La incorporación de nuevos alimentos puede llegar a ser muy natural para algunos niños, pero bastante traumática para otros. Hay a quienes les encanta probar sabores nuevos y otros que encuentran que les gusta sólo un par de alimentos y no salen de allí.
Es saludable que el niño vaya probando de todo, pero no es ningún problema que no quiera hacerlo y no debemos obligarle, pues provocaremos el efecto contrario: que le tome manía y rechace aún más ese alimento. Hay que ir con mucha paciencia y mano izquierda y como primer consejo, si tu hijo rechaza probar nuevos alimentos, no lo presiones.
Obligar no lleva a nada
Empezamos con mucha paciencia, intentando que pruebe un poquito primero. ¿Que no te gusta? No pasa nada. Pero a la quinta o sexta vez que intentamos que coma el plátano y lo escupe, la paciencia ya no es la misma. Es normal, pero debemos cambiar de estrategia.
La aceptación de un alimento viene asociada a la cantidad de veces que se ha expuesto a una persona a ese alimento.
Intenta presentárselo de diferentes maneras. Volviendo al ejemplo del plátano. Prueba dárselo en batidos, en trozos, combinado con otras frutas, deja un período de descanso antes de volver a probar, en lugar de dárselo déjaselo en el plato para que pueda cogerlo con las manos si le apetece... Prueba, y si aún así no lo come, no desesperes. Más adelante puedes volver a intentarlo. Tal vez cuando menos te lo esperes, lo acepta sin más.
Neofobia, rechazo a los nuevos alimentos
La neofobia es un fenómeno muy frecuente en la infancia, especialmente en torno a los 2-3 años, que tiende a ir desapareciendo después de los 5 años. El rechazo por los sabores tiene un origen genético (la neofobia alimentaria es hereditaria en el 78% de los casos) y ambiental.
Hay una explicación evolutiva a este rechazo en la infancia. En la prehistoria, los niños salían a recolectar frutos silvestres alrededor de los 2-3 años y debían apartarse de los no conocidos. Los alimentos extraños podían ser letales, y por tanto, se rechazaban.
A medida que el niño crece este rechazo por los sabores nuevos desaparece y llegan los sabores adquiridos, los que a base de probarlos unas cuantas veces, acaban siendo aceptados.
Los padres que controlan en exceso y presionan a sus hijos para que coman nuevos alimentos puede afectar negativamente al estado emocional del niño. Según un estudio realizado por la Universidad del País Vasco la neofobia está asociada a mayor nivel de ansiedad en los niños y a una menor autoestima.
El ejemplo cuenta
La forma en que nosotros nos comportamos con la comida, también es importante, ya que el niño ve e imita nuestros comportamientos. Si somos abiertos a probar nuevos alimentos, los niños lo verán como algo natural, e incluso les dará curiosidad. Que vean que experimentar puede llegar a ser muy divertido.
También hay alimentos que pueden no gustarnos, por supuesto, pero no está bien decir frente a ellos frases como "esto es un asco", "a quién puede gustarle" o expresiones de rechazo, porque lo que no le gusta a uno puede gustarle a otro.
Hacer de la comida un momento agradable
Hay aspectos psicológicos muy ligados a la comida, por eso es tan importante que hagamos de ese momento un tiempo de relax compartido en familia.
Sin móviles, sin tele, y sobre todo sin agobios ni presiones. Un ambiente distendido y agradable es fundamental para que el niño esté receptivo a probar nuevos alimentos.
También es importante involucrar a los niños en la compra de los alimentos, que los toquen, vean de donde provienen, así como en la preparación de las comidas. Meter a los niños en la cocina es una gran estrategia para que se familiaricen con los alimentos de forma lúdica y así tengan menos reparo a la hora de probarlos.