Las caricias y los abrazos son una forma de manifestar el amor por nuestros hijos, e incluso inconscientemente ya lo ponemos en práctica desde el embarazo, acariciando la barriga en un intento de conectar físicamente con nuestro bebé.
Durante los primeros meses del bebé, muchos padres recurren a los masajes para establecer un mayor contacto, relajarles, aliviarles los cólicos o simplemente aprovechar los múltiples beneficios que tiene para todos esta maravillosa práctica.
Te contamos, paso a paso, cómo dar un masaje a tu bebé y qué debes tener en cuenta para convertirlo en el mejor momento de vuestra jornada.
¿Cuándo comenzar?
Se recomienda esperar a que el bebé cumpla su primer mes de vida para comenzar con los masajes, y una vez hayamos instaurado esta rutina, mantenerla a lo largo del tiempo sin importar la edad que vayan cumpliendo nuestros hijos, pues el masaje es una excelente forma de estrechar vínculos y aliviar tensiones.
¿Qué momento del día es el más adecuado?
Cualquier hora del día puede ser perfecta para dar un masaje a tu bebé, si bien hay que tener en cuenta algunas claves que pueden ayudarnos a identificar el mejor momento:
El bebé no está cansado ni tiene sueño.
No está especialmente activo, pues en ese caso podría rechazar nuestro masaje.
Se muestra relajado y receptivo a nuestras palabras y al contacto físico.
Algunos padres deciden incorporar el masaje a la rutina del baño, otros prefieren hacerlo a última hora del día, y otros eligen comenzar la sesión de juegos con un buen masaje. Es una opción personal que debe elegirse en función de las necesidades de cada bebé, teniendo en cuenta que lo importante es disfrutar.
¿Qué debo tener en cuenta antes de empezar?
- Antes de comenzar debemos asegurarnos de que tanto el bebé, como la persona que va a dar el masaje, se encuentran cómodos.
Para ello debemos cuidar el entorno, comprobando que la temperatura de la habitación sea la correcta (recordemos que el bebé estará desnudo) y la iluminación sea suave.
Igualmente, es preferible eliminar cualquier objeto de distracción para el bebé, así como huir de ruidos y otros estímulos auditivos, de manera que el bebé pueda concentrarse mejor en nuestras palabras. También es una buena idea poner hilo musical que invite a la relajación.
- Desde la Asociación Española de Masaje Infantil recomiendan utilizar un aceite preferentemente orgánico, vegetal (por ejemplo, el de almendras) y sin perfume, sobre todo los primeros meses, con el fin de establecer el vínculo afectivo a través del olfato.
Se recomienda utilizar aceite en lugar de crema para que las manos resbalen mejor por el cuerpo, y la consistencia no sea tan espesa. Así mismo, no es recomendable dar el masaje sin utilizar ningún producto, puesto que la fricción de las manos directamente sobre la piel del bebé podría molestarle e irritarle.
Antes de proceder, debemos lavarnos bien las manos y quitarnos cualquier pulsera o anillo que llevemos puestos y que pueda dañarle o incomodarnos a la hora de dar el masaje.
El aceite no se aplicará directamente sobre el cuerpo del bebé, sino que nos echaremos unas gotas en la palma de nuestras manos y lo calentaremos previamente antes de comenzar a masajear. También debemos vigilar que nuestras manos no estén frías a la hora de posarlas sobre su cuerpo.
Para recibir el masaje, el bebé deberá estar tumbado boca arriba en una superficie cómoda y estable, como por ejemplo la cama, una colchoneta sobre el suelo, o haciéndole una cunita con nuestras piernas. La persona que va a dar el masaje se colocará en frente, para establecer un buen contacto visual.
La presión que debes ejercer con los dedos a la hora de dar el masaje se irá modulando conforme el bebé vaya cumpliendo meses y ganando tono muscular, sabiendo diferenciar también aquellas partes del cuerpo susceptibles de masajear con una mayor presión, de las que no.
