Mientras nos hacéis llegar vuestras consultas sobre viajar en coche con niños y bebés, vamos a abordar una de esas cuestiones que suelen pasarse por alto cuando realizamos largos viajes con nuestros niños. Hablamos de las responsabilidades que tiene cada uno dentro del coche, porque de ese asunto van a depender en buena medida tanto que nuestro viaje en coche sea lo más placentero posible hasta que en un futuro nuestros hijos sean capaces de abordar sus propios desplazamientos a bordo de un vehículo privado sin mayores problemas.
Y eso se consigue repartiendo responsabilidades. A partir de una cierta edad, a partir de los 4 o 5 años, un niño ya comprende que en un coche hay unas ciertas normas que cumplir, por nuestra seguridad y por pura convivencia, así que si prevemos que vamos a viajar en coche durante unas cuantas horas, es cuestión de hacer partícipe al niño de esa información y hacerle responsable en cierta medida de que todo fluya por el buen camino, que nos espera una dura jornada y todos tenemos que arrimar el hombro para llegar a buen puerto. Quien algo quiere, algo le cuesta.
Anticipándose con nosotros
Es positivo para un viaje en compañía de niños que ellos estén con nosotros desde el momento de planificar el desplazamiento, escuchando lo que pensamos hacer y colaborando con sus opiniones, que seguro que las tendrá.
Obviamente, nuestra planificación del viaje es, eso, nuestra. Pero nada impide que nuestro hijo esté ahí para dar su punto de vista y, sobre todo, para que sea consciente de lo que cuesta planificar un viaje. No es cosa de marearlo con ofertas de hoteles, desde luego, pero sí que debe saber que cuando planificamos un viaje estamos adelantándonos a lo que ocurrirá, estamos buscando lugares en los que detenernos para descansar, para ir al lavabo, para comprar agua.
Es fundamental que nuestro hijo comprenda que, por ejemplo, los lavabos no crecen en los árboles y que por mucho que él tenga sed el agua va a tener que comprarse en un establecimiento. De esta manera, si durante el viaje le da por pedirnos imposibles podremos intentar razonar con él sobre dónde pararemos con el coche y por qué. Sí, he dicho "intentar", que ya se sabe que una de las virtudes del buen planificador es saber improvisar cuando el plan A falla.
La seguridad es cosa de todos
Ciertamente, hay niños que no llevan muy bien eso de viajar atados con un cinturón de seguridad, pero también es cierto que ese es un problema que hay que abordar desde el primer desplazamiento que hace el niño cuando todavía es un bebé, y también es verdad que hay que abordarlo con suma firmeza. El niño tiene que emplear su asiento infantil, sin paliativos, por su propia seguridad y por la de las personas que lo rodean.
Si nosotros lo tenemos claro, él lo tendrá claro. Si nosotros lo llevamos en la silla pero con el cinturón sin abrochar o en un desplazamiento corto lo llevamos sin sillita "porque vamos aquí al lado", además del riesgo que estamos asumiendo luego no le podremos pedir que se mantenga quieto y atado durante un largo viaje.
En cambio, un niño que haya sido educado en la necesidad de usar los sistemas de retención infantil reaccionará con toda naturalidad cuando se suba al coche y cuando tenga edad de hacerlo por sí mismo se pondrá el cinturón e incluso ayudará a que su hermano lo haga. No me lo invento: eso es lo que sucede en mi coche. Mi hija abrocha el cinturón de la silla infantil de su hermana y luego se sube a su elevador y se abrocha el cinturón para adultos antes de que salgamos de casa. Ha adquirido esa responsabilidad y si algo falla en esa secuencia es ella la que avisa, aunque lógicamente yo siempre superviso que todo esté en orden antes de salir... pero eso ella no lo sabe.
En el viaje, mucha calma
Si nosotros como conductores tenemos que saber estar en nuestro lugar, descansando siempre que sea necesario y sobre todo cada 200 kilómetros o cada dos horas de recorrido, nuestros hijos tienen que saber que al conductor no hay que distraerlo jamás. No es cuestión de responder a sus reclamaciones con un airado "no molestes", que lo único que hará será que el niño se sienta incomprendido y hará lo que sea para llamar nuestra atención. Con un simple "no me distraigas, que estoy conduciendo" un niño puede entender perfectamente lo que le estamos diciendo.
Claro, que otra cosa será que los niños hagan caso a todo esto, y para eso suele recomendarse que un adulto viaje con ellos en el asiento posterior, aunque eso también dependerá de cómo sea el adulto. Ahora que estamos de confesiones, yo me sé de uno que prefiere viajar con la suegra al lado y que sea su mujer quien viaje atrás con las niñas, porque dos criaturas se pueden ir sobrellevando, pero tres juntas son demasiado para la paciencia de cualquier conductor, que un coche no es un parque de atracciones y tanto los niños como los adultos tienen que entenderlo.
Sobre cómo distraer a los niños en el coche y sobre cómo evitar algunos trances como el mareo hablaremos en próximas ediciones de este Especial sobre viajar en coche con niños que estamos llevando a cabo en Bebés y más. De momento, ya sabemos que no es tan complicado si desde bien pequeños comprenden que en un coche hay un conductor que necesita estar atento a la carretera, y además este bagaje les podrá servir en un futuro para su propia seguridad como conductores. ¿Qué más se puede pedir?
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