Cómo conseguir que nuestros hijos tengan una buena relación de hermanos

“Por favor, que se lleven bien entre ellos.” Todos los padres queremos, deseamos, esperamos, que nuestros hijos tengan una sana, divertida, y maravillosa relación como hermanos. Te contamos cómo potenciarlo desde casa para favorecer que, a pesar de esas rencillas que siempre aparecen, tus hijos se lleven estupendamente entre ellos.

Cuando proyectamos hacia el futuro y nos imaginamos nuestra familia dentro de 5, 10, 15 o 20 años, a ninguno de nosotros se nos ocurre plantear un posible escenario en el que nuestros hijos no tengan una buena relación.

La idea de que tus amores pequeños, tus hijos, esas criaturas a las que adoras, se lleven mal o no tengan relación alguna, es devastadora.

Sí, es evidente que todos queremos que nuestros hijos no solo se toleren, sino que tengan una relación fuerte, sana, que se cuiden, que se quieran, que estén el uno para el otro, ¿verdad?

Seguro que en casa ya estáis haciendo cosas estupendas para que esto suceda, pero por si queréis una orientación extra, aquí van algunos tips que pueden ayudaros a favorecer que vuestros hijos tengan una muy buena relación de hermanos.

Por qué merece la pena tener buena relación entre hermanos

Quizá la respuesta pueda resultar un tanto obvia, pero merece la pena repasarla.

Los hermanos comparten hogar, progenitores o cuidadores, tienen experiencias comunes, historias compartidas... y además las tienen desde que nacen. Bien llevada la relación de hermanos es una de las más duraderas y significativas de la vida de las personas.

Tener complicidad, confiar, saber que el otro va a estar ahí para las risas y para lo malo, es un colchón emocional maravilloso, es tener un respaldo, una herramienta más para lidiar con las cosas complicadas de la vida. De hecho tener una buena red social y familiar es uno de los factores protectores para determinados problemas de salud mental y el riesgo de exclusión social.

Cómo favorecer una buena relación entre hermanos

  • Desde el minuto uno: en esto, como en la mayoría de cosas relacionadas con los peques, cuanto antes empecemos, mejor. Desde ese día en que casi decidimos tener otro hijo, durante el embarazo, y, por supuesto, en el momento en el que se conozcan, hemos de favorecer que el mayor afronte la situación de la manera más positiva posible. Ten en cuenta que este es el punto de partida de la relación entre ellos.

  • Cuéntale tu historia: cuéntale las risas que os echásteis tu hermana y tú el día que preparásteis el desayuno para sorprender a vuestros padres y las tortitas resultantes fueron la cosa más asquerosa que nunca nadie se ha comido (porque sí, se lo comieron todo los pobres para no romperos la ilusión), cuéntale esas cosas maravillosas de tener un hermano si es que esa fue tu experiencia, o cuéntale la suerte que tiene de tener buena relación, porque tú no la tuviste. Las historias en primera persona son una fuente de aprendizaje estupendas.

  • Tiempo para cada uno... y fuera rivalidad: cuando son chiquitos los peques han de aprender y entender que mamá y papá no están en exclusiva para ellos, que su amor y atención se reparte con su hermano, entre ellos y con otras personas importantes como la familia o los amigos. Evitemos que compitan dedicando ratitos a estar con cada uno de ellos en exclusiva.

  • Cada uno de ellos es distinto y especial por ello: siguiendo con el tema de la rivalidad, nuestros hijos han de sentir y saber que son especiales en sí mismos, por cómo son, por lo que hacen y dicen, y que por eso les queremos, a los dos. No hace falta que compitan, que se peleen, nuestra atención está ahí, estamos ahí para ellos.
  • Ser equitativos no es dar lo mismo a cada uno. A menudo intentamos evitar esas rivalidades siendo equitativos de un modo literal: si uno quiere un helado, le compramos también un helado al otro. Pero atenderles por igual no es darles exactamente lo mismo, con la misma duración, intensidad y características a cada uno de ellos. Puede que al que lo pidió le apeteciera ese helado un montón, pero que el otro en ese momento no tuviera especial interés en ello, ¿por qué dárselo entonces? Preguntemos, indaguemos, y valoremos qué necesitan y quieren nuestros hijos, porque lo más probable es que, salvo ese juguete “que es justo el que yo quería y lo ha cogido mi hermano”, tengan demandas diferentes. Uno puede ser más afectivo, el otro necesitar más atención en el autocuidado... son hermanos, pero son diferentes.

  • Déjales reñir... con límites: discutir van a discutir, es así, y además no es negativo. Las riñas con hermanos son un banco de pruebas y aprendizaje maravilloso para los niños. Si nos entrometemos corremos el riesgo de que crean que estamos de parte del otro y les privamos de que desarrollen sus habilidades de comunicación y resolución de conflictos. Ahora bien, hay que poner límites y dejar claro qué conductas no son tolerables en casa y, por supuesto, dotarles de las herramientas necesarias para que ese aprendizaje sea en positivo (empezar por ser un buen ejemplo cuando hay desacuerdos en la pareja es un estupendo punto de partida).

  • Evitar el favoritismo: a menudo cuando entrevisto a mis pacientes y les pregunto si tenían la sensación de que en casa había un favorito entre los hermanos, la respuesta suele ser afirmativa. Esto del favorito es uno de los desencadenantes más frecuentes de malestar entre los hermanos, así que vamos a intentar ser conscientes de si somos más laxos con uno que con otro, si consentimos más, si reímos más con uno y regañamos más al otro...
  • En modo equipo: favorecer que tengan noción de equipo es fundamental para establecer lazos fuertes y sanos. Para ello puede venir bien, por ejemplo que tengan tareas colaborativas en casa (que pongan la mesa juntos, que tiendan la ropa, que recojan), que sean ellos, juntos, los que elijan la peli del sábado y nosotros, los papás, la del domingo. También los juegos de mesa que son colaborativos y no competitivos nos puede ayudar en este punto.

  • Aficiones comunes, tiempo juntos: si piensas en por qué algunos de tus amigos son tan importantes para ti probablemente algunas de tus respuestas sean porque han estado ahí en los momentos importantes, porque te entienden y porque compartes aficiones, ¿cierto? Pues básicamente eso es lo que debemos favorecer con nuestros hijos. Hagamos actividades en familia: viajes, visitas a museos, picnics o una tarde en la playa, lo que más os guste, pero haced cosas divertidas juntos, como familia. Con esto estamos creando en ellos recuerdos agradables juntos, un background y un pasado común que ayudará a que su relación sea más bonita.Aficiones comunes: como los peques son un poco “quiero lo que él tiene” no es complicado que acaben haciendo cosas similares. Un deporte, tocar un instrumento, salir al campo o dibujar... si comparten ocio y aficiones tienen un nexo más que les unirá.

Ya sea porque nosotros tenemos una maravillosa relación con nuestros hermanos o precisamente por lo contrario, por haber carecido de ella y haberlo echado de menos -o directamente sufrido-, tenemos clara la importancia de que nuestros hijos se lleven bien entre ellos.

Como padres tenemos un papel importante en cómo se establece esa relación, así que pongamos mimo y atención en ello, por ellos.

Fotos: unsplash.com

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