En pocos días nuestros hijos estarán oficialmente de vacaciones. Atrás habrán quedado los días de deberes y estudio, que han sido especialmente intensos estas últimas semanas para cerrar el curso. Llega el punto cúlmine del curso escolar en el que los alumnos reciben las calificaciones y según he podido oír en algunos grupos de Whatsapp (uno se entera de demasiadas cosas por allí) hay padres que castigan a sus hijos por traer malas notas.
Algunos padres castigan a sus hijos prohibiéndoles cosas que al niño le gustan, o dejándolos sin determinados "privilegios" como acudir a un campamento de verano o a un cumpleaños. Hablamos de niños en la etapa primaria, así que hablamos de niños de entre 6 y 12 años, una edad en la que la motivación en lugar del castigo, es esencial para que los pequeños consigan superarse en cualquier ámbito, inclusive en los estudios.
¿Por qué los castigos no sirven?
Las notas son el resultado de todo un año de trabajo, tampoco considero que las notas numércias sean una manera eficaz de evaluar a los niños, pero allí siguen estando en la mayoría de los colegios. Para los padres que han estado medianamente involucrados durante el año, las notas finales no son una sorpresa. La mayoría ya sabe por dónde vienen los tiros y no se puede tomar una decisión drástica castigando al niño en vacaciones cuando durante el año no se le hizo nada por ayudarle.
No se puede hacer culpable al niño exclusivamente de un resultado en el que probablemente todos, tanto padres, como profesores y niño, tienen su parte de responsabilidad.
El castigo no es efectivo ni para las malas notas, ni para cualquier situación en la que nuestros hijos no consigan un objetivo. Porque lo que queremos es que aprendan de sus errores y consigan superarse. Lo que nos importa como padres no es tener hijos que saquen puros dieces, sino niños que comprendan el valor del esfuerzo, ¿verdad?
Al reaccionar de forma negativa, con enfados o gritos, el niño piensa que sólo es valorado por su rendimiento escolar.
En vacaciones necesitan descansar
Dado que se acerca la época de los campamentos de verano, algunos padres consideran que son un premio que sus hijos no se merecen cuando no han conseguido aprobar las asignaturas a lo largo del año.
No hay que olvidar que son sus vacaciones, y aunque las notas no hayan sido favorables, los niños necesitan un tiempo de descanso y de diversión con sus amigos.
Hay tiempo para todo. No hay que martirizarles. Prohibirle acudir a un campamento, a un cumpleaños o a una fiesta no cambiará la situación y en cambio el niño se sentirá incomprendido por sus padres. Lo único que conseguimos es que se cierre y se aleje de nosotros.
¿Cómo actuar sin castigarles?
Como padres, tenemos que reflexionar sobre qué es lo que no ha funcionado bien este curso. Habrá que replantearse cuáles son los puntos flacos, dónde hay que reforzar y ayudarles a repasar aquellos contenidos que a lo mejor no han entendido bien.
A lo mejor el niño ha atravesado alguna situación que le ha distraído de los estudios, a lo mejor falla la organización de las tareas o no consigue concentrarse y pueda haber un problema detrás... No debemos quedarnos en un resultado, sino ir más allá para poder ayudarles. Aquí es importante hablar con sus profesores, que pueden ayudarnos a identificar posibles problemas.
Por otra parte, la comunicación entre padres e hijos es la clave y por supuesto, hacer pactos. Tendréis que hacer algún tipo de acuerdo que no implique la prohibición de disfrutar de sus días de descanso, pero que dediquen tiempo a reforzar contenidos. El tiempo que se dedique tienen que ser acorde a la edad del niño, así como las actividades que realicen.
Para los mayores, podéis establecer un horario de repaso durante el verano. Durante las mañanas, por ejemplo, suele ser la mejor hora para la organización familiar. Para los más pequeños puede bastar con leer o hacer juegos en los que practiquen la concentración, la atención o el razonamiento matemático. No todo son fichas, hay muchas formas de aprender de forma divertida.
Es importante hacerles saber que les queremos mucho por encima de las notas que traigan a fin de curso. Y ese es un trabajo diario en el que el cariño y la constancia son la base del éxito.
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