Es típico de los niños. En la guardería o en la escuela se sienten parte de un grupo y se integran en las actividades colectivas que realizan todos los niños por igual y al mismo tiempo. Al ver cómo lo hacen los demás, acatan las normas del conjunto y no les interesa dar la nota.
A muchos padres les habrá pasado que en casa no comen muy mal y nos cuentan que en el colegio lo hacen fenomenal.
Dejarlos a comer en la escuela tiene muchas ventajas para su desarrollo. Se les enseña a comer solos, a usar la servilleta, a usar los cubiertos, a adquirir una buena postura y a manejarse en la mesa con autonomía. Lo importante no es que coman todo, sino que aprendan a comer de forma autónoma y una cantidad adecuada. Eso es lo que procuran en las escuelas.
Los menús son especialmente diseñados para que los niños aprendan a comer de todo, a probar diferentes texturas y sabores, y con los nutrientes adecuados a cada edad.
Se respetan las necesidades de cada edad. Lógicamente no es lo mismo el bebé que toma biberón que un niño de 3 años que ya come casi de todo.
Todas las guarderías adelantan el menú semanal o mensual para que los padres puedan combinarlo con el de casa.
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