Son muchos los padres que desearían poder escoger el sexo del bebé y muchos los que buscan la manera de conseguirlo con métodos tan discutibles (y a mi parecer tan poco científicos) como la tabla china o la tabla maya.
Otros padres deciden intentar conseguirlo con otros métodos con más base científica o, al menos, con un poco de lógica detrás, siendo uno de ellos el que hace depender el sexo del bebé de la dieta que siga la madre durante el embarazo.
Hay personas que creen en ello y hay otras que son más escépticas. Vamos a hablar un poco de ello para ver qué estudios existen al respecto.
En al año 2007, Lola nos habló de un estudio realizado con ratones que parecía demostrar que cuanto mayores eran los niveles de glucosa en sangre de las ratas, más probabilidades había de que nacieran ratones macho. Cuando les medicaban para bajar esos niveles la tendencia se invertía y nacían más ratones hembra.
Al año siguiente se llevó a cabo un estudio siguiendo la premisa de este estudio anterior con ratones, para tratar de ver si esa tendencia se daba también en humanos.
Investigadores de las Universidades de Exeter y Oxford estudiaron una muestra de 740 mujeres del Reino Unido que estaban embarazadas de su primer bebé y que aún no sabían el sexo de su futuro bebé. Les pasaron unos cuestionarios detallados para conocer cuál era el consumo habitual de más de 150 elementos comunes y además valoraron la cantidad y tipo de cereales que tomaban en el desayuno, la margarina y leche que utilizaban, etc. para saber cuál había sido la alimentación previa al embarazo y conocer cuál estaba siendo la alimentación habitual durante el embarazo.
Los investigadores observaron que las mujeres que consumían más calorías en el momento de la concepción tenían más niños que niñas. De hecho, dividieron al total de madres en tres grupos, según la cantidad de calorías que tomaban. El 56% de las madres del grupo que más calorías diarias ingería tuvo hijos varones. Por contrapartida, en el grupo que menos calorías se consumían durante la concepción el número de hijos varones correspondió a un 45%.
Dicho de otro modo, las mujeres que consumen más calorías cuando están buscando un bebé tienen más probabilidades de tener un hijo varón que aquellas que consumen menos calorías, que tienen más probabilidades de tener una niña.
Según este estudio, si una mujer quiere tener un hijo varón debería comer un plato abundante de cereales para desayunar, comer plátanos y utilizar más sal en las comidas, por ejemplo, para lograr consumir 400 calorías más diarias. Haciendo todo esto tiene más probabilidades de tener un niño varón, aunque también podría pasar que el día del parto naciera una niña y la madre arrastrara unos cuantísimos kilos de más.
Los espermatozoides llevan la carga genética, pero la mujer determina cuál se fecunda
Digamos que este estudio viene a confirmar la teoría que dice que los espermatozoides llevan la carga genética que dictamina si será un niño o una niña, algo que es totalmente inalterable, pero que según las condiciones que se den en el útero materno unos espermatozoides tendrán más probabilidades de fecundar el óvulo que otros.
De esto ya hablamos hace un par de años cuando mostramos las teorías de la Dra. Baretta, que decía que los espermatozoides “Y” (niño) y “X” (niña) se comportan diferente y que las madres podían modificar algunas conductas para favorecer la concepción por un espermatozoide “X” o por un “Y”, según prefiriera tener una niña o un niño.
Resumiendo un poco, los espermatozoides “Y” son más rápidos que los “X”, más numerosos y más pequeños y son los que llegan antes. Sin embargo, viven menos tiempo y para tener unas condiciones favorables necesitan un medio alcalino (que el útero tenga esa condición). Los espermatozoides “X", en cambio, se mueven mejor en un medio ácido.
Esto quiere decir que si una pareja quiere tener un hijo varón lo ideal sería tener relaciones en el momento más cercano a la ovulación, para que cuando los espermatozoides “Y” lleguen se encuentre al óvulo esperando.
Si en cambio prefieren tener una hija las relaciones tendrían que mantenerse unos 2-4 días antes de la ovulación (y ahí parar), para que los espermatozoides “X" se queden esperando a la llegada del óvulo mientras los “Y", que mueren antes, van desapareciendo.
Luego ya vendría el tema de preparar el útero para dar ventaja a unos o a otros. Si queréis niña podéis echar un vistazo a esta entrada, para que os de algunas pistas de cómo hacerlo, y además, siguiendo lo comentado del estudio del 2008, no comáis demasiado.
Si queréis niños, mirad esta otra entrada para saber cómo conseguir que los espermatozoides “Y" se encuentren un medio alcalino, teniendo en cuenta que si tomáis más calorías tendréis más probabilidades de conseguirlo.
Foto | Kristin_a (Meringue Bake Shop) en Flickr (CC)
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