Empezar el cole o la guardería es un momento complicado para los niños (y para muchos padres también). Es el tema por excelencia entre los padres de niños pequeños y las redes sociales no se escapan a ello: un ejemplo ha sido el último post de Sara Sálamo, quien al parecer ha decidido dejar de llevar a su pequeño al cole y lo ha contado en su perfil de Instagram, manifestando que ninguno de los dos estaban preparados para empezar, así que ha optado por dejarle con una madre de día.
No.
No estoy preparada para desaparecer de tu vista y que pases una, dos o seis horas llorando esperando a ver si vuelvo.
No.
No estoy criticando a las familias que se ven sometidas a tener que hacerlo.
No.
No estoy de acuerdo en que “lo que hemos hecho siempre” es lo que está bien.
No.
Mi madre y mi padre NO minimizaron mi dolor y el que yo no estuviera preparada para pasar tantas horas en un lugar que nunca había visto, rodeada de desconocidos. Así que también buscaron otra alternativa hasta que cogí la seguridad necesaria.
No.
No pienso que validar los sentimientos de mis hijos les convertirá en unos malcriados.
No.
No soy de las que cuando se caen les digo “no pasa nada, tú eres muy fuerte”. Sino les ofrezco mi ayuda y les abrazo.
Es una obviedad que hablo desde un lugar de privilegio. Dónde soy una mujer blanca, heterosexual y europea que puedo llevar a mis hijos conmigo al trabajo o contratar a alguien para que cuide de ellos en casa.
Pero desde mis sitios de privilegio también puedo denunciar que las cosas no están bien hechas. Que la conciliación es una utopía. Y que no creo que ningún padre o ninguna madre se sienta cómoda dejando a sus hijos en manos de una maestra (desconocida totalmente por nosotros y nuestros bebés) cuando llora de forma desconsolada.
Yo no tengo la solución a todo esto. Pero siento la responsabilidad de generar un debate, de hacernos preguntas y quizás, haciendo piña, cambiar las cosas entre todos.
Solo tenemos que echar un vistazo a países vecinos como Finlandia, Inglaterra y Alemania, donde los periodos de adaptación son mucho más personalizados. Y donde las bajas de maternidad y paternidad… Son bastante distintas.
Y por supuesto, la conciliación NO PUEDE PASAR POR RENUNCIAR A NUESTRAS CARRERAS.
Debo reconocer que me he sentido muy identificada con el post porque estoy viviendo en este momento ese proceso de separación con mi hija menor. Hemos estado juntas desde que nació, 24 horas al día y empezar el cole de un día para otro nos está costando: a ella por quedarse allí y a mi por el sentimiento de culpa que me produce el dejarla.
Sara toca un tema que en mi opinión, no se le suele dar la importancia que tiene: el período de adaptación. Aunque no se puede generalizar, este es insuficiente o directamente brilla por su ausencia, así que esa transición de estar todo el día en casa, a todo el día en el cole, puede resultar bastante duro para hijos y para padres, y no debería ser así.
Cuando ese proceso se realiza de una forma abrupta, sencillamente estamos obligando a los niños a que se adapten sí o sí a nuestro ritmo de vida (que a su vez está marcado por las empresas y nuestros jefes). Un niño de 2 o 3 años no entiende de prisas, ni entiende que papá y mamá tienen que ir a trabajar todo el día porque es lo que tienen que hacer para pagar las facturas, ni entiende por qué ayer estaba en casa tranquilamente con sus juguetes y hoy está en un sitio distinto con gente que no conoce. No puede ser que el sistema y los mismos colegios sean tan poco empáticos con ese cambio en la rutina que experimentan los niños.
Reconozco que los profesores hacen lo que pueden con sus ratios imposibles, su cariño y paciencia infinita, así que ellos no son el problema. El problema es que como sociedad nos hemos acostumbrado a que todos nos debemos meter en la rueda de la rutina sin rechistar y sin cuestionar si estamos respetando los ritmos de los más vulnerables, que en este caso son los niños.
Está claro que como padres a nivel individual, poco podemos hacer. Yo me siento muy afortunada porque he podido estar con mis niñas hasta que han empezado el colegio, pero ¿y las madres que deben reincorporarse a sus trabajos de forma presencial cuando el bebé no tiene ni cuatro meses? Eso sin hablar de la penalización a nivel económico que supone una reducción de jornada o una excedencia (que da para otro post aparte). La conciliación familiar es una utopía y todos los que tenemos hijos y trabajamos, lo sabemos.
Me ha sorprendido mucho el leer algunas respuestas al post de la actriz, en el que le atacan por haber hecho lo que hizo. Ella pone de manifiesto que habla desde una posición muy privilegiada, pero que no por ello va a dejar de opinar como madre de una criatura pequeña. Suscribo sus palabras cuando afirma que no está de acuerdo con que “lo que hemos hecho siempre es lo que está bien”: está claro que cada familia hace lo que puede e intenta brindarle lo mejor que puede a sus hijos, pero el punto de partida debería ser el tener claro que no todos los niños son iguales, que sus ritmos y sus necesidades también lo son, y que todos deberíamos cuestionar si como desde los colegios, las empresas y como padres, estamos facilitando las cosas para que los niños empiecen esta etapa tan maravillosa e importante en su vida, de la mejor manera posible.
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