"Te quiero, pero necesito mi espacio": cómo convivir con una pareja absorbente o que quiere hacerlo todo contigo

"Te quiero, pero necesito mi espacio": cómo convivir con una pareja absorbente o que quiere hacerlo todo contigo
Sin comentarios

Hay amores que abrazan y otros que aprietan. Y a veces, sin darnos cuenta, el amor se vuelve una manta demasiado pesada, una presencia constante que, en lugar de reconfortar, asfixia. Pero hemos de recordar que somos una pareja, no un pack, y que es normal que nos apetezca hacer cosas sin la pareja, tener nuestras parcelitas (y que eso es perfectamente compatible con quererla).

¿Cómo gestionar la convivencia con una pareja que quiere compartirlo todo, desde la ducha hasta el último pensamiento antes de dormir? Porque sí, amar no significa ser siameses emocionales.

Cuando 'demasiado amor' puede ahogar

Cuando una pareja se convierte en una sombra omnipresente, es fácil sentir que uno se está perdiendo a sí mismo en el otro. No es que no quieras a tu pareja, es que también quieres quererte a ti y tener tus espacios, tu individualidad.

La paradoja es que cuanto más insista en estar siempre contigo, más ganas tendrás de alejarte. Pero es que es normal (y esto no significa que no le quieras). Y ahí empieza el problema: el conflicto entre el cariño y el vínculo y la necesidad de oxígeno.

Piénsalo así: imagina que tienes una planta en casa. La riegas porque la quieres ver crecer, pero si la riegas sin parar, ¿qué ocurre? Se ahoga. Lo mismo pasa en las relaciones: demasiado 'cuidado' puede convertirse en ahogo.

¿Por qué algunas personas son absorbentes en pareja?

No es que quieran molestar. Muchas veces, una pareja absorbente es una persona con miedo al abandono, que asocia el amor con la presencia a todas horas. Tal vez aprendió que la cercanía es sinónimo de estabilidad y que el espacio es una amenaza.

O quizá simplemente disfruta tanto de la relación que no ve la necesidad de hacer cosas por separado (y tampoco es que eso esté 'mal'). En cualquier caso, es importante ver cómo te sientes tú y cómo os afecta esto como pareja, para poder solucionarlo. Pero ten en cuenta que, su insistencia en compartir cada minuto no es un ataque, sino una petición de seguridad mal gestionada.

El problema de evitar el problema: no hagas esto

Muchas personas que se sienten invadidas optan por callar y ceder. "Bueno, si quiere ir conmigo al gimnasio, tampoco pasa nada". "Si le apetece que veamos juntos esa serie que no me gusta, me aguanto". Y claro que no pasa nada, el problema aparece cuando esto se convierte en una dinámica que además, nos incomoda.

Porque ceder constantemente no es amor: es desgaste. Y lo peligroso es que, con el tiempo, el afecto se convierte en irritación. Por eso, es mejor abordar la situación antes de que el cariño se transforme en hastío. Pero, ¿cómo hacerlo sin herir a la otra persona?

Cómo pedir espacio sin que suene a rechazo

  1. Cambia el "no quiero hacer esto juntos" por el "me apetece hacer esto por mi cuenta". No es lo mismo decir "necesito tiempo sin ti" que "me apetece disfrutar de este momento conmigo mismo". La primera frase suena a abandono, la segunda a autocuidado. Y aunque quieras decir lo mismo, el lenguaje importa.
  2. Negocia pequeños espacios individuales. Si tu pareja quiere hacer todo contigo, propón una rutina donde cada uno tenga su momento propio. Por ejemplo, "¿Qué te parece si los jueves tú sales con tus amigos y yo tengo mi rato de lectura?"
  3. Usa la metáfora del aire. Explícale que el amor es como una fogata: si no hay suficiente oxígeno, la llama se apaga. Y pedir espacio no es alejarse, es permitir que la relación respire y crezca.
  4. Refuerza el vínculo en los momentos compartidos. Si tu pareja teme que el espacio signifique distancia emocional, demuéstrale que el tiempo separado no resta, sino que suma. Cuando estéis juntos, valorarlo y disfrutarlo.

¿Y si nada cambia?

Si después de hablar y marcar límites la situación sigue igual, es momento de ver qué está ocurriendo y preguntarte: ¿cómo puedo ayudar al otro a gestionar esta situación (sin caer en el síndrome de la salvadora, ojo)?, ¿estoy en una relación donde se respeta mi individualidad y mis necesidades? Porque el amor sano no es una prisión de dos.

Si tu pareja no puede entender que amar también es dejar ser, quizás sea el momento de cuestionarte si esa relación realmente te hace bien.

En definitiva, compartir la vida con alguien no significa compartir cada respiro, cada momento, a todas horas. Amar es también dejar que el otro tenga su propio aire. Porque el amor real no sofoca: da alas.

Foto | Portada (Freepik)

Temas
Recibir por e-mail:

      Inicio
      ×

      Utilizamos cookies de terceros para generar estadísticas de audiencia y mostrar publicidad personalizada analizando tu navegación. Si sigues navegando estarás aceptando su uso. Más información