Todos sabemos que los niños pequeños tienen mocos constantemente y enferman con frecuencia. Esto es especialmente llamativo durante el primer año de guardería y muchas familias acuden desesperadas a la consulta del pediatra reclamando algún remedio que ayude a alargar los periodos de salud de sus bebés.
¿Por qué se ponen tanto malos los niños pequeños?
Los bebés o niños pequeños que acuden a guardería tienen entre 8 y 12 infecciones respiratorias al año, a las que se suman con frecuencia gastroenteritis y conjuntivitis. Las razones fundamentales son tres:
1) La exposición a virus y bacterias, es decir, a niños (y adultos) enfermos. Los bebés y niños que acuden a guardería suelen estar en contacto con más personas (niños fundamentalmente) que los que se quedan en casa los primeros años y por eso se ponen malos más frecuentemente. Influye aquí también si son clases muy grandes, con muchos niños, o ambientes más pequeños (por ejemplo, madre de día).
2) Por otro lado, las defensas de los niños pequeños son aún inmaduras. De hecho, hay estudios que demuestran que se ponen malos con más frecuencia el primer año y los posteriores tienen menos infecciones, entre otras cosas porque ya tienen más defensas frente a infecciones. El máximo número de días enfermos parece estar en el segundo mes de asistencia a escuela infantil.
También se ha visto en algún estudio que los niños que tienen hermanos mayores en casa se ponen menos veces enfermos cuando comienzan la escolarización que los que no los tienen, probablemente porque ya tienen defensas frente a algunas de esas infecciones.
3) Por último, los bebés y niños pequeños tienen algunas características y comportamientos que pueden hacerse más susceptibles a infecciones: tocan todo, exploran y después se llevan las manos a la boca, muchos llevan chupete (y muchos lo intercambian con sus compañeros), babean (y en esas babas pueden ir virus que luego coge otro compañero), llevan pañal (y ahí hay una fuente de contagio de las gastroenteritis).
¿Si empieza la guardería más tarde, se pondrá malo igual?
Como hemos comentado, una de las razones por las que los bebés y niños enferman al comenzar la escuela infantil es porque entran en contacto con numerosos virus (principalmente) y bacterias. También influye su comportamiento y la inmadurez de sus defensas.
Los niños que comienzan más tarde la escuela infantil también se pondrán malos al inicio, pero es más probable que las infecciones sean más leves (tienen mejores defensas) y menos frecuentes que si hubiesen comenzado de bebés. Así lo demuestra un estudio español llevado a cabo en Vizcaya, que analizó los procesos infecciosos de niños escolarizados y no escolarizados de entre 6 y 54 meses (4 años y medio).
La incidencia de infecciones fue superior en los niños escolarizados en todos los grupos de edad, pero la diferencia fue mayor en los más pequeños (menores de 2 años).
¿Cómo saber si mi bebé se pone malo porque tiene un problema grave o si es parte de la evolución “natural” de estar escolarizado?
Las inmunodeficiencias son enfermedades en las que las defensas del niño o niña están alteradas y, por tanto, no se defiende bien frente a infecciones. Más que el número de infecciones en sí, que ya hemos visto que es alto (entre 8 y 12 infecciones al año en niños que acuden a guardería), importa aquí el tipo y la gravedad de la infección.
Debemos sospechar una inmunodeficiencia si aparecen infecciones más raras (por ejemplo, tiene neumonías frecuentes), si tarda mucho en recuperarse (recuerdo aquí que una gastroenteritis aguda puede durar 2 semanas y la tos de un catarro puede persistir hasta 3), si se afecta su crecimiento o si siempre enferman tras las vacunas.
¿Qué podemos hacer para evitar que se pongan tanto malos?
Me encantaría poder decir que existe un jarabe que evita que los niños se pongan malos los primeros años de vida, pero lo cierto es que no lo hay. Sin embargo, sí hay algunas cosas que podemos hacer para tratar de que se pongan malos con menor frecuencia:
- Vacunación, tanto de los niños como de los adultos que los atienden. Tenemos la suerte de tener disponibles vacunas frente a una gran variedad de microorganismos. Las vacunas son seguras y eficaces. En algunos casos, aun vacunados podemos sufrir la enfermedad, pero ésta será muchísimo más leve.
- Lactancia materna. Uno de los beneficios de la lactancia materna es que protege frente a algunas infecciones. Está demostrado que los niños amamantados tienen menos gastroenteritis, menos infecciones respiratorias y menos otitis medias que los que no reciben leche materna. Además, cuando sufren una infección, suele ser más leve.
- Evitar el contagio. Sabemos que los bebés y niños pequeños lo tocan todo y se lo llevan todo a la boca, así que con frecuencia el contagio es inevitable. Debemos fomentar el lavado de manos; es fundamental en los adultos (especialmente tras el cambio del pañal o cuando limpiemos mocos, vómitos…) y debemos enseñar a los niños cuando tengan capacidad para ello. Así mismo, es recomendable usar pañuelos desechables de papel, limpiar periódicamente los juguetes, colchonetas..etc en los espacios públicos y tratar de que no compartan chupetes y vasos.
- Otra medida fundamental es que dejemos al niño en casa cuando esté malito. Algunas enfermedades, como la varicela, el sarampión o las anginas bacterianas hasta que lleven 24 horas de tratamiento antibiótico, son denominadas de exclusión escolar. En otros casos, aunque no se especifique que el niño o la niña debe quedarse es casa, es conveniente hacerlo, por su confort y para evitar el contagio de los demás.