La ley del hielo: el silencio castigador tras una discusión es una forma de manipulación. Así puedes protegerte, según una psicóloga

La ley del hielo: el silencio castigador tras una discusión es una forma de manipulación. Así puedes protegerte, según una psicóloga
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Tal vez lo hayas vivido alguna vez; estar discutiendo con tu pareja (o con otra persona) y que de repente, se enfade por algo que has dicho o hecho, y te deje de hablar durante minutos, horas o incluso días. Esto es lo que se denomina Ley del Hielo, y es una manipulación en toda regla.

Es importante no tomarse este tipo de conductas como algo sin importancia, y no normalizarlas; este tipo de silencios son una forma que tiene la otra persona de castigarte. No siempre hay una mala intención detrás; a veces es una falta de conciencia y de estrategias para gestionar las propias emociones y comunicarse, pero eso no lo justifica.

Porque además, estos silencios nos hacen sentir muy culpables sin que lo seamos, y no permiten resolver nada. Te cuento cómo puedes protegerte contra la ley del hielo.

La ley del hielo: cuando el silencio se utiliza para castigar y cómo daña

La ley del hielo, también conocida como "silencio castigador" o "retirada emocional", es una táctica pasivo-agresiva utilizada para castigar o manipular a alguien durante o después de una discusión. Consiste en ignorar deliberadamente a la otra persona, negándole cualquier forma de respuesta, ya sea verbal o no verbal.

Es un silencio ensordecedor que puede generar una sensación de incomodidad, ansiedad y confusión en la persona que lo experimenta. Para entenderla mejor, te pongo un ejemplo. Imagínate estar en medio de una conversación acalorada con tu pareja o un ser querido. Las emociones están a flor de piel y las palabras vuelan como dardos envenenados.

De repente, la otra persona se queda en silencio, te mira con frialdad y se retira. Ya no responde a tus preguntas, no devuelve tus llamadas y te encuentras atrapado en un vacío de incomunicación. Este es el poder destructivo de la ley del hielo.

1) Identifica la ley del hielo

El primer paso para protegernos de la ley del hielo es aprender a identificarla correctamente. ¿Cómo saber si estamos siendo sus víctimas? Te propongo algunas señales clave para identificarla:

  1. Comportamiento evasivo (no afrontar): La persona se niega a participar en la discusión o a abordar los problemas de manera constructiva.
  2. Silencio que se alarga demasiado: El silencio se extiende durante un período largo, a menudo sin una explicación clara o una resolución posterior.
  3. Indiferencia emocional: La persona muestra una falta de interés o empatía hacia tus sentimientos y necesidades.
  4. Manipulación psicológica: El silencio se utiliza como una forma de castigar o controlar tus acciones y comportamientos.

2) Di lo que piensas, no la permitas sin más

En lugar de quedarte callado o retirarte emocionalmente cuando alguien te trata con la ley del hielo, expresa tus sentimientos de manera clara y directa. Por ejemplo, puedes decir: "Cuando te quedas en silencio después de una discusión, me hace sentir ignorado e incomprendido. Me gustaría poder hablar sobre lo que sucede para encontrar una solución juntos".

Puedes decirlo así o de forma más directa, sin tantas contemplaciones. Pero sobre todo, enfatiza cómo te hace sentir el comportamiento del otro sin culparlo directamente (a no ser que te lo haya hecho más veces), a fin de promover una comunicación más abierta y honesta.

Esto, además, es un claro mensaje hacia el otro de que no puede hacer contigo lo que quiera, que denota asertividad y amor propio.

3) Resolver los conflictos que aparezcan y pactar un tiempo

Con la ley del hielo muchas veces lo que ocurre es que los conflictos se van "enterrando", sin resolverse, y luego aparecen en forma de reproches. ¿Por qué? Porque la otra persona se va, se calla, y cuando pasa un tiempo vuelve como si nada, y parece como si eso ya se hubiera resuelto solo, pero no.

Por eso es importante, además de no permitir este silencio castigador, por supuesto, no permitir tampoco que las cosas se olviden sin más (porque no se olvidan). Así, busca cerrar los temas pendientes, resolver las cosas, y que el otro se implique también (hablarlo).

A veces el otro necesitará un tiempo para hacerlo (o nosotros mismos), pero ese tiempo no debe eternizarse. Por ello, concretar, pactar un tiempo específico en el que podáis volver a hablar; así, en lugar de permitir estos silencios castigadores, acordar un tiempo en el que os sentaréis para hablar y resolver el problema. No permitas que el otro decida ese tiempo sin comunicártelo y además, haciéndote sentir mal. Recuerda, ¡no tienes la culpa!

Foto | Portada (Freepik)

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