Aunque es un tema que a los padres nos preocupa bastante, las peleas entre hermanos son completamente normales y forman parte del roce lógico que conlleva la convivencia.
Los niños carecen de las habilidades sociales necesarias para solucionar sus conflictos de una forma pacífica y positiva. Por eso, las tensiones a veces derivan en discusiones, agresiones o rivalidades por conseguir nuestra atención. Lógicamente, a ningún padre le gusta que sus hijos se peleen y esto nos puede llevar a querer zanjar la discusión de una forma poco positiva y educativa.
Te contamos las cinco cosas que puedes hacer y las cinco que debes evitar si tus hijos se están peleando
Cinco cosas que NO debes hacer si tus hijos se están peleando
Actuar como un juez y buscar culpables. Aunque hayamos presenciado la pelea y creamos tener claro quién la ha comenzado o quién ha agredido a quién, jamás debemos buscar culpables.
Actuar como jueces no solo no nos conduce a nada (el daño no se repara de forma automática por tener un culpable a quien acusar), sino que repercute de forma negativa en la relación de nuestros hijos y en su autoestima:
- El hijo que acusamos porque creemos que es culpable se sentirá atacado, avergonzado, humillado y resentido. También sentirá que no está siendo tenido en cuenta y que no nos importa lo que esté sintiendo.
- Por otro lado, el hijo al que defendemos se sentirá incapaz de valerse por sí mismo y tenderá a refugiarse en nosotros cada vez que se vea atacado, mermando con ello su confianza y seguridad.
Criticar a uno o a ambos. Ante una pelea de los hijos es frecuente que los padres perdamos los nervios y comencemos a lanzar ataques verbales a diestro y siniestro, ya sea a uno o a ambos: "Pedro, siempre estás igual, no sabes hacer otra cosa más que pelear con tu hermano", "¡Los dos me tenéis harta con vuestras peleas!", "¡Ya no puedo más con vosotros!", "Juan, eres un llorón, siempre te estás quejando por todo!"...
Criticar a nuestros hijos en este delicado momento nos aleja de ellos cuando más nos necesitan, nos desconecta emocionalmente y supone un ataque muy duro a su autoestima.
Castigarles por pelearse. "¡Estás castigado sin salir por pegar tu hermano!"; "estáis castigados los dos sin jugar a la videoconsola";"¡Vete a la cama sin cenar, así aprendes a no pelearte con tu hermano!"... Los castigos que imponemos los adultos son fruto de una situación que nos desborda emocionalmente y no sabemos cómo gestionar. Así que creemos que castigando a nuestros hijos aprenderán para la próxima vez. Pero nada más lejos de la realidad.
El castigo frena de manera automática el mal comportamiento, pero si queremos que nuestros hijos aprendan a discutir con respeto, a defender su postura sin dañar a su hermano y asumir las consecuencias de sus actos, castigarles sin videoconsola, sin salir con los amigos o sin cenar no les va a servir para aprender.
Resolver el problema por ellos. Con el fin de zanjar rápidamente la pelea, los padres podemos caer en el error de resolver el problema por ellos diciéndoles lo que deben hacer o dándoles la solución en bandeja.
Pero actuar así no les educa, pues los niños dejan de poner en práctica habilidades importantes como la negociación, la empatía, la resolución de conflictos o la toma de decisiones.
Obligarles a pedirse perdón y seguir jugando. Es importante y necesario enseñar a los niños a pedir perdón, pero jamás debemos obligarles a ello en un momento en el que no están preparados ni son reactivos.
Durante una pelea o discusión el cerebro emocional está completamente destapado. Obligar en ese instante a pedir perdón y a seguir jugando como si nada hubiera ocurrido es irrespetuoso y no tiene en cuenta las emociones del niño. Además, como padres y educadores no deberíamos buscar un "perdón automático" o una palabra vacía, sino el aprendizaje de la situación vivida.
Cinco cosas que SÍ debes hacer si tus hijos se están peleando
Escuchar a los dos. Está bien que te intereses por lo que ha ocurrido y quieras averiguar cuál ha sido el detonante de la pelea. Entender los motivos de la discusión te ayudará a ver más allá de su conducta.
Eso sí, es fundamental que escuches de forma respetuosa y por igual a los dos; sin sesgos, prejuicios, ni creencias limitantes. Simplemente abre tus oídos y acoge lo que cada uno de tus hijos quiera contarte.
Valida los sentimientos de ambos. Es normal que ante una discusión de hermanos tus hijos se sientan tristes, irritables, enfadados, frustrados, con ira... No hay nada malo en ello, al contrario; lejos de acallar o criticar lo que sienten es importante que validemos sus emociones. Haciéndolo les transmitimos el mensaje de que nos importan, que empatizamos con ellos y que todas las emociones son válidas y necesarias.
Pero es importante que esa validez emocional llegue a los dos hijos por igual, sin hacer distinciones con respecto a lo ocurrido. Ejemplo:
- Hijo 1: "Veo que te ha puesto muy triste que tu hermano te quite el balón. Lo entiendo. Cuando algo nos gusta mucho es normal quererlo para uno solo"
- Hijo 2: "Comprendo que te haya enfadado que tu hermano no quisiera compartir su balón. Seguro que estabas deseando jugar con él"
En ambos casos estamos validando la emoción que sienten nuestros hijos, sin entrar a juzgar el hecho en sí.
Trátalos por igual. Tratar a los dos hijos por igual cuando se están peleando es quizá uno de los aspectos más complicados, especialmente si desde nuestra perspectiva ya hemos señalado un "culpable" y una "víctima".
Pero como decíamos en el punto anterior, los padres no debemos ser jueces, señalar o culpar, por lo que es recomendable hablar siempre en plural y ofrecer las mismas opciones a todos. Por ejemplo, en lugar de decir "¡Pedro, para ya!", diremos "Chicos, parad de pelear", o en vez de "¡María, no grites", diremos "Por favor, bajemos todos el tono de voz".
Sepáralos. Si tus hijos están especialmente nerviosos, la pelea no cesa o incluso han llegado a las manos, tendremos que intervenir y separarlos. Pero hemos de hacerlo sin culpar, reprochar o criticar; simplemente informando con calma, paciencia y respeto de nuestra decisión
Por ejemplo: "Veo que la situación se está descontrolando y creo que es mejor que os separéis. Podéis iros cada uno a una habitación diferente para tranquilizaros hasta que estéis dispuestos a hablar sin faltaros al respeto. Si me necesitáis, aquí estoy para ayudaros"
Ayúdales a solucionar el conflicto. Los niños necesitan la ayuda de sus padres para abordar este tipo de situaciones. Como acabamos de ver, esta ayuda pasa por validar sus emociones y tratar la pelea de una forma positiva y respetuosa. Pero también necesitan herramientas para solucionar los conflictos.
En este post os facilitábamos cinco potentes herramientas de la Disciplina Positiva que pueden ayudaros a gestionar las peleas entre hermanos.