En Bebés y Más hemos hablado en varias ocasiones de la importancia de escuchar a nuestros hijos cuando nos hablan. Pero no nos referimos únicamente a "abrir los oídos", sino a prestarles toda nuestra atención para que nuestra comunicación sea fluida, positiva, y respetuosa.
Para ello, una de las claves está en "escuchar con los ojos" o con la mirada. Pero, ¿qué significa realmente esto? ¿Cómo se escucha con los ojos y por qué es tan necesario hacerlo?
¿Qué significa escuchar con los ojos?
¿Es posible "escuchar" con los ojos? ¡Por supuesto! Es más, no solo es posible, sino que es algo deseable cuando nos comunicamos con una persona.
Y si no, pensemos por un momento en cómo nos sentimos cuando estamos hablando con alguien que no nos mira a los ojos. Probablemente la sensación no nos agrade, e incluso nos sintamos incómodos, confusos o notemos una absoluta falta de conexión.
Por el contrario, cuando la otra persona establece contacto visual contigo, te mira mientras te habla y lo sigue haciendo mientras te escucha, es fácil sentir que lo que estás diciendo le interesa a tu interlocutor y hay una predisposición a dialogar.
Los padres no siempre escuchamos con los ojos a nuestros hijos
Quizá entre adultos seamos más conscientes de la importancia de mirarnos a los ojos mientras hablamos (ya sea en en un entorno laboral o entre amigos), pero no suele ocurrir lo mismo cuando nos dirigimos a los niños.
Vivimos en una sociedad en la imperan las prisas y la inmediatez del momento, y en la que la vorágine del día a día nos engulle de forma estrepitosa. Arrastrados por esta corriente, es fácil caer en la denominada "crianza distraída", así como empujar a los niños a vivir más deprisa que lo que marcan sus propios ritmos.
Con tanta prisa y estrés derivados del trabajo, las tareas de la casa, la falta de conciliación, la crianza agotadora... los padres solemos acabar desconectando emocionalmente de las necesidades de nuestros hijos.
Una muestra más que evidente de esa falta de conexión es no mirarles a los ojos cuando nos hablan, pues aunque aparentemente estemos escuchándoles, la realidad es que nuestra mente está ocupada con otros pensamientos que nos inquietan o estresan, y no nos permiten conectar como se merecen.
Pero nuestros hijos necesitan saber que estamos ahí para escucharles, que entendemos sus preocupaciones, que valoramos y respetamos sus emociones y que pueden confiar en nosotros siempre que lo necesiten.
Para ello es fundamental fomentar un clima de diálogo respetuoso, sereno y positivo, en en el que no falten estos "pequeños", pero enormes detalles, que dan el verdadero sentido a la comunicación.
Cómo escuchar con los ojos en tres sencillos pasos
- Ponte a la altura de tu hijo: Por su tamaño, los niños se ven obligados a levantar continuamente la cabeza para establecer contacto visual con el adulto. Por eso, siempre que sea posible o la situación lo requiera, arrodíllate a la altura de tu hijo para que el contacto visual sea más directo, profundo y positivo.
Este método de escucha, denominado "escucha activa", tiene grandes beneficios emocionales para el niño, y es uno de los pilares fundamentales de una comunicación positiva.
- Mírale mientras te hable y le hables: Lo que tu hijo te está contando es importante para él y así debes demostrárselo con tus gestos. Como decíamos más arriba, existen una serie de pequeños, pero potentísimos gestos, capaces de conectar emocionalmente a dos personas.
La mirada profunda y sincera, la sonrisa si procede y el contacto físico a través de una caricia, una palmada o una mano en el hombro, son los mejores aliados en la comunicación.
- No interrumpas la conversación: Y por último, recuerda la importancia de no interrumpir a tu hijo cuando te hable, evitar acaparar toda la conversación con sermones adultos y respetar los turnos de palabra.
Fotos | Portada (Pexels - Tatiana Syrikova)
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