Cuando crezca quiero ser como mi hermano mayor

¿Quién no ha querido en alguna ocasión, cuando éramos pequeños, ser igual que nuestros hermanos mayores cuando creciéramos?. Yo al menos si lo he pensado. De hecho, aún lo sigo queriendo. Y es que, en parte, soy lo que soy, por mi hermano mayor. Y quiero aprovechar esta ocasión para darle las gracias por todo lo que me ha enseñado.

Y es que, los hermanos mayores tienen un papel más importante de lo que se cree en el desarrollo de sus congéneres más pequeños. Ellos son un factor muy importante en el proceso de la personalidad, tal y como apuntan diversos estudios en los que se aprecia la influencia que tiene en la vida de los más pequeños la presencia de hermanos mayores.

Tanto la influencia de los padres como las de los hermanos son fundamentales en el desarrollo de los niños. Actualmente, se reconoce que una parte importante del desarrollo de la personalidad recae en el ambiente en el que nos movemos. Y es ahí donde entran los hermanos, ya que con ellos pasamos una parte importante de nuestra niñez, resultando ser uno de los factores determinantes de nuestro futuro.

Nuestros padres nos enseñan varios conocimientos (por ejemplo, cómo usar el lenguaje o cómo interactuar socialmente), pero los hermanos también son modelos en otros comportamientos igual de importantes (entre los que se encuentran, por ejemplo, los comportamientos informales, sirviendo aquí de mejor ejemplo que los propios padres).

A la colaboración de los hermanos en el desarrollo de los niños pequeños a veces no se les da la importancia que tienen. Así, nuestros hermanos mayores colaboran en el desarrollo de habilidades sociales en un contexto diferente al de los padres.

Otro aspecto en el que influyen los hermanos mayores, en igual o mayor medida que los padres, son los hábitos, ya sean positivos o negativos. Esto es debido a que hay más probabilidad que los pequeños imiten las conductas de sus hermanos mayores que los propios hábitos de sus padres. Por ejemplo, si los hermanos mayores tienen conductas inadecuadas de alimentación, fuman, beben alcohol, consumen drogas o tienen una conducta sexual promiscua o precoz, la probabilidad de que los hermanos menores imiten estas conductas son muy elevadas.

Los padres, por su parte, pueden ser mediadores que generen relaciones cordiales entre hermanos, caracterizadas por el respeto y la tolerancia, y así ser influenciados de forma adecuada. Obviamente, también son los padres los que deben intervenir ante malos hábitos de los hermanos mayores y así evitar que los menores los practiquen.

Algunos estudios afirman que los hijos únicos son menos competentes en relaciones interpersonales y en habilidades sociales. Generalmente, la ausencia de hermanos mayores se suple gracias a la relación con los primos o amigos mayores que de algún modo cumplan el papel que se le asigna a los hermanos mayores.

Si un niño se desarrolla en un contexto en el que sólo existen adultos, no se generarían algunas de las situaciones que se peoducen ante la presencia de un hermano mayor, por ejemplo las discusiones, la competitividad o el compartir dentro de el ámbito familiar.

Por otro lado, muchos hermanos pequeños deben esforzarse por alejarse de la influencia y la comparación con los hermanos mayores. Si el desarrollo es adecuado, la diferenciación se da en la elección de actividades que les permitan destacar en áreas distinta a sus hermanos mayores. Esto llega a ser sano e incluso deseable.

La influencia de los hermanos es vital para el aprendizaje del control de emociones. Para los niños pequeños puede ser tremendamente difícil e incluso frustrante el ser capaz de comunicar adecuadamente algo que está sintiendo. Aquí es donde entran los hermanos mayores, ya que cumplen una función aleccionadora importante para el desarrollo emocional de su hermano menor.

Esta relación fraternal colabora para que los niños logren comunicarse y desarrollarse mejor en sus interacciones con los adultos y otras personas. Es decir, los hermano mayores pueden ser reguladores de las emociones, debido a que pueden dar los modelos adecuados.

La orientación y la enseñanza de habilidades sociales específicas pueden tener un efecto positivo en la calidad de las relaciones entre hermanos. Aquí es donde entran los padres, ya que son ellos los que deben direccionar adecuadamente la relación entre hermanos.

En conclusión, los hermanos mayores pueden influir de forma positiva o negativa en sus hermanos pequeños en varios aspectos:

  • Aunque a veces los conflictos entre hermanos puede ser un dolor de cabeza para sus padres, proporciona una buena práctica para solucionar problemas.
  • Durante los conflictos entre hermanos y su forma de solucionarlos es donde los niños aprenden las técnicas de pacificación, negociación e incluso acusación, que emplearán de adultos.
  • También pueden ser una influencia negativa para la adquisición de malos hábitos.
  • Pueden ser un factor de motivación para ser diferente a lo que son los hermanos mayores. Los hermanos tratan de forjar su propia identidad dentro de una familia de modo que cada uno de los hermanos llegan a ser “especial” ante los padres.
  • Los hermanos constituyen la segunda mayor fuente de apoyo después de los padres.
  • Por todo ello, no debemos infravalorar la influencia de los hermanos en el desarrollo de los niños. Es importante que los padres aprendan a entender cómo se da la interacción, para de este modo, aprovechar mejor el impacto que tiene la presencia de hermanos.

    Foto | makelessnoise en Flickr
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