Ayer ofrecimos las conclusiones de dos nuevos estudios acerca de los DVD “educativos” que mostraban que, no sólo no hacían que los niños aprendieran más, sino que aquellos niños que los veían mostraban menos habilidades comunicativas que los que no lo hacían.
Muchos padres se gastaron el dinero para que sus hijos vieran estos DVD, porque además les parecían bonitos (a mí personalmente no me parecen nada feos y, además, el niño escucha música clásica) y muchos otros padres los tienen en casa como regalos de los familiares o amigos y ahora se preguntan: “¿Y ahora, qué hago yo con los DVD “educativos”?“
Leyendo las conclusiones de los estudios puede parecer que estos vídeos tienen la capacidad de borrar la mente de los niños o algo similar. Nada más lejos de la realidad. El problema de que los niños pasen parte de su tiempo delante de uno de estos vídeos es el mismo que se origina cuando un niño pasa tiempo delante de la televisión, viendo cualquier otra cosa, que el tiempo que pasa ahí delante ensimismado es tiempo en el que el niño no se está relacionando con el entorno ni con las personas.
Dicho de otro modo, las conclusiones de estos estudios son que ningún DVD, sea educativo o no, se ha demostrado hasta ahora capaz de hacer que los niños aprendan más rápido que los niños que no los ven y que ver la televisión hace que los niños aprendan menos que los niños que no la ven y ocupan ese tiempo en convivir con otras personas y en descubrir su entorno cercano.
Vale, ¿pero entonces qué hago con los DVD “educativos”?
Pues hay varias opciones, a saber:
- Tirarlos a la basura o revenderlos: lo dicho, realmente no aportan nada a los niños.
- Utilizarlos como medio de entretenimiento: si consigues que tus hijos no vean la televisión en todo el día, genial. Si no lo consigues y hay momentos en que necesitas que se entretengan con algo, pueden ser un buen recurso en comparación con otros dibujos animados que se emiten en la televisión.
- Aprovecharlo y hacerlo realmente educativo: el fallo de estos DVD, lo que hace que no puedan considerarse educativos, es que no producen interacción. Son simplemente una sucesión de imágenes que no varían nunca. Al vídeo le da igual que el niño mire o que no mire, que esté contento o llorando, que se haya dormido o que mire con atención. Empieza y acaba a menos que alguien lo quite, sea lo que sea que sucede alrededor. Sin embargo, nosotros los padres podemos hacerlos interactivos y útiles estando con ellos.
Aprovechando los DVD “educativos”
Como ya hemos dicho, el contenido de los DVD “educativos” no son perjudiciales en sí mismos, sino que no son equivalentes a nivel de aprendizaje a la vida misma. Si los padres estamos presentes mientras nuestros hijos ven los vídeos, podemos hacer que tengan mucha más utilidad real, ya que podemos ayudar a reforzar los conceptos que en los vídeos se muestran.
Lo primero que hay que valorar en estos DVD es que tengan un ritmo lento, pausado, con una sucesión de imágenes a baja velocidad. De este modo los niños aprenden mejor que cuando las escenas se presentan rápidamente.
Una vez ponemos el vídeo a nuestro hijo debemos permanecer con él para darle vida. Todo aquello que el vídeo no dice (que es mucho, pues las locuciones se limitan a palabras sueltas), debemos decirlo nosotros: “mira, un sol que sale en el horizonte e ilumina el prado…”, “este es un perrito que nos mira, ahora ¡mira lo que hace!, pinta un cuadro, así, con el brazo, arriba y abajo,...”, “ahora coge un cubierto y empieza a comer, mira, como los cubiertos que tú tienes, ¡vamos a cogerlos y a jugar a que comemos como ellos!”.
De esta manera añadimos interacción con el medio que rodea al niño, cogiendo los mismos objetos que está viendo en la televisión y dándole un uso práctico en ese instante, para que el niño pueda interiorizar lo que ve en el vídeo con la vida real. Digamos que de esta manera el DVD se convierte en una herramienta, en un vehículo para ofrecer al niño estímulos, juego y contacto (esto suena a juguete, ¿verdad?).
Cuando acaba el vídeo puede ser buena idea apagar la televisión y seguir trabajando sobre lo que hemos visto, haciendo actividades relacionadas: “vamos a poner comidita a los pájaros en la terraza, para que coman como los pájaros que había en el vídeo”, “cogeremos unos calcetines y haremos unas marionetas para hacer que somos el perro y el pato que salían en el vídeo”, etc.
De este modo, como digo, el niño interioriza lo visto con lo vivido y de este modo sí aprende conceptos y de esta manera el DVD sí se convierte en un medio educativo.
Así que ya sabéis, si tenéis DVD “educativos”, dadles vida. Si no los tenéis, vosotros mismos. No son necesarios, pero si estamos presentes pueden ser un buen recurso para proporcionar aprendizaje, juego y diversión a nuestros hijos.
Foto | Augie Schwer
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