El masaje del bebé en 19 pasos
Después de haber llevado a cabo todos los pasos y recomendaciones anteriores, procederemos a dar el masaje a nuestro bebé de la siguiente forma:
Para empezar...
Coloca suavemente las manos sobre su tronco durante unos segundos. De esta forma, el bebé se acostumbrará a tu tacto y a la larga acabará interpretando esta señal como el inicio de un masaje.
Extremidades inferiores
Lo primero que vamos a masajear son sus extremidades inferiores, primero una y después la otra, tomándonos nuestro tiempo con cada una de ellas:
Sujetamos la pierna por la parte superior del muslo, rodeándola con una de nuestras manos colocada en forma de C. Ejerciendo una suave presión, la deslizaremos en un movimiento suave y lento hasta el tobillo, como si estuviéramos ordeñando. Una mano detrás de otra. Repetiremos este movimiento descente varias veces, siempre de arriba a abajo.
Luego pasaremos a dar un masaje en la planta del pie, utilizando nuestro dedo pulgar desde el tobillo hasta los dedos. Si el bebé es muy pequeño, notaremos que sus deditos se encogen y se estiran con la presión del masaje: es un acto reflejo completamente normal que irá desapareciendo con el tiempo.
Masajearemos sus dedos, desde el meñique hasta el dedo gordito, haciendo una suave torsión desde la parte inferior del dedo hasta la yema.
A continuación masajearemos el empeine, en un movimiento ascendente similar al que hemos aplicado al masajear la planta. Vamos a utilizar nuestro dedo pulgar, ejerciendo una suave presión desde la parte inferior hasta el inicio de los dedos.
Continuaremos el masaje de la pierna con el mismo movimiento con el que hemos comenzado pero en sentido ascendente. Es decir, colocando nuestra mano en forma de C, abarcaremos la pierna del bebé desde el tobillo hasta la ingle; una mano detrás de la otra, como si estuviéramos ordeñando.
Nuestro masaje terminará sujetando su pierna con nuestras manos por la zona del muslo, y haciendo movimientos rotarios y enérgicos, como si estuviéramos relajando la musculatura.
Extremidades superiores
Con los brazos vamos a proceder de la misma manera que hemos hecho con las piernas. Cuando los movimientos sean descendentes, partiremos desde la axila hasta la muñeca, y viceversa para movimientos ascendentes.
Abdomen
El masaje en el abdomen debe ser suave, poniendo nuestras manos en posición horizontal y descendiendo una, y luego otra, desde lo alto de la cavidad abdominal hasta debajo del ombligo. Repetimos varias veces el movimiento.
Después colocaremos nuestras manos a lo largo de su tripita, una al lado de la otra. Con nuestros pulgares apuntando al ombligo, deslizaremos suavemente las manos hacia los costados, como si estuviéramos abriendo un libro. Repetiremos varias veces el movimiento.
Los masajes en el abdomen pueden ser especialmente útiles para aliviar molestias digestivas y cólicos.
Pecho
De la misma forma que hemos procedido con el abdomen, lo haremos con el pecho, colocando nuestras manos enfrentadas en posición vertical en el centro del tórax, y deslizándolas suavemente hacia los lados.
Espalda
El masaje de la espalda será igual que el que hemos realizado en el abdomen, y al colocarle boca abajo le estaremos ayudando a fortalecer la musculatura de su cuello. A medida que el bebé vaya cumpliendo meses, iremos incrementando la duración del masaje en esta parte del cuerpo, ya que al principio nuestro bebé solo aguantará pocos minutos con la cabecita levantada.
Cuando el bebé sea capaz de sentarse solito, podremos proceder a realizar el masaje en esa posición.
Cara
El masaje en la cara se hará concretamente en la zona de las mejillas, posando nuestras manos y haciendo suaves movimientos circulares. Este masaje puede aliviar tensiones en la zona de la mandíbula así como molestias provocadas por la dentición.
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Más información | Asociación Española de Masaje Infantil