Tu hijo siempre ha sacado buenas notas... incluso, quizás, ha sido un alumno ejemplar, y de repente, empieza a llegar a casa con suspensos. ¿A qué puede ser debido este cambio? ¿Por qué de repente saca estas malas notas?
Es lógico, y normal, que el rendimiento académico de nuestros hijos nos preocupe, porque es un aspecto importante del desarrollo de los niños. Pero también lo es la esfera emocional, donde muchas veces encontramos las explicaciones a lo primero.
En este artículo reflexionamos sobre las causas de estas "nuevas" malas notas y también, sobre las malas notas en general. ¿Por qué suceden? ¿Cómo ayudar a nuestros hijos en caso de que empiecen a empeorar sus notas?
Posibles causas de malas notas
Falta de motivación
Una de las causas más comunes de sacar malas notas es la falta de motivación. La falta de motivación tiene que ver con las dificultades a la hora de conectar con un auténtico interés en el proceso de aprendizaje.
Y esto, a su vez, se explica por diferentes razones: dificultades para entender las explicaciones del profesor, no le gusta cómo este hace las clases, las temáticas no son de su interés, se aburre porque lo entiende todo demasiado rápido (altas capacidades), etc.
Por ello esta primera causa es tan genérica y detrás de ella pueden desgranarse aún más motivos, que conoceremos a lo largo del artículo.
Altas capacidades
Aunque pueda parecer paradójico, lo cierto es que los alumnos con altas capacidades pueden sacar muy malas notas. ¿Las razones principales? El aburrimiento y el no sentirse estimulados en clase.
Y es que, lo que les ocurre es que al comprender las cosas mucho más rápido, las tareas diarias no les suponen un reto y además, tienen más tiempo para distraerse y aburrirse. Y en este escenario puede nacer mucha desmotivación, lo que dificulta que saquen buenas notas.
Falta de comprensión de conceptos
Es evidente, tu hijo crece y con ello, la exigencia académica desde la escuela. Las asignaturas son cada vez más difíciles y puede que tu hijo no entienda algunos conceptos, lo que explique el por qué de estas malas notas.
Y es que lo que ocurre muchas veces es que hay niños que prefieren quedarse con las dudas a preguntar y resolverlas, ya sea por vergüenza, por miedo a que se rían de ellos, por inseguridades, etc.
No tener un hábito o rutina de estudio
Quizás antes tu hijo tenía un hábito de estudio más o menos estructurado, y ahora lo ha perdido (porque prefiere jugar, o por otras razones), o antes no lo tenía porque la materia era más asequible para él, y ahora que la exigencia académica es más alta, la necesita y no la tiene.
Y de ahí esas malas notas que han sorprendido a toda la familia. No olvidemos que el estudio y el aprendizaje necesitan rutina, estructura y ¡hábitos! Y que estos deben cultivarse y entrenarse. Sin estas rutinas, es mucho más difícil concentrarse y aprender.
Necesidades educativas especiales
Otra posible causa de las malas notas de tu hijo es que este tenga alguna necesidad específica que no hayamos detectado (puede ser, desde un problema o trastorno del aprendizaje, o dificultades atencionales, hasta un trastorno del neurodesarrollo, discapacidad intelectual, etc.).
Acoso escolar
Si tu hijo, que siempre ha sacado buenas notas, empieza a empeorar su rendimiento académico, puede que esté sufriendo una situación de acoso escolar o bullying que aún no ha sido detectada.
Por ello es tan importante preguntar y hablar abiertamente sobre el tema con él, así como observar y estar atentos, como padres y maestros, a cualquier posible cambio en su conducta. El bullying es una vivencia muy traumática que debe prevenirse y tratarse lo antes posible para evitar que los niños sufran.
Depresión
Finalmente, un trastorno depresivo también podría explicar este cambio en las notas de nuestro hijo. La depresión infantil existe, y afecta al 3% de los niños de todo el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Se caracteriza principalmente por una pérdida de interés y/o disfrute en las actividades que antes sí generaban placer, sumado a un estado de ánimo deprimido la mayor parte del día y a otros síntomas como cambios en el apetito, irritabilidad, tristeza, sentimiento de culpa, etc.
La importancia de la motivación en el aprendizaje
Es una realidad; el aprendizaje debe resultar apetecible y estimulante para los niños para que este realmente sea significativo. Y en todo ello, la motivación juega un papel esencial, ya que es el facilitador de todo este proceso.
Según un artículo de Mariana Carrillo y colaboradores, publicado en la revista de educación Alteridad, la motivación es aquello que determina con cuánta energía y ganas nos enfrentamos a algo.
Los dos tipos de motivación
Encontramos la motivación extrínseca, que es la que nos mueve a hacer cosas para "conseguir algo", un premio, un reforzador externo que puede ser cualquier cosa (por ejemplo, estudiar para sacarse una carrera), y la motivación intrínseca, que nos mueve a hacer las cosas por el mero placer de hacerlas (por ejemplo, leer porque se disfruta leyendo, con la actividad en sí).
En este segundo caso, la motivación viene de dentro (intrínseca), y no de fuera. En el ámbito del aprendizaje, la motivación predispone a los niños a aprender con más ilusión y entusiasmo.
Así, es importante que cuidemos estos dos tipos de motivación en los niños, sobre todo la intrínseca, porque sin ellas el aprendizaje es mucho más tedioso y difícil de alcanzar.
¿Cómo ayudar a nuestros hijos si sacan malas notas?
Más allá de promover su motivación en el aprendizaje, algo esencial, encontramos otras ideas clave que pueden ayudarnos a acompañar a nuestro hijo en este camino académico (y también emocional) en el caso de que saque malas notas, como por ejemplo:
- Entenderle, escucharle y preguntarle. Por ejemplo: ¿Hay algo que te preocupe? ¿Estás motivado en el colegio? ¿Te cuesta comprender al profesor? ¿Cómo te sientes yendo a la escuela?
- Indagar en las causas de esta disminución del rendimiento; hacerle preguntas abiertas desde la curiosidad, la empatía y el amor (nunca desde el reproche o el juicio).
- Realizar una tutoría o reunión con su tutor/a para obtener más información y empezar a trabajar coordinadamente.
- Relativizar la situación; quizás se trata solo de una "mala racha". Y sobre todo, no hacerle sentir culpable o presionarlo.
- Ofrecerle nuestra ayuda; "si quieres, puedo ayudarte a hacer los deberes o explicarte aquello que no entiendas".
- Acompañarle en la construcción del hábito de estudio (y del plan de estudios); delimitar horarios, materias, etc. El plan de estudios debe ser realista y motivador.
- Implicarle en su propio proceso de aprendizaje; animarle a que se anote los exámenes, a que tenga la rutina de revisar la agenda cada día, a que indague en las asignaturas o temas que más le interesen, etc.
- Buscar un día a la semana para ir a la biblioteca; ya sea para estudiar o para buscar libros que puedan motivarle.
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