Es hora de irse al colegio y solo falta vertirse. Todo va sobre ruedas, pero justo cuando le decimos que le vamos a poner la ropa, el niño sale corriendo con un "no quierooo" sostenido y tenemos que ir corriendo detrás de él. La rabieta está asegurada, nuestro enfado también y así es como empezamos el día en casa. Si esta historia te es familiar, tranquilos, estáis pasando por una etapa normal, así que es hora de echar mano del saco infinito de la paciencia y de algunos trucos que te pueden ayudar a darle la vuelta a la situación.
Empatiza con ellos
Los niños no entienden de prisas, ni de combinación de colores, ni que todos los días se tienen que cambiar de ropa. Hay cosas que les gusta hacer más que otras y hay niños a los que vestirse les resulta aburrido, así que es normal. Ten en cuenta que si además tiene que hacerlo de prisa, la situación les será mucho más desagradable (el estrés no es bueno para nadie, ni para ellos ni para nosotros), así que si sabes que es un momento que no le resulta especialmente agradable, trátale como te gustaría que te tratasen a ti en un momento similar.
Ayúdale a elegir la ropa adecuada
Una buena idea es elegir juntos el día anterior la ropa que usará. Ya podremos anticipar el tiempo que hará y elegir la más adecuada. Si será necesario llevar abrigo o alguna prenda de más, o por el contrario si vemos que va a sobrar. Así nos anticiparemos a conflictos de último momento porque quiera ir sin abrigo a cuatro grados.
Debemos ser conscientes de que es necesario razonar con los niños, y a medida que crecen, aún más. El "porque no", o "porque yo lo digo" no sirve como explicación para nadie y de hecho son frases que no deberíamos decirles, mucho menos a un niño que está aprendiendo que cada cosa tiene una causa y una consecuencia: dialogar debería ser siempre la primera opción.
Negocia
Dejarles que hagan siempre lo que quieran no es una buena opción, ya que ellos necesitan saber que existen unos límites y que papá y mamá (o quien se encargue en ese momento), hacen eso porque no se debe salir desnudo o en pijama a la calle.
Por eso es imprescindible tener en cuenta que siempre tendremos este comodín: es bueno negociar y brindarles opciones para que ellos sientan que tienen cada vez más autonomía (porque es verdad). Cosas como ¿prefieres vestirte en tu habitación o en la cama de mamá?, o un "hoy eliges hoy tu camiseta porque ya puedes hacer cosas de niño mayor", mientras le enseñas dos o tres, pueden hacer sentirles que ellos también toman decisiones en casa y que les tratas con cariño y con respeto.
Cambia su foco de atención
Como todo en la crianza, no hay un truco mágico que funcione siempre con todos los niños, pero hay algo que suele dar bastante resultado, y es cambiar el foco de atención del niño cuando algo no le gusta (por ejemplo, cuando algo le está provocando una rabieta). Inventar una historia (bendita improvisación), hablar sobre lo que hicimos el día anterior, o sobre lo que están haciendo sus primos o sus amigos del cole justo en ese momento, hacen que su cerebro cambie de forma automática el centro de su atención y se distraiga pensando en cosas que le resultan más divertidas e interesantes.
Ve de compras y deja que elija alguna prenda especial
Como incentivo para que ese momento sea más llevadero, sorpréndele con un regalo en forma de prenda elegida por él mismo. Esto además puede ser el punto de partida para que empiece a vestirse solo, y además tendrás ropa que ha elegido y con el que seguramente va a querer vestirse siempre. Esa prenda además se convertirá en un comodín que se va a querer poner prácticamente siempre.
Cambia ese momento tenso por un momento de juego
Obviamente yo también he vivido en mis propias carnes el ir a contrareloj porque la alarma no ha sonado y tener 15 minutos para vestir a las niñas, darles el desayuno y salir corriendo, así que en ese caso lo primero que debes hacer es respirar, tranquilizarte y evitar gritar o decir frases que solo crispan más el ambiente. Lo que mejor resultado me da en esos casos (en los que por supuesto ellos no tienen la culpa de ir con prisas), es plantear ese momento como si jugásemos a batir un récord: "hoy tenemos que hacer todo muy rápido, así que vamos a contar cuánto nos tardamos... yo creo que hasta 30". Si nos vestimos antes de llegar a esa cifra se ponen felices y logro que ese momento sea una forma divertida de empezar el día.
Al final todo se reduce a darle la vuelta a la situación. Debemos tener presente que a partir de los dos o tres años todo en su vida se reduce al juego, que es lo que necesitan para que su cerebro se desarrolle y logre adquirir todas las habilidades para enfrentarse al mundo de los niños mayores. El adulto eres tú, así que debes darle las herramientas para que vivan esta época del "no quiero" de la forma más relajada posible. Recuerda, como todas las etapas de la niñez, esta también pasará.
En Bebés y Más | Siete claves y algunos trucos para enseñar a los niños a vestirse solos