¿Cuántas veces le has dicho a tu hijo “no hagas eso, que está mal”? Pero, ¿sabes si entiende claramente los conceptos del bien y del mal? ¿Cuándo aprenden los niños la diferencia entre el bien y el mal? Conocer el proceso de desarrollo de la moral de nuestros hijos nos ayudará a acompañarles (y ayudarles) en el camino.
La adquisición por estadios: las teorías clásicas
Las teorías más importantes sobre la adquisición de la moral en los niños de las últimas décadas han venido de la mano de autores tan relevantes como Piaget y Kolhberg, quienes postulaban que dicho desarrollo moral se producía por estadios o fases.
Según estos autores, los niños vienen al mundo “formateados”, sin información moral, en blanco, y es el contacto con el entorno (familia, escuela...) y la sociedad los que hacen que se desarrolle su moral.
Este proceso se produciría, como decía antes, a través de una serie de fases o etapas por las que pasaríamos todos los seres humanos, estadios que vienen condicionados por el nivel de desarrollo cognitivo de cada niño, según la teoría de Piaget, y además de esto, por la interacción con el entorno, de acuerdo con la de Kolhberg.
1. Las fases según Piaget son:
- Etapa premoral: de los 2 a los 6 años, y se caracteriza por la heteronomía, es decir, “no soy yo quien dice lo que está bien o mal, sino mis padres”.
- Etapa heterónoma o de realismo moral: de los 5 a los 10 años. Entienden que las normas vienen impuestas por fuentes de autoridad potentes, pero ya no solo los padres, también la ley, autoridades... Tienen una visión dicotómica, es decir, las cosas están bien o están mal, sin matices, sin consideraciones. Al final de esta etapa empiezan a entender que las normas se establecen no solo por la autoridad, sino también entre los iguales, por el bien del grupo, así que en esta etapa ya participan en juegos en grupo aceptando y entendiendo las reglas como algo bueno para el desarrollo de la actividad.
- Etapa moral: a partir de los 10 años. Entienden que las normas son acuerdos sociales, pactados y establecidos por las personas, por lo que pueden ser transgredidas, especialmente en determinadas situaciones por el bien común o personal, o por determinadas necesidades. A medida que se produce el desarrollo cognitivo del niño, van estableciendo su propia noción moral, con sus normas propias que lo articulan.
2. Las fases según Kolhberg son:
Etapa preconvencional (entre los 4 y los 10 años), en la que el juicio moral se basa en las necesidades y percepciones del propio niño, sin tener en cuenta el de los demás. Se caracteriza por responder ante refuerzos y castigos (algo es malo porque se castiga, porque está penado). Es decir, se juzga en base a si la conducta es castigada o recompensada.
Etapa convencional (entre los 10 y los 13 años): además de las propias necesidades entran en juego las consideraciones morales de la sociedad y se entiende que existe algo llamado Ley, que ha de ser acatada y que marca las directrices de “lo correcto e incorrecto”.
Etapa postconvencional (a partir de los 13 años... o nunca, porque según este autor no todo el mundo llega a este nivel de desarrollo moral), en el que se cuestionan las normas sociales y se entiende que hay niveles superiores a los personales y sociales a nivel moral (es bastante complejo).
Últimos estudios: ¿es innata la moral?
Sin embargo, a pesar del peso que han tenido estas teorías, recientes estudios señalan que habría cierta moral innata, en contra de lo postulado por Piaget y Kolhberg.
Concretamente un conocido estudio realizado en Yale por P. Bloom, concluía que los bebés vienen al mundo con una especie de “moral embrionaria” que les lleva a poder distinguir entre conductas “buenas y malas” con tan solo 6 o 10 meses. Es decir, que ya desde los 6 meses los bebés parecen mostrar ciertos patrones morales.
Otro estudio de la Universidad de Illinois concluyó que los bebés de entre 19 y 21 meses ya pueden distinguir entre situaciones y conductas “justas e injustas”, y que muestran expectativas positivas, es decir, tienden a esperar que los demás se comporten de un modo justo.
Otro estudio desarrollado por el Max Planck Institute for Evolutionary Anthropology (Alemania) concluía que los bebés de tan solo 18 meses tienden a ayudar a otros a conseguir sus objetivos. Es decir, que mostrarían conductas “prosociales”.
El cóctel del desarrollo moral
A pesar de la importancia de estos estudios, sus conclusiones son, cuanto menos, controvertidas, ya que no es del todo posible aislar las variables que influyen en el desarrollo de los niños, y mucho menos en el caso de bebés que no tienen lenguaje. Por lo tanto no se puede concluir que esos resultados se deban exclusivamente a algo innato.
El consenso actualmente es que si bien existe una predisposición a la confianza en que los demás actuaremos “bien” (los bebés tienden a pensar que les vamos a cuidar, no a hacerles daño, de ahí que haya apego y estén tranquilos), y que por tanto pudiera existir un “preconcepto” del bien y del mal, el desarrollo moral se produce inherentemente de la mano del desarrollo cognitivo del niño, un desarrollo que se da, claro está, en un contexto, con una familia que educa, con una escuela que enseña y con unos amigos que modulan.
Es decir, el desarrollo moral es el fruto de una combinación de variables, como casi todo lo concerniente al ser humano.
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The Wiley-Blackwell Handbook of Childhood Cognitive Development (Wiley Blackwell Handbooks of Developmental Psychology)