Las legumbres en la alimentación infantil: la soja

Las legumbres en la alimentación infantil: la soja
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Siguiendo con el repaso que estamos haciendo al papel de las legumbres en la alimentación infantil llegamos hoy a la soja. Se trata de una semilla de la leguminosas que ha sido cultivada desde hace miles de años en Oriente, especialmente en China, donde se consideraba un alimento básico en el 3.000 antes de Cristo y de donde es originaria.

Su utilización se ha hecho habitual como base de la alimentación del ganado y para usos industriales, pero también se ha introducido en nuestra alimentación directamente o como ingrediente de muchos productos preparados.

La soja es una legumbre excepcional. Su contenido en proteínas y la calidad de estas es enorme. De cada 100 gramos tiene 40 de proteínas siendo estas casi casi tan completas como las de la carne. Además, tiene un contenido de unos 20 gramos de grasas vegetales saludables, y la fibra e hidratos restantes la convierten en un alimento equilibrado, digestivo y rico en energía.

Además tiene vitaminas A, E, F y grupo B (tianina, riboflavina y niacina) y gran cantidad de minerales como fósforo, calcio, magnesio, hierro y cobre. Es extraordinaria en el control del colesterol pues además de aportar grasas vegetales "buenas"; es muy rica en lecitina, que lo emulsiona.

Destaco de nuevo la calidad y cantidad de las proteínas, pues, aunque parezca extraño, tiene el doble de cantidad por peso que la carne. Por todo lo anterior parece que es la maravilla de las maravillas. Pero también hay algunos puntos en su contra que analizaré a lo largo del artículo.

El sabor de la soja puede resultar extraño para los que no estamos habituados. Es sosa, pero admite muchas preparaciones y presentaciones diferentes, siendo además muy neutra por lo que asimila perfectamente otros sabores.

Podemos encontrar soja, además de en harina integrada en productos alimentarios industriales, en muchas presentaciones. La harina y las habas son facilmente utilizables, pero además la encontramos en tofu, que podemos incluso hacer casero, tempeh, que tiene una textura parecida a la carne, bebidas endulzadas y yogures, además de la deliciosa salsa de soja típica de la cocina oriental.

Las proteínas de la soja son muy completas, teniendo los 8 aminoácidos esenciales que necesitan los adultos aunque su contenido en metionina es escaso. Para los niños vegetarianos no bastaría consumir soja como única fuente protéica, por lo que habría que combinarla con otras fuentes vegetales o, para mayor seguridad si no somos expertos, con productos animales como lácteos y huevos. Si consuminos carnes o pescados la soja es un buen aliado para no abusar de los alimentos animales y conseguir un buen aporte de proteínas, aunque, como ya hemos visto, muchos otros cereales y legumbres son muy ricos en ellas y perfectamente adecuados.

Existen bebidas de soja que se conocen como "leche". No son substitutos de la leche animal y por supuesto, no lo son de la leche humana ni de los preparados de leche artificial para bebés. Sin embargo algunos profesionales impulsan su uso.

Además, para algunos casos especiales se producen leches para bebés basadas en la soja, pero no deberían ofrecerse si no es con prescripción médica. He encontrado referencias a su uso para bebés veganos, pero la verdad, me ha resultado muy chocante que una familia vegana se niegue a darle a un bebé mamífero leche verdadera, adaptada a sus necesidades siempre contando que ha hecho todo lo posible por amamantar. Como digo, las leches para bebés basadas en la soja están formuladas para casos médicos y en ese campo está su uso. Incluso en los casos de niños no amamantados y alérgicos a la leche de vaca su uso no es automático.

Y es que la soja, y este es el primer problema que veo en su uso con los niños, es muy alergénica. Por ese motivo, excepto en los casos que he mencionado de necesidades especiales en la alimentación de bebés con trastornos metabólicos, no debe darse antes del año. Después habría que vigilar bien las reacciones, especialmente en niños alérgicos a otros alimentos.

Además, y esta es la cuestión que considero que hay que tener más en cuenta, la soja contiene unas poderosas substancias llamadas fitoestrógenos. Por eso se suele recomendar a las mujeres en la menopausia; estos compuestos funcionan como las hormonas femeninas. Los fitoestrógenos se está investigando que pueden tener efectos en la fertilidad masculina y en el desarrollo sexual de los niños, especialmente si se usa en grandes cantidades.

También se está investigando su relación con problemas tiroideos, por lo que, unido a lo anterior, su uso en niños pequeños no todos los especialistas lo recomiendan antes de los cinco años y siempre como un alimento más.

Para terminar, en contra de la soja, hay que mencionar que la mayoría de la que se consume y comercializa es transgénica y que los monocultivos están creando problemas muy serios en la ecología y la sostenibilidad de las áreas de selva que se queman para implantarlos. Incluso se mencionan casos en los que los campesinos originarios son "desplazados"por la presión de las grandes compañías.

Si queremos una alimentación no solo sana, sino también que apoye la sostenibilidad y la justicia social es importante consumir soja no transgénica y con garantías de comercio justo. Existen en el mercado productos que garantizan estas condiciones, siendo además el cultivo ecológico un punto más a tener en cuenta cuando hablamos de los alimentos que damos a los niños.

Por tanto, la soja, como legumbre, es muy rica nutricionalmente, pero debemos retrasar su introducción como mínimo al año y luego valorar personalmente y con nuestro médico la conveniencia de introducirla a partir de esa edad o retrasarla.

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