Está bastante extendida la creencia de que el padre es el “primer amor” de una niña, y que la relación que ésta tiene con él marcará sus relaciones en el futuro. Pero, ¿qué hay de cierto en ello? ¿De qué manera influyen los padres en las hijas?
Complejo de Electra vs desarrollo afectivo-sexual
Una buena parte de estas suposiciones viene del popular complejo de Edipo en su versión femenina: el complejo de Electra. Según C. Jung, el autor que describió este complejo, las niñas (aproximadamente entre los 3 y los 6 años) sentirían un afecto creciente y un gran interés por su padre y un rechazo hacia la madre.
Sin embargo esta teoría no cuenta con apoyo científico (no hay evidencia científica que la respalde). Las observaciones de Jung sí que dieron en la diana al detectar un cambio de comportamiento en las niñas en esas edades, pero no acertó con la explicación.
Es justo en esa edad preescolar cuando niños y niñas comienzan a identificarse con un sexo u otro, y como parte de esa nueva construcción de su identidad inician un despliegue fabuloso de todas las conductas y características que perciben o entienden (por transmisión social y cultural) como “propias de ese sexo”.
La clave es que a estas edades niños y niñas ya son absolutamente permeables a los estereotipos de género, por lo que no debe extrañarnos que las niñas a las que Jung observó en 1912 “jugaran a ser mamás”, a novios y a todo lo que en esa época se entendía como propio del sexo femenino. Y claro, “si quiero jugar a mamás y papás necesito un papá... y me sobra una mamá, porque ese papel ya lo voy a interpretar yo”.
No, Jung no tuvo en cuenta el desarrollo afectivo-sexual de las niñas en edad preescolar, ni el hecho de que las niñas, al igual que los niños, aprenden de las relaciones a través de lo que ven en casa, en la familia, pero también son sensibles, como decía, a los mensajes cargados de estereotipos que se les lanza continuamente.
Cómo influye la figura del padre en una hija
Lo que se extrae de los numerosos estudios que hay al respecto es que más que la figura del padre per se, es decir, la mera presencia del mismo, lo que influye significativamente en las niñas es la calidad de la relación, si el padre además de presente está involucrado o, en sentido contrario, si la relación entre ambos es negativa. Sobra decir que estos efectos se producen también en los hijos, no solo en las chicas, pero hoy, aquí, me centro en ellas.
Veamos algunos de esos estudios:
Beneficios de la relación de una hija con un padre presente, afectuoso e involucrado
- Menor riesgo de padecer trastornos de la alimentación.
- Menor riesgo de padecer trastornos psicológicos.
- De acuerdo con una macro revisión realizada por la Universidad de Guelph, encontramos mejores resultados académicos, mejor afrontamiento del estrés, mayor índice subjetivo de felicidad, más competencia social... y un mejor ajuste psicológico general.
Cuando el padre está ausente, poco implicado o hay una mala relación
- Mayor riesgo de depresión en la adolescencia.
- Una menor autoestima.
- Mayor índice de relaciones sexuales de riesgo en la adolescencia y un inicio más temprano de las mismas.
- Linda Nielsen, experta en relaciones entre padres e hijas, indica que una pobre relación con el padre puede derivar en dificultad para confiar y comunicarse con hombres en la adultez.
En cualquier caso es importante que seamos críticos con estos estudios, ya que resulta complicado a nivel metodológico aislar la variable “presencia o ausencia del padre” o “calidad de la relación con el padre”.
Factores como personalidad, educación, o figuras de apego relevantes marcarán la conducta de niñas y niños, por lo que no debemos tomarlo como un “motivo único”, sino como un factor que puede favorecer tal o cual conducta.
En este sentido hay estudios que señalan, como decía al inicio de este punto, que más que la ausencia del padre lo que determina un mayor riesgo, por ejemplo, de embarazos no deseados es cómo se produjo la separación entre los padres, cómo se gestionó, cómo actuó el padre... Es decir, el estrés y la alteración vital que vivió la niña en el momento en el que el padre “deja de estar presente en su vida”.
La relación con el padre sí influye en las relaciones futuras
Sí, es cierto: la forma en la que el padre interactúa con su hija, cómo le habla, qué mensajes le lanza, cómo le demuestra su afecto... todo esto marcará, cuando ésta sea adulta, sus relaciones. Pero como hemos visto no es el padre el único que marca a las niñas: la madre y todas aquellas figuras de apego que tenga la peque dejarán huella sin duda.
A una niña le marca la relación con su padre, por supuesto, pero también la de su madre, o la de sus madres si es que se trata de una pareja del mismo sexo, o la de su único padre en caso de un hogar monoparental...
A los niños les marcamos los adultos de referencia, sus figuras de apego, y no por una extraña y un tanto retorcida idea del “primer amor”, sino porque somos eso, modelos, ejemplos y guías, referentes y fuentes de afecto. Así que más nos vale hacerlo bien, ¿verdad?
Fotos: Pexels.com
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