas.
Razones por las qué no deberíamos premiar a nuestros hijos por las notas que sacan
En mi opinión, existen cuatro potentes razones por las que premiar a los hijos por las notas que traen no es tan buena idea como a priori puede parecer:
1) ¿Qué son 'buenas notas'?
Para empezar, merece la pena reflexionar sobre el concepto "buenas notas". Y es que al igual que hemos hablado en otras ocasiones sobre el concepto "buen comportamiento", hablar de "buenas notas" es bastante subjetivo.
Por ejemplo: ¿Solo podemos evaluar si las notas son buenas cuando el niño es calificado con notas numéricas? Y si no es así, ¿cómo saber si ha sacado "buenas notas"? Cuando el boletín es de notas numéricas: ¿sacar "buenas notas" es aprobar todas las asignaturas, o el niño debe haber obtenido un 10 en cada una de ellas? Y si saca un 10 en Matemáticas, pero un 4 en Lengua, ¿ya no son "buenas notas"? ¿Qué ocurre si ese 10 lo ha sacado sin ningún esfuerzo, pero en cambio el 4 le ha supuesto al niño mucho esfuerzo y sacrificio?
Como es lógico, el concepto que maneja cada familia acerca de las "buenas notas" no tiene por qué coincidir. Es más, quizá incluso varíe dentro de una misma familia, o entre los propios padres e hijos.
Sin embargo, somos los adultos quienes imponemos nuestro criterio acerca de lo que consideramos "buenas" o "malas" notas. Actuamos como jueces de nuestros hijos, obviando lo más importante: el valor de su esfuerzo y su propia autoevaluación.
2) El valor del esfuerzo
Después de un curso entero plagado de retos, sacrificios, madrugones, deberes y estudio, los niños deben entender que las calificaciones obtenidas son el premio en sí mismo.
Para ello debemos inculcar a nuestros nuestros hijos el valor del esfuerzo desde que son pequeños, animándoles siempre a dar lo mejor de sí mismos y valorando su constancia y trabajo.
Una vez hayan interiorizado esta importante enseñanza de vida, nuestros hijos entenderán los motivos por los que merece la pena esforzarse cada día, y se sentirán orgullosos de las metas que vayan consiguiendo; siendo en este caso la meta, el fin de curso y las notas obtenidas.
3) La importancia de la autoevaluación
Al hilo de lo anterior, debería ser el niño quien se evalúe a sí mismo y reflexione acerca de los resultados obtenidos: "¿se corresponden mis notas al esfuerzo que he realizado durante el curso?"; "¿me siento orgulloso de haber obtenido esta calificación"; "¿podría haber dado más de lo que he dado este curso?" "Estoy satisfecho con mis notas?"...
Este ejercicio de reflexión es muy saludable y positivo, pues ayuda al niño a conocerse mejor, a evaluar sus propios actos y consecuencias, analizar sus puntos débiles y fuertes, y buscar posibles soluciones de cara a un futuro.
Mientras son pequeños, los padres debemos acompañarles en este ejercicio desde el respeto y la curiosidad, permitiendo que sean ellos mismos quienes 'buceen' en su interior y lleguen a sus propias conclusiones.
4) Los premios condicionan el comportamiento
Aunque no siempre es fácil ser conscientes de ello, lo cierto es que los premios y los castigos son las dos caras de la misma moneda. Y es que al igual que el castigo, el premio tiene como objetivo modificar el comportamiento del niño utilizando un factor externo; en este caso, una recompensa o premio.
Puede que al desaparecer la motivación externa que le estaba llevando a actuar de esa forma, la conducta se extinga. Es decir, si no hemos educado a nuestro hijo en la importancia de hacerse responsable de sus actos, sino que hemos condicionado su conducta en base a los premios ("si estudias para sacar buenas notas, te doy una recompensa"), cuando dejemos de premiarle nuestro hijo dejará de estudiar y esforzarse.
¿Cómo reconocer el esfuerzo del niño sin recurrir a los premios?
¡Pero cuidado!, porque el hecho de no premiar a nuestros hijos por las notas que saquen no significa que no debamos valorar su esfuerzo y el trabajo realizado a lo largo de todo el curso.
Los niños necesitan el apoyo incondicional de sus padres para seguir avanzando (tanto en materia académica, como en cualquier otro reto de la vida). Necesitan nuestro aliento y empuje diario que les recuerden lo valiosos y capaces que son a la hora de hacer las cosas.
Cuando nuestros hijos se sienten alentados por nosotros, van a crecer orgullosos, confiados y felices con lo que hacen, sin importarles los premios o las opiniones de los demás. Porque habrán aprendido a actuar con autonomía, libertad y responsabilidad.
Además, gracias a nuestro aliento y apoyo incondicional, enseñaremos a nuestros hijos a descubrir sus propias fortalezas y virtudes, experimentar las consecuencias de sus actos, aprender de los errores y entender la importancia y el valor del esfuerzo y la superación.
Pero sobre todo, nuestros hijos entenderán que lo importante no es la nota en sí misma, sino el esfuerzo realizado, la constancia y el trabajo que hay detrás.
¿Y si quiero hacerle un regalo a mi hijo?
Si aún así, deseas sorprender a tu hijo con un detalle a final de curso (ya sea un viaje, un juguete o cualquier otra cosa que consideres), nuestro consejo es que no lo ligues a sus calificaciones.
En este sentido, podrías presentárselo como un obsequio que os hacéis para disfrutar en familia después de un año de cole y trabajo muy duro, o una forma original de inaugurar las vacaciones de verano, pero siempre con independencia de las notas que haya sacado. Porque al fin y al cabo, disfrutar del tiempo y la compañía de los hijos no debería estar condicionado a una nota numérica.
Foto de portada | Max Fischer (Pexels)