Seguimos con el Especial de Alimentación Infantil que estamos llevando a cabo en Bebés y más con una de esas entradas resumen que tratan de ser una pequeña guía con las recomendaciones más habituales para que nuestros hijos coman de manera sana y equilibrada, o para al menos intentar que lo hagan.
El motivo de ello es que la alimentación de los niños es algo que suele preocupar mucho a los padres, quizás porque a nuestros padres también les preocupó mucho en su día.
Ciertamente, la alimentación es un tema importante porque al fin y al cabo somos lo que comemos (más o menos), así que para que nuestros hijos estén sanos y para que no tengan carencias tienen que comer de manera equilibrada.
No siempre llega a suceder, porque realmente es muy difícil hacer una dieta perfecta y más con los niños, que muchos tienen unas preferencias muy marcadas, así como unas manías importantes también, pero al menos, si no llega a suceder, que no sea porque nosotros como padres no les hemos ofrecido una dieta correcta.
Que coman de todo
Una de las situaciones ideales en lo que a alimentación se refiere es que los niños coman de todo. Cuando vamos al pediatra siempre pregunta: ¿Come de todo? Y la pregunta es importante porque es genial que un niño tenga una dieta muy variada.
Lo aconsejable entonces, como padres, es que ofrezcamos variedad de formas, colores y sabores, para que vayan probándolo todo y comiendo de todo. Luego evidentemente entran las preferencias de nuestros hijos, como hemos dicho, porque hay niños que comen que da gusto, aunque no hayan probado nunca un alimento, y hay otros que tienen que probarlos varias veces para aceptarlos. Finalmente, claro, hay otros que directamente no aceptan algunos alimentos ni a la primera ni a la vigésima.
Con esto quiero decir que lo ideal es que coman de todo, pero que es un ideal que muchos padres no cumplimos, porque ni nosotros comemos de todo. Lo importante es no caer en el error de no ofrecer a nuestros hijos lo que a nosotros no nos gusta, porque además de estar limitados por sus gustos (y disgustos) les estaremos limitando con los nuestros.
Que coman la cantidad que necesitan
Otra de las recomendaciones habituales es la que dice que los niños tienen que comer la cantidad que necesitan. Lo más curioso es que existen hasta guías para que los niños coman más, o para que coman lo que las madres quieren que coman, cuando cada madre tiene unas expectativas diferentes que además difieren con las necesidades reales de cada niño.
Sobre esto ya hemos hablado mucho, así que os recomiendo que tiréis un poco de “hemeroteca", para saber que los niños tienen que comer, simple y llanamente, lo que sus cuerpos les piden, haciendo caso de su hambre, que sabe más que nosotros cuánto alimento necesitan.
Muchas madres insisten en que sus hijos no comen nada (“come de todo, pero muy poco", dicen muchas) y sin embargo están bien de peso, sanos, contentos y activos y todo ello parece dar pistas de que, en realidad, comen tanto como necesitan.
Que tengan una actitud positiva hacia la comida
Carlos González lo explicó perfectamente en la charla de TEDx de la que hablamos en Bebés y más hace unos meses. Dijo algo así como que, si quisiéramos, podríamos comer de manera totalmente equilibrada mediante batidos y preparados químicos, tales como las fórmulas adaptadas para bebé o los preparados tipo Pediasure o Meritene.
Con un poco de investigación y añadiendo todo lo que nuestro cuerpo necesita podríamos preparar batidos y recibir a lo largo del día exactamente lo que nuestro cuerpo necesita.
El problema es que nos perderíamos uno de los grandes placeres de la vida: la comida. Comer es dar alimento a nuestro cuerpo, pero es también celebrar algo (un cumpleaños bebiendo batidos sería un coñazo), es disfrutar de sabores, olores y texturas, es el placer de cocinar algo para los demás y ver cómo se chupan los dedos, es...
Entonces, como no queremos olvidar este placer, como no queremos perderlo, seguimos comiendo comida a riesgo de hacer una dieta menos equilibrada. Lo mejor del asunto es que, más o menos, podemos seguir viviendo con pequeñas transgresiones en la dieta.
Entonces, ya que dejamos de lado la perfección nutricional en pro del placer de comer, lo lógico es que los niños tengan una actitud positiva hacia la comida y no que acaben odiando los alimentos y el momento de comer porque les hemos obligado a comer.
El caso más grave que yo he podido ver es el que pudimos ver en “Diario de" hace unos años, donde se mostró una guardería que forzaba a los niños a comer hasta vomitar, dándoles después de comer lo mismo que vomitaban. Digamos que hasta que no entraba todo no paraban.
La contraposición es, simplemente, la de poner comida variada en la mesa y dejar que ellos vayan probando y cogiendo, como el experimento que hizo Clara M. Davis hace más de 70 años, cuando dejó que los niños hicieran la dieta que quisieran, con alimentos saludables, y todos hicieron una dieta equilibrada. Poner comida en la mesa sin decir lo importante que es que se coman tal o cual cosa, sin decir que “si no comes esto no crecerás" o sin utilizar premios o castigos al estilo de “hasta que no acabes no sales a jugar", “si te acabas esto te doy el postre" o cosas similares.
Ponerles verdura, sin camuflarla, porque si no nunca sabrán que están comiendo verdura y cuando vayan a la frutería con mamá o papá no sabrán ni lo que están comprando, ponerles carne, pescado y en realidad ponerles de todo, les guste o no.
Son muchos los niños que se pasan semanas, meses y años sin probar un alimento y luego de repente empiezan a comerlo, pero para hacer esto no tienen que pensar que “algo malo tiene", que es lo que suelen pensar cuando insistimos mucho (“si insisten por algo será").
Por poner un ejemplo, uno de mis hijos ha sido siempre muy reacio a comer verdura y nunca le hemos forzado a comerla. Cuando ha querido ha comido y cuando no, pues no (casi nunca comía, ciertamente). Desde hace unas semanas come judías, patatas y varias noches ensalada. Lo más fuerte del asunto es que la pide él (“quiero lechuga").
No es que esto tenga que suceder con todos los niños, pero me parece lógico que ante la comida no haya aspectos negativos que puedan acabar estropeando más que solucionando, por eso lo recomendable es ofrecer la comida siempre, aunque no les guste. Para cubrirnos las espaldas es mejor hacer algo de comer que sabes que sí tendrá éxito. Por poner un ejemplo, de primero lo que creemos que difícilmente comerá y de segundo lo que sabemos que, de rechazar lo primero, comerá más que probablemente.
Sé que pensaréis que así siempre comerán lo segundo y nunca lo primero, pero ya digo, más de una vez mis hijos han acabado comiendo lo primero aún sabiendo que luego viene lo segundo.
En cualquier caso, somos muchos los adultos que comemos mejor ahora que somos libres de decidir que en nuestra infancia cuando se nos obligaba. Ahora comemos bien porque queremos estar bien, entonces había que comer para evitar castigos o conseguir premios... esa motivación era efectiva durante un tiempo, pero luego desaparecía. El deseo de estar sano o de sentirse bien es una motivación mucho más duradera en el tiempo y, lo que es más importante, viene de dentro, de nosotros mismos.
Dentro de pocos días hablamos un poco más sobre las recomendaciones para una alimentación saludable, entrando en cosas más concretas.
Fotos | Timsamoff, A4gpa, Traaf en Flickr (CC) En Bebés y más | Especial Alimentación Infantil