Hoy publicamos la primera parte de la entrevista que Bebés y más ha realizado al psicoterapeuta Enrique Blay, especialista en las emociones del bebé y el niño, que nos lleva, en esta charla, a adentrarnos en el mundo de las sensaciones y sentimientos que todos hemos tenido dentro del útero materno y que son fundamentales para el desarrollo psicológico en la vida futura.
Descubriremos lo que siente, lo que escucha, lo que asimila el bebé y como su plástico cerebro va siendo influido por las vivencias y las emociones de su madre.
¿Existe en el bebé intraútero una vivencia emocional?
Sí. El bebé intrauterino tiene grandes capacidades perceptivas y todo lo que percibe, puesto que sus mecanismos de interpretación transforman toda la información en sentimiento, se traduce en emociones. El ser humano, desde que es concebido y hasta los dos años de edad, se rige por la Percepción Emocional.
A partir de los dos años se inicia el desarrollo de la Percepción Racional, que no prevalecerá hasta los 12 / 14 años de edad. Este es el hecho más importante para comprender el mundo emocional de bebés y niños y la clave para plantear cualquier tipo de relación y comunicación con ellos. ¿Existen evidencias científicas de ello?
Respecto a las capacidades perceptivas del bebé intrauterino, hay dos canales de percepción bien investigados:
El primero es el inherente a los órganos de los sentidos que se van desarrollando a lo largo de la gestación: vista, gusto, tacto, olfato y oído. En concreto la capacidad auditiva del bebé intrauterino se ha mostrado intensa. No solo respecto a los sonidos internos de la madre, incluida su propia voz, si no también respecto a los sonidos externos. Hay reacciones muy diferentes de un bebé intrauterino, cuando en el ambiente suena música rock o música clásica.
También se ha demostrado la capacidad del bebé intrauterino de memorizar esos sonidos. Así, hay bebés que, una vez nacidos, reaccionan delante de la música de una serie de televisión que su madre seguía con asiduidad o el caso del músico que tocaba de “oído” las notas de las partituras que su madre, también músico, había interpretado cuando lo llevaba en su seno.
En segundo lugar, hay que tener en cuenta que, a través de la sangre materna que el bebé recibe por el cordón umbilical, que contiene sustancias como neurotransmisores u hormonas, que producen en el bebé las mismas reacciones que en la madre.
Por ejemplo una de las hormonas del estrés, la adrenalina, que en la madre produce aumento del ritmo cardíaco, de la presión arterial, tensión, ansiedad, etc. produce exactamente lo mismo en el bebé. O por el contrario las endorfinas, que en la madre producen tranquilidad, bienestar y paz, que actuarán de la misma manera en el bebé.
Además, en mi opinión, hay otros dos canales de percepción, que si bien no tienen la “evidencia científica”, tal como se interpreta en su significado más académico, gozan de la suficiente evidencia experimental y vivencial, para hacer indiscutibles su validez:
Hablo de la percepción que permite al bebé conectar con lo que piensa, lo que siente, su madre. Canal denominado “Percepción Extrasensorial” porque está fuera de los canales de percepción que otorgan los órganos de los sentidos o la fisiología. También podríamos llamarlo, desde la visión de las diferentes energías que conforman el cuerpo humano “Percepción Energética” ya que es capaz de percibir las energías de pensamientos y sentimientos de su madre e interactuar con ellos.
Y, además, el más sutil de los canales, el de la “Percepción Espiritual”, basado en la visión transcendental del ser humano. El bebé, como Ser de Luz, en tránsito por la experiencia de la materia, en conexión con el Ser Interior de su madre. Un sentir más allá del tiempo y del espacio, expresado en el ahora. ¿Las emociones del bebé no nacido tendrán influencia en su vida futura?
En las últimas décadas se ha ido situando cada vez más atrás en el tiempo, el momento del inicio del desarrollo psicológico. Hasta hoy, en que tanto las investigaciones en neurología como en psicología, llevan a la conclusión de que el desarrollo psicológico se inicia desde el mismo momento de la concepción.
Sobre una base genética, heredada de los padres, que supone una “tendencia” conductual específica a cada individuo y del desarrollo fisiológico particular en cada individuo, las experiencias vividas moldean el cerebro. El cerebro es influido directamente por las experiencias a causa de la denominada “plasticidad neuronal”, por la que directamente se modifican las estructuras cerebrales, dejando huellas profundas e imperecederas en su arquitectura.
En un momento en que, literalmente, el cerebro se está construyendo en sus cimientos, como es en la gestación, nacimiento y primera infancia, es fácil deducir la importancia que tienen las experiencias tempranas en la formación del carácter y la personalidad.
En el centro ARA de psicología, junto a la psicóloga Ángela Suárez, hemos tenido la fortuna de trabajar durante años con una psicoterapia regresiva para adultos, en que, entre otras cosas, se lleva a la persona a vivenciar, ver y sentir hechos acontecidos dentro de su madre, naciendo y en su primera infancia. Esto nos ha permitido tener, de viva voz y en directo, lo que puede gratificar o dañar a un bebé o a un niño en su desarrollo psicológico en esas épocas de su vida.
A través de la base teórica que sustenta esta psicoterapia, pero especialmente a través de nuestra experiencia clínica, podemos afirmar que en la gestación, nacimiento y primera infancia se encuentran las raíces de lo que de adultos nos gratifica o por lo contrario nos altera, enferma o desarmoniza.
¿Cómo puede la mujer embarazada comunicarse con su bebé?
De hecho, haga lo que haga la madre, con los canales de percepción del bebé que hemos comentado, siempre va a haber comunicación entre ambos. Esto nos da la medida de lo importante que es el estado emocional de la madre, de sus pensamientos, de sus sentimientos hacia su bebé. Podemos decir que si la madre está triste, su bebé también lo estará. Si la madre está feliz, así estará su bebé.
La madre puede comunicarse con su bebé de forma consciente hablándole, cantándole, mentalmente a través de sus pensamientos, con el tacto poniendo sus manos en el vientre. La relajación y visualización es una potente herramienta de comunicación entre madre y bebé y viceversa, pues el bebé también es capaz de comunicarse con su madre.
Hace años se me ocurrió que, si a través de una relajación, la madre gestante se situaba en ritmos cerebrales Theta, que conllevan el estado de percepción emocional, sería como mover el dial de una radio hasta sintonizarla con su bebé.
Lo puse en práctica con madres gestantes y la realidad desbordó mis expectativas. En estado de relajación la madre gestante entraba en una comunicación total con su bebé, que permitía transmitirle con toda la intensidad emocional, la alegría por ser su primer hogar y el amor que sentía por él. Unido a diversas visualizaciones, la situación se convertía en una experiencia de una gran carga emocional.
Mi gran sorpresa fue comprobar que no solo la madre se comunicaba con su bebé, si no que también este lo hacía con su madre, mental y emocionalmente. Como curiosidad, algunas madres “percibieron” el nombre con el que sus bebés querían ser llamados.
Fascinante ha sido para nosotros esta entrevista, en la que de la mano del psicoterapeuta Enrique Blay, nos hemos introducido en el alma y las emociones de los bebés en el útero, circunstancias que influirán en su percepción y sensibilidad tras el nacimiento.
Seguiremos hablando con Enrique Blay y profundizando en nuestra entrevista para conocer mejor las emociones de los bebés en el nacimiento, la importancia de atender su llanto y dormir con ellos, permitirles tomar el pecho siempre que sea posible y darle al padre un papel importante en el desarrollo del pequeño.